¿Cómo debemos tomar el sol?: «Los rayos UVA son los que más se relacionan con el fotoenvejecimiento, inducen más daño en el colágeno»
VIDA SALUDABLE

Aplicar crema solar es imprescindible para cuidar nuestra piel, pero «ninguna protege más de dos horas»
17 jun 2025 . Actualizado a las 16:31 h.La primera ola de calor se ha adelantado al verano. Más de la mitad de España se encuentra en alerta naranja por altas temperaturas. En Galicia, también se ha activado en las áreas del Miño, tanto de la provincia de Ourense como de Pontevedra, alcanzándose más de 36 grados. Con esta situación, no son pocos los que se refugian en playas o piscinas. Y las dudas, asaltan: ¿qué crema solar debo utilizar? ¿cuánto tiempo debo estar al sol? ¿qué pasa si lo sobrepaso?
Los rayos ultravioletas (UV), tal como su nombre indica, son los que se encuentran dentro del espectro electromagnético más allá del violeta, que es el último color que el ojo humano es capaz de percibir. Existen tres grandes tipos: A, B y C. Tal como explica Juana Gallar, catedrática de Fisiología en la Universidad Miguel Hernández y directora del Instituto de Neurociencias en este artículo, «designan tres rangos de las longitudes de onda que se encuentran más allá del violeta y, por suerte para nosotros, los C no suelen llegar a nosotros gracias a la capa de ozono que protege a la Tierra, que los filtra».
Sí lo hace el resto. Los rayos UVA son los que más cerca están del violeta y según la experta, son los menos dañinos. Pero menos agresividad no es sinónimo de inocuidad. «Son los que más se relacionan con el fotoenvejecimiento ya que inducen más daño en el colágeno, la dermis, porque penetran de una forma más profunda», subraya Gallar. Así, forman arrugas, manchas oscuras y lentigos.
Mientras que los rayos UVB son los más dañinos. Son los responsables de que nos quememos cuando estamos expuestos al sol sin protección y son los que propician que se vaya acumulando daño en los núcleos de las células de nuestra, incluso modificando su ADN. De esta forma, aunque ambos tipos de rayos UV pueden aumentar el riesgo de cáncer de piel, el melanoma está más asociado con los rayos de tipo UVB.
1. Elegir un buen fotoprotector
El factor de protección solar (más conocido por las siglas FPS o SPF) indica el número de veces por el que se multiplica el tiempo que se puede permanecer al sol sin que nuestra piel se queme.
La protección solar 30 ofrece una elevada protección ante los rayos UVA y UVB, absorbiendo el 97 % de la radiación. Además, el incremento de la protección no es lineal. Es decir, los factores de protección solar por encima de 50 no aumentan sustancialmente la protección frente a la radiación UV, «de hecho un SPF 50 significa que la crema solar absorbe aproximadamente el 98% de los rayos UVB. Esto quiere decir que solo el 2% de los rayos UVB pueden alcanzar la piel», explican desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Por lo tanto, no hay ninguna crema que proteja al cien por cien.
2. Echarse crema antes de la exposición solar y en abundancia
«Se recomienda siempre aplicar el fotoprotector unos quince o veinte minutos antes de exponerse porque los protectores que son químicos y que hacen efecto desde dentro de nuestra piel necesitan un tiempo de absorción. Si nos lo echamos en la playa, hay que esperar esos veinte minutos a que el protector se absorba y haga efecto. Si lo echamos en casa y luego vamos a la playa, esos 20 minutos en realidad ya están consumidos», indicaba Nuria Blázquez, miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), en este artículo sobre fotoprotectores.
Blázquez, remarca: «Ninguna crema protege más de dos horas o dos y media». Además, durante el tiempo que nos exponemos al sol sudamos, nos bañamos o nos secamos con la toalla. Todas estas acciones también van eliminando la crema de nuestro cuerpo.
En la cara, la mejor medida son dos dedos. Y en el cuerpo, no hay que olvidarse de zonas como el cuello y las orejas. «Y hacerlo en cantidad generosa. Una mano llena de crema es lo que deberíamos utilizar para todo el cuerpo», asegura la dermatóloga.
3. Puedes guiarte por el índice UV
El índice de radiación ultravioleta (UV) es aquel que puede producirnos un efecto de eritema en la piel; en una escala de uno en adelante y a partir de diez, es muy extremo. Se determinó por colores. Cuando no pasa de 2 es seguro (verde), de 3 a 5 (amarillo), es nivel medio: es el que nos podemos encontrar ahora entre las 9.00 y las 11.00 horas de la mañana. A partir de ahí, pasamos a 6 y 7, que es nivel alto (naranja) y hasta las 16.00 o 17.00 horas se dan los índices expresados con color rojo, que significan que vamos a tener unos niveles muy altos o extremos (violeta) de radiación UV.
