La comunidad del «burpee»: bondades y mitos sobre un ejercicio que no es para todo el mundo

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El «burpee» es un ejercicio muy completo que se ha popularizado gracias al mundo del «crossfit»
El «burpee» es un ejercicio muy completo que se ha popularizado gracias al mundo del «crossfit» La Voz de la Salud

Popularizado a través del «influencer» Amadeo Lladós, este ejercicio puede ser una fuente de lesiones en aquellas personas no acostumbradas al ejercicio intenso

13 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿Por qué hago burpees? Es una manera con la que, en cualquier sitio, porque no necesitas un gimnasio ni necesitas nada, puedes hacer ejercicio. Un ejercicio muy intenso y que te va a cansar muy rápido. Vas a poder entrenar todo tu cuerpo. Yo lo hago cada día, junto a mi sesión en el gimnasio», explica Amadeo Lladós en uno de los cientos de vídeos sobre sus rutinas de trabajo físico —básicamente sobre burpees— que este influencer tiene en prácticamente todas las redes sociales que existen. No le falta razón a Lladós en esta primera afirmación. Efectivamente, el burpee es un ejercicio muy completo, capaz de activar muchos grupos musculares, con un alto gasto energético y exigente a nivel cardiovascular. Eso es cierto. Lo que no es verdad es es que hacer burpees sea la fórmula para obtener riqueza. 

«Yo no hago esto por mis músculos. Hace mucho tiempo que dejé de entrenar por mis músculos. Yo hago esto para entrenar mi mente. Yo persigo ese dolor. Tengo que sentir ese dolor. Probaros a haceros (dixit) cien burpees y, cuando acabéis, decidme si sentís que merecéis más o menos», añade el influencer a sus primeras declaraciones. Y aquí es donde su discurso rechina. Porque por mucho que Lladós, que proviene del mundo del fitness, encuentre placer en torturarse hasta la extenuación, no toda la gente va por la vida «persiguiendo el dolor». Y, desde luego, parece excesivo calificar a aquellos que no persiguen el sufrimiento de «inútiles», «plebeyos» o «mileuristas».

Lladós ha construido en torno al burpee una especie de culto que va mucho más allá del ejercicio físico. «Yo no me paralizo. No tengo miedo. Si te paralizas tienes miedo, ¿tienes miedo a seguir? ¿Por qué? ¿Te vas a hacer daño?», se pregunta en otro de sus vídeos. Y la respuesta es que sí. Un burpee, como cualquier otro ejercicio, puede ser perjudicial si el cuerpo no lo tolera. Pero la fama que Lladós le ha dado, tampoco es justa. Muchos ya no quieren ni oír hablar de ellos debido al influencer, pero puede ser una muy buena rutina si somos capaces de ejecutarlo correctamente.

¿Qué es un «burpee» y quién lo 'inventó'?

El burpee, también llamado 'salto de rana', es originalmente un ejercicio que se inicia en cuclillas, con las manos apoyadas sobre el suelo, enfrente de nuestros pies. En la segunda posición, se extienden ambas piernas hacia atrás y se realiza una flexión de codo antes de volver a la posición inicial y finalizar poniéndonos en pie. Pero más que hablar de burpee, habría que hablar de burpees, porque hoy en día existe un gran abanico de variedades que incluyen saltos, flexiones y todo tipo de variaciones. 

A la hora de remontarse a sus orígenes —porque siempre hay alguien que hace las cosas por primera vez—, no hace falta una búsqueda demasiado profunda para toparse con cierta mística. Sin casi pruebas documentales en portales fiables, apenas un puñado de fotografías sin contexto, aparece una primera figura. La de Royal Huddleston Burpee Sr. Es difícil encontrar datos biográficos sobre este supuesto fisiólogo del ejercicio neoyorquino que habría descrito por primera vez en su tesis doctoral el burpee como una de las partes de una prueba de aptitud física. Es decir, como un test de resistencia y no con el uso que se le da hoy día.

Si lo buscan en Google —preferiblemente en inglés— encontrarán como resultados páginas que incluyen en su encabezado titulares como «Royal H. Burpee era una persona real», lo cual ya da algunas pistas sobre el misticismo de este personaje. ¿Qué persona real necesita recalcar que existió? En Internet existen supuestas fotos suyas, incluso fotografías de su lápida. Es cierto que existen referencias periodísticas de su vida. En su obituario, disponible a golpe de click, se recuerda que combatió en la I Guerra Mundial alistado en la marina estadounidense, que vivió noventa años, pero es imposible hallar su tesis doctoral online, lo que atestiguaría su autoría.

Posteriormente, el burpee se incorporó al mundo militar, popularizando todavía más su fama entre algunos sectores de la población. Especialmente, entre los amantes de la disciplina y los valores de sacrificio de los cuerpos armados. Existe un tipo de burpee —llamado Navy Seal Burpee— que incluye una flexión de cada rodilla durante la plancha en el suelo y la Marina Real británica, a través de su página web, explica y recomienda hacer un «Royal Navy Burpee».

