Mapi Herrero, nutricionista pediátrica: «Algunos niños se levantan a una hora en la que su organismo aún no tiene hambre»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Mapi Herrero es dietista-nutricionista especializada en alimentación infantil, familiar y lactancia.
Mapi Herrero es dietista-nutricionista especializada en alimentación infantil, familiar y lactancia.

La especialista defiende que «si queremos que nuestros hijos tengan una alimentación de calidad, debe ser la de toda la familia»

02 sep 2025 . Actualizado a las 12:37 h.

La vuelta a la rutina puede ser un buen aliado para revisar e integrar hábitos saludables en los adultos, pero también en los más pequeños. Septiembre u otro mes del año, ya que en palabras de Mapi Herrero, cualquiera es bueno para revisar nuestra lista de la compra. La especialista en nutrición infantil y lactancia nos proporciona varias claves para que los más pequeños tengan una alimentación de calidad, la cual influirá no solo en su actividad diaria física y mental, también en su crecimiento y desarrollo e incluso en la recuperación de procesos virales o bacterias que se avecinan con la vuelta a las aulas. 

—¿Consideras que el verano suele ser una época en la que los niños pueden (al igual que los adultos) ver alterada su rutina y por lo tanto, también su alimentación?

—El verano, inevitablemente, altera las rutinas, cambiamos los horarios, flexibilizamos algunas normas, nos permitimos alimentos y bebidas diferentes y es completamente normal y necesario. Algo en lo que insisto en la consulta con las familias es que no pueden olvidar que comemos para nutrirnos, pero comer también tiene una parte sensorial y social. A través de la comida generamos recuerdos: esas tardes de piscina y un helado concreto, esas cenas a la fresca diferentes a las del resto del año, ese plato especial que solo prepara la abuela en el pueblo, o un postre típico de la zona que hemos descubierto este verano en familia. Y todo esto también es salud. 

—¿Qué consejos propondrías para volver a la rutina con los niños en materia de alimentación de calidad?

—Lo principal es que para poder «volver» a una rutina, esta tiene que estar previamente establecida. Me explico: todos volvemos a nuestra rutina una vez que terminan las vacaciones. Volveremos a los horarios que marcan el colegio y el trabajo, volveremos a la ropa formal o al uniforme y volveremos a comprar, cocinar y comprar «lo de siempre». Si queremos que nuestros hijos tengan una alimentación de calidad, debe ser la de toda la familia. Septiembre es un mes tan bueno como otro cualquiera para revisar nuestros hábitos, nuestra lista de la compra y lo que ponemos en nuestra mesa.

 —Como profesional, ¿cuál dirías que es el principal reto con los menores a la hora de hablar de alimentación?

—Para mí lo fundamental es que, hagamos la intervención que hagamos, no estropeemos la relación de los menores con su cuerpo y los alimentos. Tendemos a escudarnos en la «salud» para justificar intervenciones que no siempre son adecuadas. Igual se entiende mejor con un ejemplo: un objetivo de salud infantil es que los niños consuman más verduras y menos procesados, pero no puede ser a costa de mensajes como «el azúcar es veneno» o «tienes que comer verdura para no estar gordo», porque aunque el objetivo final es positivo, las consecuencias de estas estrategias no lo son tanto. Como profesionales, a veces esto es algo que cuesta gestionar, sobre todo cuando no se está especializado en nutrición pediátrica.

—¿Los niños comen más azúcar del que deberían?

—Sin duda alguna. Según un estudio realizado por investigadores del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos José Mataix Verdú de la Universidad de Granada, que se publicó en la revista Nutrients en el 2023, los niños españoles consumen el doble de azúcar diario recomendado. Cuando en menores de 2 años este consumo debería ser cero y en mayores, no se deberían superar los 25 gramos diarios. Y según esta investigación, el consumo medio de azúcares añadidos en los niños españoles fue de 55,7 gramos por día, aproximadamente. 

—¿Cuáles suelen ser las mayores fuentes de azúcar en la dieta de los niños?

—Los productos que aportan mayor cantidad de azúcares añadidos a la dieta de los niños españoles son, de mayor a menor cantidad, las galletas, seguidas de cerca por el cacao en polvo, los yogures azucarados y los postres lácteos. Además estaría el detalle de que estos productos, además del exceso de azúcar, tienen otra característica muy negativa y es que aportan muy pocos nutrientes.

—¿Y cómo reducir la ingesta de alguno de estos alimentos?

—Cuando el objetivo es reducir la ingesta de un producto, para mi la clave es hacer que pierda importancia y esto se consigue reduciendo la exposición, no prohibiendo su consumo. Es decir, reforzaremos todo lo que sí queremos incluir en la alimentación y omitiremos aquellos productos que queremos que vayan quedando en el olvido. Pero si un día nuestro peque ve unas galletas, o las pide, no vamos a prohibirlo. Poco a poco, el consumo se va volviendo más ocasional sin aumentar el deseo.

—¿Qué importancia tiene el desayuno de los niños?