Si el objetivo es sintetizar vitamina D, el doctor José Aguilera coordinador del Grupo Español de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), recurre a un ejemplo. «Un día de primavera en el que da el sol, si soy un fototipo cutáneo de ojos marrones y pelo castaño, y me expongo sin protección, a los veinte o treinta minutos de exponerme al sol al mediodía, ya se produciría un daño en la piel. La mitad de ese tiempo (de diez a quince minutos) es el ideal, lo saludable. Mostrando nuestros antebrazos, cuello y cara, ese tiempo sería suficiente. Con cinco minutos en esas circunstancias, ya producimos mil unidades internacionales de vitamina D, que es la dosis perfecta para tener unos niveles óptimos».
4. Evita horas clave y utiliza medidas de protección física
Los expertos recomiendan utilizar ropa de trama tupida, no elásticos. Preferiblemente algodón y de color oscuro. Al igual que optar por otro tipo de complementos que actúen de barrera, como gorras, sombreros, pañuelos. Y sobre todo, hacer uso de la sombra y evitar exponerse en las horas centrales del día.
5. No te olvides de las gafas de sol
Según los datos recogidos por el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas, una de cada tres gafas de sol que se venden en nuestro país no superan los controles sanitarios necesarios, a pesar de que pueden dañar la visión provocando queratoconjuntivitis, queratitis o cataratas prematuras. Este tipo de patologías, junto con las típicas infecciones oculares, se incrementan en un 20 % durante el período estival.
El Colegio recalca que las gafas de sol deben de ser homologadas, es decir, que hayan pasado un control sanitario por parte de óptico-optometrista. Por lo tanto, no aconsejan su compra en bazares o mercadillos «donde se venden falsificaciones sin ningún tipo de registro sanitario». En este sentido, conviene fijarse en el filtro solar. Existen cinco tipos, en función de su capacidad de absorción lumínica:
- Categoría 0. En este grupo entran las gafas de lentes muy claras, que son capaces de absorber de un 0 a un 19 % de la luz.
- Categoría 1. Este tipo de filtro puede absorber entre un 20 y un 56 % de luz por sus lentes que son ligeramente coloreadas. Se recomiendan en condiciones de luminosidad leve.
- Categoría 3. Su uso es óptimo cuando existen condiciones de luminosidad alta. Son las óptimas para utilizar en primavera y verano, en la playa o montaña, porque son capaces de bloquear entre un 82 y un 92 % de luz.
- Categoría 4. Son las ideales para zonas de alta montaña o para practicar esquí; lugares donde la incidencia del sol es extrema y donde entra en juego la reflexión lumínica sobre las superficies (ya sea nieve o agua).
6. Hidratarse, por dentro y por fuera
Es fundamental hidratarse por dentro bebiendo suficiente agua mientras estamos expuestos al sol, pero también cuidar nuestra piel aplicando crema después de la exposición, para prevenir esa sensación de sequedad y tirantez.
En el peor de los casos, existirá una quemadura. Y una de las preguntas que suele surgir es: ¿crema hidratante, after-sun o aloe vera? Aunque el aloe vera es uno de los remedios caseros más empleados por la población, lo cierto es que Lucía Gámez Pérez, dermatóloga del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (GADET) de la Academia de Dermatología, lo desaconsejaba en este otro artículo: «Suele provocar una acción refrescante, pero también puede producir más deshidratación de la piel al tratarse de un gel, por lo que es mejor emplear cremas más densas para ayudar a regenerar la piel».
7. Los pequeños, mejor a la sombra
«Lo primero y más importante: los niños menores de 6 meses, se recomienda no exponerlos al sol», afirma Estefanía Blanco, farmacéutica especializada en dermocosmética en este artículo. A partir de esa edad, se debe seguir limitando la exposición y por supuesto, elegir las horas de menor intensidad solar. «Hasta que la piel del bebé no esté madura, hasta el año o así, se recomienda protección física. Es decir, sombra, gorro, gafas y ropa. A partir del año se pueden ir exponiendo, pero no deben dejar de utilizar este tipo de protección física», añade Blázquez.
¿Qué crema es mejor para ellos? «Lo más importante es asegurarse de que sean productos de índices altos, un factor de protección 50 mínimo, y aplicarlos correctamente. Se recomienda utilizar filtros minerales en niños menores de un año», señala Blanco. Los protectores pediátricos o dirigidos a niños son los mejores para su piel ya que «sus componentes físicos no penetran en la piel del bebé y eso nos da la seguridad de que no les de una reacción alérgica», apunta Blázquez.