Sin embargo, pese a su popularidad y a reconocer sus bondades, tenemos que hablar seriamente del burpee. «Se han puesto muy de moda últimamente y realmente es un ejercicio muy completo porque al final trabajas todo el cuerpo, también a nivel cardiovascular, pero considero que no son para todo el mundo», adelanta Rubén Río, educador físico deportivo. 

La técnica que se resiente, el gran problema del «burpee»

Vendidas las bondades de este movimiento, toca hacer unas cuantas advertencias. Las expone Javier Butragueño, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte: «Es un ejercicio global, que implica muchos grupos musculares: el pectoral, el deltoides, los tríceps, el core y las piernas. Además, al implicar tantos grupos, el gasto energético es alto. Al final estás haciendo flexiones, te estás levantando, te estás volviendo a flexionar... ¿Sirve para perder peso? Depende de quién lo vaya a hacer, porque si el grupo que vas a poner a trabajar no lo va a soportar bien, yo no lo recomendaría».

Butragueño recuerda que ningún ejercicio por sí mismo representa la solución milagrosa para ningún cuerpo. Ahora bien, ¿es mejor hacer burpees que no hacer nada? Evidentemente. «Si tú te pones a hacer flexiones todos los días, ten por seguro que vas a mejorar el pectoral y el tríceps. Si haces peso muerto a diario, vas a mejorar los isquiotibiales y los glúteos. Y si haces burpees todos los días, te pones fuerte. Seguro que sí. Ahora, si nunca has hecho nada de ejercicio tendrías que hacer otras cosas y no exclusivamente burpees», comenta Butragueño que asegura que, en base a su experiencia, la gran mayoría de las personas que realizan este ejercicio no los ejecutan de una forma correcta: «Este culto al burpee surgió a raíz de esta persona, se utiliza y se ha utilizado mucho en deportes como el crossfit. Él lo ha popularizado con eso del «fucking burpees» y le ha ido bien —si entendemos «bien» como lograr convertirse en un meme de fama dudosa en Internet—. Todo el mundo está con eso, pero es un ejercicio más. No tiene mucho misterio. Que sí, que es un ejercicio muy global, pero no todo el mundo está preparado para hacerlo. Si te vas a un sitio de crossfit y ves cómo hacen los burpees, al final todo el mundo los hace mal. Si tu cuerpo está preparado para soportar esa carga, lo va a aguantar; si no, te vas a lesionar. No hay más. Como pasa con todos».

Existen pistas que, si decidimos optar por este tipo de rutina, pueden indicarnos cuándo debemos parar. Como ya se ha dicho, este ejercicio provoca mucho desgaste, por lo que pronto empezaremos a resentirnos y a ejecutar mal la técnica. Porque aunque Lladós considere que el dolor y el sufrimiento es positivo, el dolor y el sufrimiento nos acercan más a hacernos daño que a dejar de ser «mileuristas» o «inútiles».

«En el mundo del fitness la gente está muy equivocada, porque, cuando vas cansándote, lo normal es que la técnica del ejercicio empeore. En el momento en el que la espalda se empieza a arquear, ahí es un momento donde podemos parar. La técnica ya no es buena, por lo que de ahí en adelante todo el riesgo», comenta Butragueño.

El experto reconoce que aquellas personas acostumbradas a este tipo de ejercicios pueden forzar un poco más la máquina. «Hay gente que, conservando la técnica más o menos bien, prefiere aguantar un poquito más para ver hasta dónde. Porque al final es un sistema adaptativo. Cuando te esfuerzas, llegando al máximo, tu cuerpo responde. Pero si tu nunca has hecho burpees, como profesional no te voy a llevar al límite, que es lo que sucede muchas veces. A esta persona le da igual que tú tengas buena condición física o mala. Tú haces burpees y eso te va a hacer mejorar. Bueno, o te puedes lesionar», advierte.

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Además de fijarnos en la posición de la espalda —si se arquea más o menos a medidas que se acumulan las series—, la velocidad con la que subimos y bajamos al suelo. También la cadera que tenderá a irse hacia abajo o el salto final, que reducirá su altura, son señales de que la persona ha alcanzado su límite. 

Adaptados y acompañados

Como recuerda Rubén Río, educador físico deportivo, «una persona que se está iniciando en el mundo del entrenamiento debería hacer burpees adaptados». Y no debemos olvidar trabajar los aspectos compensatorios para evitar unas rutinas, valga la redundancia, descompensadas. «Debemos trabajar siempre la movilidad articular, el core (plancha abdominal, puente de glúteo). A mí me gusta también que se combine con un trabajo de carga en general, las pesas de toda la vida, pero sin olvidar el trabajo cardiovascular», expone Río. 

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.