¿Qué significa que un niño sea de alta demanda?, ¿qué características tienen?

LA TRIBU

Suelen ser pequeños que requieren tener al lado un adulto de forma constante, son muy exigentes y necesitan mucha actividad. Por eso, suelen presentar problemas con el sueño y la alimentación
25 mar 2023 . Actualizado a las 13:08 h.Niños que necesitan contacto físico de manera constantemente, que no les gusta quedase solos ni un minuto, que no saben entretenerse o jugar en solitario, que tienen reacciones exageradas y lloran con frecuencia. Son algunas de las características que definen a un niño de alta demanda. Un término acuñado por primera vez por el pediatra estadounidense Williams Sears cuando tuvo a su cuarta hija, que exigía toda su atención.
«El temperamento es la parte de nuestra personalidad que viene determinada genéticamente, es decir, con la que nacemos», apunta Úrsula Perona, psicóloga infanto-juvenil y autora del libro Hijos de alta demanda. Manual para padres (Toro Mítico, 2021). «La otra parte de la personalidad es la que se va forjando con nuestras experiencias y con cómo nos educaron nuestros padres. Pero sí existen unos rasgos básicos que nacemos con ellos, como por ejemplo si somos tímidos o extrovertidos, más tranquilos o inquietos, que viene de nacimiento», añade.
Así, un niño de alta demanda posee lo que se considera como un temperamento difícil. «No suena muy bien, pero los describe con exactitud, porque son unos niños muy reactivos ante cualquier estímulo, necesitan mucho del adulto para regular sus emociones, muy intensos a la hora de demandar atención constante. Tienen como unas altas necesidades en todos los sentidos, que van evolucionando», amplía la psicóloga.
Estas son las características de un niño de alta demanda
«Hay que empezar aclarando que el hecho de que un niño sea de alta demanda no supone un trastorno o un síndrome. Simplemente es una forma que tenemos de definir a los niños que presentan unas determinadas características, pero que estas no suponen una diferencia cualitativa a otro niño», matiza Ana Borja Royo, responsable del área infantil de Apai Psicólogos.
Entre las características de un niño de alta demanda se encuentran:
- Son niños que suelen ser muy sensibles al entorno, lo que provoca que sean muy reactivos. «Es decir, que si otros reaccionan de una forma más tranquila a los estímulos, a ellos les afectan de una manera mucho más exagerada, intensa o con mucha frecuencia», explica la psicóloga.
- Realizan las cosas con mucha más energía e intensidad.
- Necesitan tener cerca a un adulto de una forma constante, para todo.
- Son inquietos y necesitan mucha actividad. «Sin llegar a ser hiperactivos, son súper movidos y enérgicos, no se les acaban las pilas. Tienen problemas para dormir desde el nacimiento, con ciclos muy cortos de sueño. Durante el día con una mini siesta ya están por ahí con las pilas recargadas. Tienen una energía desbordante y agotadora para los padres», indica Perona.
- Son muy exigentes y no suelen ver sus necesidades como satisfechas.
«A nivel de estado emocional, lo natural en un niño de alta demanda es la insatisfacción. Nunca están del todo bien, son niños difíciles de contentar y de calmar. Además, es muy intenso, no sabe jugar solo, se aburre constantemente y necesita estímulos nuevos. Están todo el rato reclamando al adulto estas necesidades», asegura Perona.
Las señales empiezan a darse cuando son bebés
«Un bebé de alta demanda es inconsolable, se puede pasar horas y días enteros llorando. Es un crío espabilado, pero tiene que estar entretenido todo el tiempo. Necesitas estar todo el día haciéndole caso, reclaman si no le estoy mirando y son muy curiosos. No te puedes separar físicamente de ellos, les entra una gran ansia por separación», comenta Perona.
Suelen tener problemas con el sueño y la lactancia debe ser a demanda. «Niños a los que le dan el pecho veinte veces por la noche, sufren muchos despertares y necesitan dormir contigo porque necesitan contacto físico», amplía.
¿Qué evidencia existe sobre este rasgo del temperamento?
Tal como se comentaba anteriormente, la primera persona que empezó a hablar de este tipo de niños fue el pediatra Williams Sears, que también acuñó el término de attachment parenting. Según esta teoría, el apego es un fuerte enlace emocional entre los padres y el bebé. También conocido como apego seguro, defiende ser precursor del desarrollo de una personalidad segura e independiente, un buen comportamiento, independencia, y relaciones buenas y sanas. ¿Cómo llegó este pediatra a ese término? Justamente gracias a su cuarta hija, que demostró tener unas necesidades diferentes a las de sus tres hermanos.
«A partir de ahí, sí que han existido muchos padres que se han sentido identificados, sobre todo aquellos que han tenido más de un hijo. Se dan cuenta de que las reacciones son muy fuertes y que aquellas cosas que le funcionaban con sus anteriores niños, no suceden con este», comenta Borja.