—El desayuno es igual de importante que cualquier otra comida en la alimentación diaria; es decir, relativamente poco importante. Porque una comida aislada del contexto de vida de una persona no tiene ninguna importancia. Ahora, si hablamos del hábito de desayunar, la perspectiva cambia y la respuesta será «depende». Lo importante es que nuestro organismo reciba todos los nutrientes que necesite para su actividad diaria, que no solo es la física y la mental, porque en el caso de los niños se suma el crecimiento y desarrollo. Además de procesos biológicos más puntuales como reparación de tejidos o recuperación de procesos virales o bacterianos. Y para esto no hay una fórmula única y universal. Tenemos niños que se levantan para ir al colegio a una hora en la que su organismo aún no tiene hambre y hacen un desayuno pobre o incluso no desayunan y no es preocupante, siempre y cuando a media mañana tengan una ingesta más completa nutricionalmente, porque es verdad que cuantas menos ingestas hagamos, más difícil será cubrir esas necesidades nutricionales.

—¿Se debe insistir a un niño para que desayune o puede ir al colegio sin hacerlo?

—Si tiene oportunidad de comer más tarde, cuando su cuerpo se haya activado, no hay razón para forzar a desayunar. Si no va a tener esta oportunidad, la estrategia tampoco es forzar, sino que trataremos de sincronizar sus horarios con los sociales, que en realidad es el gran problema de nuestros peques: que el mundo gira y se organiza sin tenerlos en cuenta.

Podemos levantarlos un poco antes, para lo que necesitaremos acostarlos antes y por tanto cenar antes también. Y esto que parece sencillo puede ser un cambio inasumible en algunas familias. Otra opción es preparar snacks adaptados, para que pueda tomarlos de forma fraccionada a lo largo de la mañana hasta que llegue la hora del almuerzo. Cada familia y cada peque son un mundo a estudiar y al que buscar herramientas para hacerlo lo mejor posible.

 —Muchos padres viven la hora de la comida como un momento complicado o incluso de angustia, porque consideran que el niño o niña no come la fruta o la verdura. ¿Qué consejos darías en estos casos?

—Lo primero que les intento transmitir siempre es calma. Es totalmente comprensible que las familias se preocupen por este tipo de cosas, además hoy en día tenemos demasiada información, demasiado accesible, lo que hace que a veces sea difícil filtrar y comprender en qué punto está nuestro peque. Sabemos que si no comen fruta y verdura pueden faltarles nutrientes y también sabemos que eso tiene consecuencias en su salud y en el crecimiento, por lo tanto ¿cómo no se van a preocupar? En segundo lugar, es imprescindible ponerse en manos de profesionales cualificados y este punto es importante, porque cada uno tenemos nuestro papel y ni el pediatra sirve para todo, ni todos los dietistas-nutricionistas pueden trabajar con niños, ni todo lo relacionado con la alimentación lo resuelve el dietista-nutricionista. En los problemas de alimentación participamos muchos profesionales y lo más importante es que estén formados en el trabajo con la infancia.

—¿Qué opinión te merece relacionar la comida con premios o castigos?

—No son buena idea y a largo plazo, no funcionan. Puede que un premio por comer verdura, un chantaje para que se acabe el pescado, o la amenaza de un castigo sirvan a corto plazo, pero, como decía antes, cada intervención tiene que contemplar los efectos a largo plazo, y sabemos que estas estrategias no solo no funcionan, sino que además, provocan más problemas. Yo soy una persona a la que las lentejas le saben a castigo porque de pequeña no me gustaban y me sacaban a la escalera hasta que me acababa el plato. ¿Crees que puedo disfrutar de un plato de lentejas con ese recuerdo grabado en mí? El objetivo en consulta no es solo que los peques coman sano, sino que disfruten de ello. Que lo elijan porque es lo que les apetece, no porque haya que hacer un peaje para un objetivo.

—¿Y si el niño ya no quiere alimentos que antes sí quería?

—Esto es algo totalmente normal y esperado en diferentes momentos del desarrollo y también como resultado de algunas estrategias o situaciones. Lo primero es respetar que los gustos pueden cambiar y analizar cuánto afecta en el balance total de la dieta. Puede que haya dejado de comer tomate, pero haya incluido otras verduras diferentes, por lo que el impacto nutricional de dejar de comer tomate es cero. Si deja de comer un grupo de alimentos completo, hay que averiguar el motivo y, en caso de riesgo nutricional, tomar medidas adecuadas para que esto no afecte a su salud mientras se resuelve. Lo más frecuente es que no pase nada. Sin embargo, no nos podemos quedar en el clásico «ya comerá» porque hay un pequeño porcentaje de niños selectivos a los que si no acompañamos, no van a mejorar.

—¿Puede el comportamiento un niño relacionarse con su alimentación? Por ejemplo, ¿un niño que come mucho azúcar puede tener como consecuencia que se encuentre más alterado que otro que ingiere menos cantidad?

—Puede que sí, pero no se ha encontrado una causa-efecto, es decir, hay un componente individual de cada niño. La relación más clara entre comportamiento y alimentación la vemos en niños con trastorno del espectro autista, pero no en el sentido que se cree.

—¿A qué se refiere?

—Me refiero a que no es que haya alimentos que provocan este trastorno, sino que estos peques tienen comportamientos peculiares y característicos en torno a la comida.

—Por último: un consejo que remarques mucho en consulta estos días. 

—Que si el verano no ha sido tan saludable como nos hubiese gustado no hay que rasgarse las vestiduras. Cada día es una oportunidad nueva para ir haciendo pequeños cambios, para descubrir nuevos alimentos, nuevas recetas y que este camino se recorre en familia, desde la diversión y el disfrute. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.