
La experta en dermoestética cita un estudio de la Universidad de Harvard que halló que la frecuencia ideal para bañarse no supera las cinco veces a la semana
23 may 2025 . Actualizado a las 15:52 h.La ducha diaria es parte incuestionable de la rutina para muchos: ya sea para relajarse por la noche antes de dormir, por la mañana para empezar el día con energía o en el vestuario del gimnasio para refrescarse tras un entrenamiento intenso, este hábito se asocia en el imaginario popular a la higiene y el bienestar. Sin embargo, para la ciencia no está tan claro que bañarse todos los días sea beneficioso.
De hecho, un estudio de la Universidad de Harvard halló que hacerlo podría ser perjudicial para la piel. Así lo ha señalado también la enfermera dermoestética Marta Díez en su cuenta de TikTok. La experta explicó a sus más de 225.000 seguidores en esa red que «ducharnos en exceso puede provocar problemas en la piel ya que se desajustan los aceites y grasas naturales que sirven de contaminación frente a bacterias, contaminación y rayos del sol». Analizamos en profundidad qué le pasa a nuestra piel cuando nos duchamos a diario, con qué frecuencia es mejor hacerlo y cómo debe ser esa ducha para respetar el tejido cutáneo al máximo.
Erosión de la barrera
Nuestra piel tiene una capa exterior que actúa como barrera protectora frente a las agresiones externas con las que interactuamos en el día a día, que van desde bacterias hasta la radiación solar o los agentes contaminantes presentes en el aire debido al uso de combustibles fósiles. Esta protección opera más allá del nivel visible. Existe un ecosistema microscópico que recubre la piel: el microbioma cutáneo, que está compuesto por microorganismos beneficiosos que colaboran activamente en nuestras defensas.
Como explica el doctor Robert H. Shmerling, editor de la revista Harvard Health Publishing, ducharse todos los días, especialmente si utilizamos jabones antibacterianos, puede alterar el equilibrio natural de ese ecosistema cutáneo, arrasando con las bacterias que aportan beneficios a nuestro organismo y permitiendo, a su vez, que otras más resistentes, incluso potencialmente patógenas, se fortalezcan.
En este sentido, el estudio de Harvard, respaldado por la experiencia de dermatólogos y expertos en dermoestética, pone sobre la mesa una larga lista de efectos negativos asociados a una higiene corporal excesiva y mal entendida:
- Sequedad e irritación: El baño frecuente elimina los aceites naturales que mantienen la piel hidratada, lo que provoca grietas, rojeces y una sensación constante de tirantez.
- Riesgo de infecciones: Una piel seca y con la barrera cutánea comprometida es más vulnerable a bacterias y hongos. Si además existen pequeñas heridas, el riesgo de infección se multiplica.
- Picor persistente: A medida que se deshidrata, la piel puede desarrollar picores difíciles de aliviar, que a menudo se agravan al rascarse.
- Acné y foliculitis: Al eliminar el manto ácido protector de la piel, se facilita la inflamación de los folículos pilosos, originando granos o abscesos.
Cuántas veces a la semana hay que bañarse
Como señala Marta Díez en su vídeo, ducharse todos los días no es necesario. La frecuencia ideal, según su experiencia y la evidencia científica, se sitúa entre tres y cinco veces por semana, siempre adaptándose a las condiciones individuales: actividad física, clima y características de la piel, entre otros factores. Por el contrario, si nos duchamos todos los días, «la piel se puede volver seca y tener grietas o rojeces», advierte Díez.
Con todo, las personas que hacen ejercicio vigoroso o trabajan al aire libre realizando esfuerzos físicos pueden necesitar una ducha diaria para eliminar el sudor. En estos casos, la recomendación pasa por limitar el tiempo de la ducha a unos tres o cuatro minutos y no lavarse el pelo todos los días, optando por proteger el cuero cabelludo con una gorra de baño y lavándolo en días alternos si se percibe irritación con el lavado diario. En caso de tener caspa o un cuero cabelludo excesivamente graso, el lavado capilar diario sí estaría indicado, señalan los expertos.
La ducha perfecta
Si te gusta salir del baño con la piel enrojecida por el calor del agua, estos meses cálidos son la oportunidad perfecta para empezar a soltar este mal hábito. Según detallan desde Harvard, la temperatura de la ducha debe ser templada, nunca caliente, ya que el calor excesivo dilata los poros y elimina lípidos protectores de la piel, dejándola más vulnerable.
Para limpiar correctamente el cuerpo bastan cinco minutos: extender la duración solo conseguirá que nuestra piel se reseque al quedar expuesta durante más tiempo al agua. Como máximo, Díez indica que podemos permanecer bajo el agua 15 minutos.
La elección de productos también es crucial. Muchos geles de baño comerciales contienen ingredientes que pueden erosionar la capa córnea de la piel y desencadenar reacciones adversas. La recomendación en este sentido es recurrir a los geles syndet, un tipo de jabones neutros que cuentan con surfactantes suaves y, sobre todo, evitar los productos con fragancia, que aportan más papeletas para irritar nuestra piel.
En cuanto a esponjas, cepillos y manoplas, que se han popularizado recientemente, aunque pueden sumar confort a la experiencia del automasaje de la piel en la ducha, no son lo más recomendable. Especialmente, las esponjas, ya que acumulan bacterias en sus recovecos y pueden causar una fricción excesiva con nuestro cuerpo. Si aún así decides utilizarla, recuerda cambiarla, como máximo, cada dos semanas.
Para secarse, lo ideal es usar cada vez una toalla limpia y dar pequeños toques, sin frotar, para no irritar la piel. Después del baño, podemos aplicar una crema hidratante sin fragancia para contribuir a reponer algo del agua que nuestra barrera cutánea necesita para mantener su función.
Los cinco pasos para la ducha ideal:
Si vas a ducharte, hazlo bien. Estas son las recomendaciones clave de dermatólogos y expertos:
1. Usa agua tibia. El agua caliente reseca la piel. La temperatura ideal es entre 34 y 37 grados.
2. Ducha breve: menos de 5 minutos. Según la OMS, una ducha eficiente no debería superar los 5 minutos. Así, además de cuidar la piel, ahorras agua.
3. Evita jabones agresivos. Usa jabones neutros, sin alcohol ni fragancias. Los mejores son los que contienen glicerina o aceites naturales.
4. No uses esponja. Las esponjas acumulan bacterias. Si las usas, deben secarse completamente y renovarse cada 2 semanas.
5. Seca con suavidad. Evita frotar la piel con la toalla. Sécala a toques y aplica una crema hidratante inmediatamente después.