Habrá quien pueda considerar que se trata de una nueva etiqueta para los niños y que pueden llegar a condicionarles en un futuro. En este sentido, Borja considera que «estas tienen su lado bueno y malo, como todo. Nos permiten comprendernos de forma rápida. Si llega a mí un padre y me dice que cree que su hijo es alta demanda yo sabré más o menos a qué se refiere. Nos facilitan la comunicación siempre y cuando no caigamos en el error de considerar que esta define al cien por cien a una persona».
Una opinión con la que concuerda Perona: «Etiqueta le ponemos a todo. Si yo digo que una persona es rubia o morena, ya le estoy poniendo una. Lo que sucede es que con los niños tenemos el perjuicio de que hacerlo es malo. Se trata de describir, conocer a tu hijo o saber qué necesidades tiene. Otra cosa es que tú utilices una etiqueta peyorativa para hacer daño: «es que es un pesado», «no hay quien lo aguante» o «es un llorica». Esas sí son perjudiciales para un niño. Pero las personas necesitamos etiquetar, nombrar y clasificar las cosas para entenderlas».
¿Cuáles suelen ser los signos por los que los padres acuden a consulta de psicología?
«Cuando los niños son más pequeños, suelen acudir porque tienen la sensación de que están haciendo todo mal, a pesar de ser padres que 'hacen lo que se supone que se debe hacer'. Como por ejemplo, prestar apoyo y protección, que nunca es suficiente», apunta Borja. Además, podría decirse que existe mucha crítica social desde el punto de vista de «lo estás consintiendo demasiado» o «lo estás malcriando». «Muchas veces llegan a consulta preguntando qué están haciendo mal», confiesa la psicóloga.
La otra preocupación cuando son bebés es descartar un posible trastorno, «ya sea con el tema de la alimentación o el sueño». Con el desarrollo, el otro rasgo a descartar, debido a que son niños muy inquietos, es la hiperactividad. «Aunque la la alta demanda no es una patología ni un trastorno, simplemente una manera en la que se comporta el niño. Pero sí que es verdad que, a veces, cuando pasan los años, puede haber algún desorden», indica Perona.
Cuando son más mayores, suelen ser muy exigentes con el rendimiento académico y en las relaciones con otros niños, y según Borja, pueden tener dificultades en ese sentido: «Puede influir un poco el hecho de que no llegan a ser autónomos a nivel emocional. Son muy inteligentes, pero suelen requerir de la presencia de un adulto de confianza para asegurarse que lo están haciendo bien».
Los consejos de las psicólogas para padres de un niño de alta demanda
Perona subraya que el primer consejo es «conocer bien a tu hijo», ya que muchas veces podemos llegar a basarnos en ideas de crianza que se instauran, pero que no tienen por qué seguirse: «Cuando se dice 'a mí me educaron así' o 'los niños necesitan esto'. Lo importante es ver qué necesita tu hijo, porque todos tienen necesidades diferentes. Yo tengo tres y cada uno de ellos, por su carácter y temperamento, exige de mí una cosa diferente. Esa habilidad es ser capaz de decir: 'Voy a ser, para cada uno de mis hijos, la madre o el padre que necesitan, según sus necesidades'. Eso es, para mí, el reto más difícil. Cuando tienes un niño de alta demanda —justo su tercera hija lo es—, eso se multiplica por diez porque todo es magnificado».
La segunda recomendación de la psicóloga es «abrir un paraguas ante las críticas, porque estos niños son juzgados por el entorno muy severamente y de una forma muy dura». «El papá y la mamá de alta demanda están muy acostumbrados a sentirse culpables porque piensan que la conducta del niño tiene que ver con algo que ellos están haciendo mal y no es así. Todos los niños piden lo que necesitan. Los que necesitan más afecto lo van a pedir y el que es más independiente pues no pedirá tanto. Ni los niños manipulan ni los padres se dedican a 'malcriarlos'».
Y por último, pero no menos importante, encontrar un equilibrio «entre lo que mi hijo necesita y lo que le voy a dar, y prepararlo para el mañana. Es decir, si le protejo demasiado, no le ayudo a ser independiente ni a controlar ese carácter y temperamento que tienen. Si no voy puliendo y acompañando en todo esto, no le preparo para la vida. Es fundamental y lo más difícil de todo».
El futuro: personas decididas y pasionales
Como se trata de un rasgo del temperamento, este va a seguir ahí a lo largo de la vida. Sin embargo, cabe recalcar los aspectos positivos que esto conlleva. «Vamos a ver personas decididas y pasiones. También muy sociables, porque suelen ser extrovertidos, así como rápidos y cariñosos. Tienen unos rasgos maravillosos. Lo que sucede es que son muy retadores cuando son muy pequeños. Pero ¿a quién no le gusta una persona que lucha por lo que quiere y que tiene las cosas claras?», concluye Perona.