El «mile high club» del alcohol, esto es todo lo que sucede al cerebro cuando bebes en un avión

Sofía Beradi / L.B. LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Cuidado con tomar alcohol en un avión.
Cuidado con tomar alcohol en un avión. I Stock

Tomar vino, cerveza o cualquier bebida destilada durante los vuelos, combinado con la presión de la cabina, podría representar un riesgo para la salud

03 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Existe una sociedad semiclandestina que de vez en cuando da señales de vida en internet. Sus miembros, con orgullo, presumen de formar parte del Mile high club, que es una forma que han encontrado en el mundo anglosajón de decir —sin decirlo— que han mantenido relaciones sexuales en pleno vuelo. El término hace referencia a la milla de altura, metro arriba, metro abajo, a la que viajan los aviones. El número de personas que integran el club, sinceramente, es minoritario comparado con el porcentaje total de viajeros que no deciden montarse una fiestecilla dentro de un cubículo de apenas sesenta centímetros de ancho. Mucho más común es encontrar a gente que, presa del aburrimiento o de los nervios, decida pedir a la tripulación un trago para paliar cualquier escenario. Pasta o pollo. Agua o… ¿vino?. Es normal que se ofrezcan distintos tipos de bebidas alcohólicas durante los vuelos. La carta va desde el vermú hasta la cerveza. Incluso muchos pasajeros las utilizan como ayuda para inducir el sueño. Sin embargo, existen estudios que recomiendan e invitan a no hacerlo. 

Se sabe que permanecer en un ambiente hipobárico —presión atmosférica baja— disminuye la saturación de oxígeno y aumenta la frecuencia cardíaca. A su vez, la altitud de un vuelo hace que el metabolismo funcione más lento, lo que disminuye la tolerancia al alcohol, por lo que ingresar en estado de ebriedad se vuelve muy fácil. 

Una investigación publicada por Thorax, del grupo British Medical Journal, concluye que la combinación de alcohol e hipoxia hipobárica (descenso en el aporte de oxígeno a los tejidos) durante el vuelo «reduce la calidad del sueño, desafía al sistema cardiovascular y conduce a una duración prolongada de la hipoxemia [nivel bajo de oxígeno en la sangre]». 

Hay que tener en cuenta que los aviones comerciales vuelan a entre 10.000 y 12.000 metros sobre el nivel del mar. Consumir alcohol a estas alturas disminuye la capacidad de oxigenación del cerebro, lo que impide al órgano recibir la cantidad necesaria de oxígeno. A raíz de estas condiciones se produce una sensación de agotamiento y dificultad para concentrarse.

Aunque las cabinas están presurizadas, las condiciones en un avión son distintas a las «normales» para los que no vivimos a grandes alturas, explica la neurocientífica Mónica Folgueira Otero, parte del Grupo de Investigación Neurover y de la Universidad de la Coruña, y añade: «Los niveles de oxígeno y presión en un avión son similares a estar en lo alto de una montaña». 

La influencia combinada de la presión atmosférica reducida y el alcohol en sangre tiene, según un estudio de Escuela de Medicina de Aviación del Ejército de Alabama (USASAM), un «efecto supraaditivo que lleva a desaturaciones de oxígeno clínicamente relevantes y aceleraciones de la frecuencia cardíaca durante el sueño».

«Se debe restringir el consumo de bebidas alcohólicas a bordo», sobre todo quienes padecen síndrome de apnea obstructiva del sueño o síndrome de hipoventilación por obesidad

 En los vuelos largos, y en los cortos también, los pasajeros suelen aprovechar a dormir. De por sí, el sueño durante el vuelo potencia la caída de la saturación de oxígeno en sangre causada por la disminución de la presión parcial de oxígeno en la cabina. Pero si a eso le añadimos el consumo de alcohol, el escenario empeora. 

Las conclusiones del estudio de USASAM, expresan: «En jóvenes y adultos sanos encontramos una disminución en oxígeno en sangre a una mediana del 85% durante el sueño bajo la exposición combinada que estuvo acompañada por un aumento en la frecuencia cardíaca y trastornos del sueño. Dosis más altas de alcohol podrían amplificar estos efectos observados, aumentando potencialmente el riesgo de complicaciones de salud y emergencias médicas durante el vuelo, especialmente entre personas mayores y aquellas con condiciones médicas preexistentes. Nuestros hallazgos sugieren fuertemente que se debe restringir el consumo de bebidas alcohólicas a bordo». 

Según la declaración clínica de British Thoracic Society (BTS) sobre viajes aéreos, se recomienda evitar el alcohol en las doce horas previas y durante el viaje aéreo cuando se padece síndrome de apnea obstructiva del sueño o síndrome de hipoventilación por obesidad. Quienes las padecen también deben evitar la toma de fármacos sedantes.

 El estudio de USASAM explica que los pasajeros de aviones con enfermedades cardiopulmonares también tienen un mayor riesgo de agravar los síntomas debido a la disminución de la presión en la cabina, que se amplifica durante el sueño. «El alcohol tiene efectos similares, pero los cambios inducidos por la hipoxia hipobárica suelen ser más pronunciados», expresan. 

La hipoxia hipobárica es un fenómeno que se define como el descenso en el aporte de oxígeno a los tejidos debido a una caída en la presión parcial de este gas causada por la exposición a una atmósfera de bajas presiones, como puede ser a grandes alturas.

En un artículo de The Journal of the Royal Society for the Promotion of Health sobre el confort y salud en los aviones comerciales se menciona una encuesta de 19 pacientes con tromboembolismo asociado a vuelos de larga distancia. Los pasajeros que habían bebido alcohol y no habían movido sus piernas comenzaron a presentar síntomas inmediatamente o hasta 93 horas después del vuelo.

«Los viajeros pueden minimizar el riesgo de trombosis venosa profunda hidratándose adecuadamente, evitando el alcohol, caminando de 10 a 15 minutos cada dos horas de viaje y realizando ejercicios isométricos sentados. El uso de medias de compresión puede prevenir la trombosis venosa profunda asintomática y la trombosis venosa superficial en vuelos de cinco horas o más de duración», aconsejan desde la Escuela de Medicina de Aviación del Ejército de Alabama. Aunque la trombosis venosa profunda (TVP) no es causada por el entorno del vuelo en sí, es una preocupación para las personas que permanecen sentadas durante períodos prolongados o tienen factores de riesgo. La incidencia de TVP alcanza hasta el 5,4% en grupos de alto riesgo que vuelan una media de 12,4 horas. 

A su vez, señalan que las personas propensas a marearse en el aire también deben abstenerse de consumir alcohol durante el vuelo y antes del vuelo, y procurar comer comidas más pequeñas y ligeras. 

Recomendaciones básicas para los que padecen comorbilidades

En general, las recomendaciones para cada grupo incluyen mantenerse hidratado, evitar el alcohol para prevenir la deshidratación, caminar al menos de 10 a 15 minutos cada dos horas de viaje y realizar ejercicios isométricos sentado. Las medidas de prevención incluyen dormir lo suficiente antes de viajar, evitar el alcohol y comer en horarios adecuados después de llegar al destino. 

En conclusión, cuanto mayor es el consumo de alcohol, mayores pueden ser estos efectos, sobre todo entre los pasajeros de más edad y los que padecen enfermedades preexistentes.