Marc Cucurella se derrumba al hablar de su hijo con TEA: «Le costaba mucho entrar en las casas si no conocía el entorno»

LA TRIBU

El futbolista se sincera sobre los retos de la crianza en el espectro autista con el joven divulgador Pau Brunet
17 sep 2025 . Actualizado a las 16:46 h.El fútbol profesional es, cada vez más, un búnker. Independientemente de si fuese antes el huevo o la gallina, la realidad es que, hoy, cada mínimo gesto que estos deportistas realizan fuera de guion sobre el terreno de juego es analizado al milímetro en tertulias y redes sociales. Como reina el hermetismo, se especula; o quizás como se especulaba, surgió el hermetismo. Si esto sucede con sus actitudes en el campo, ya no digamos fuera de él. Solo a través de la estrecha ventana de las redes sociales los aficionados pueden imaginar cómo son sus vidas. Pero esa ventana es más traslúcida que transparente, devolviendo en abundantes ocasiones experiencias de plástico en una playa de Asia del sur en el mes de julio. Aparentemente perfecto, de ahí la sorpresa de que solo unos meses después se anuncie el divorcio de la pareja en cuestión.
Pero de cuando en cuando, surge una historia que hace recordar a los aficionados que todos somos de la misma especie. Puede ser por una foto, como aquella que subió en el 2022 Manu Trigueros comiéndose un cocido de garbanzos en su pueblo mientras muchos compañeros compartían imágenes de un açaí bowl de desayuno en un resort de lujo. O puede ser por una historia que nos recuerde que, cuando a un hijo le toca sufrir, el dinero baja muchos escalones. Salud y amor; el dinero ya tal.
«¿Cómo te cambió tu vida ser papá de un niño autista?», le preguntaba a Marc Cucurella, futbolista del Chelsea londinense e internacional absoluto español, Pau Brunet en una entrevista en su canal de YouTube. «Pues la verdad, mucho, encima fue nuestro primer hijo. Creo que ser padre ya te cambia mucho y, al ser el primero no sabes bien por dónde tirar ni qué es realmente lo que le pasa», contestaba el defensa. Al lateral del Chelsea se le ve con la respiración contenida y la emoción se le intuye. «Estoy contento de estar aquí porque al final es la primera vez que voy a hablar de mi experiencia», adelanta. Cucurella, padre hoy de dos niños y una niña, eligió el canal de Pau Brunet (@paupautista) para explicar los retos de la crianza de Mateo, su primer hijo, que fue diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA). Condición que comparte con Pau Brunet, de once años de edad, que a pesar de su juventud se ha convertido en un importante divulgador de este problema.
Con él se sinceró Cucurella, que como tantos otros padres y madres atravesaron ese desierto de información que todas las familias cruzan antes de aprender a interpretar las señales del TEA. «Si ahora me hubiese pasado con los dos más pequeños que tengo, creo que me hubiese dado cuenta antes. Ahora tengo experiencia, sé cómo actuar y sé lo que necesita. Creo que fue algo que nos costó un poco de ver, porque todo el mundo te dice es que aún es muy pequeño, o que aprenderá, o que conoce a una amiga a la que también le ha pasado. Al final, te dejas guiar un poco por eso y, quizás, si lo hubiésemos detectado antes podríamos haberle ayudado cuando era un poco más pequeño», comenta Cucurella, que habla de esas señales que, de producirse hoy, le habrían hecho sospechar. Las primeras, de cuando no era más que un bebé, un bebé del covid-19, por cierto: «Nació en octubre y luego llegó la pandemia, estuvimos encerrados y él tampoco tenía oportunidad de relacionarse con otras personas. Era pequeño y nos lo pasábamos bien con él, aleteaba mucho, pero interpretábamos que estaba bailando. Vas viendo cosas». Cuando el confinamiento pasó a convertirse en una experiencia a rescatar del pasado de todos, las señales se fueron haciendo más cristalinas. «Recuerdo que le costaba mucho entrar en las casas. Si no conocía el entorno, no le gustaba. Entrar por la puerta no le gustaba, pero si íbamos por el patio y nos quedábamos en el jardín sí. Eran pequeñas cositas así. Lo apuntas a un colegio o a una guardería y en las fotos que se hacen, ves que él está siempre como un poco apartado», desgrana el catalán y canterano del Barça en la entrevista.
Son señales, efectivamente, de un diagnóstico del espectro autista. El TEA, actual denominación para diferentes neurodivergencias, se clasificaba hace años en diferentes categorías como el autismo, síndrome de Asperger o trastorno desintegrativo infantil, así como otros trastornos generalizados del desarrollo, no especificados y el síndrome de Rett. Pero en el caso de este último, el hallazgo de una causa genética hizo que se disgregase de este grupo. En la actualidad, se engloban bajo esa única etiqueta: trastorno del espectro del autismo (TEA).
Las lágrimas de Cucurella ante el reto de la crianza
«¿Cuál ha sido el gol, hablando metafóricamente, más emocionante que te ha regalado tu hijo?», preguntaba el joven entrevistador. Ahí fue cuando el futbolista comenzó a derrumbarse mientras Pau Brunet —al que por su condición se le ven tablas de saber a acompañar con especial delicadeza este tipo de crisis— le decía que no había problema en pasar a otra pregunta o que, si esto era un problema, el fragmento de Cucurella emocionado quedaría fuera del producto final. Se entiende que el futbolista dio el okey a la emisión, porque el momento se encuentra íntegro en la charla.
«A veces no sé cómo lo podemos ayudar. Y esas cosas, sobre todo cuando veo que está mal, me hacen sufrir. Es un tema que me pone bastante sensible la verdad. Estoy contento de estar aquí porque al final es la primera vez que voy a hablar de mi experiencia», dice con la voz entrecortada el campeón de Europa con su selección y del mundo con su club.
Las manifestaciones clínicas del TEA varían de unas personas a otras, pero comparten características en áreas del desarrollo y del funcionamiento personal:
Dificultades en la comunicación:
- A nivel de expresión, algunas personas con TEA tienen habilidades lingüísticas adecuadas, pero encuentran dificultades para utilizarlas de una forma adecuada. Otras no emplean el lenguaje verbal y requieren de apoyo de sistemas alternativos.
- A nivel de comprensión, pueden experimentar dificultades para emplear o extraer el significado de gestos o expresiones faciales de otras personas, así como para el contacto ocular o la postura corporal.
Dificultades en la interacción social:
- Algunas personas con TEA pueden presentar dificultades para relacionarse con los demás, comprender el entorno o desenvolverse en determinados contextos sociales.
Dificultades para flexibilizar su comportamiento al contexto:
- Adaptarse a cambios o situaciones imprevistas puede suponerles gran esfuerzo, generándoles angustia, malestar o ansiedad. Se puede manifestar en una insistencia en que las cosas sucedan siempre de la misma forma o en patrones de comportamiento rígido y repetitivo, como por ejemplo, repetir las palabras o frases una y otra vez, de la misma forma (ecolalia).
Alteraciones en el procesamiento de estímulos sensoriales:
- Malestar ante determinados sonidos, luces, olores, sabores y texturas.
- Interés inusual en aspectos sensoriales del entorno, como insistencia por oler o tocar determinadas cosas.
Por suerte, la información le ha dado poder tanto a él como a su familia. Y la llegada de sus otros dos hijos han hecho el camino para Mateo también mucho más fácil. «Creo que sus hermanos pequeños también lo han ayudado mucho. Al final son pequeños, le molestaban mucho. Pero al final se ha acostumbrado a estar con más niños. Lo cuidan mucho y eso le ha ayudado a que si, por ejemplo, vamos a un parque, él sepa que va a haber otros niños mientras él esté haciendo lo que quiera hacer. Y que así le molesten menos. Los dos pequeños entienden muy bien que Mateo tiene sus rutinas», comenta en una charla protagonizada por una persona antes que por una estrella del fútbol.