El corazón de Donald Trump es «catorce años menor que su edad cronológica»

La Voz de la Salud

VIDA SALUDABLE

Donald Trump en su discurso ante Naciones Unidas.
Donald Trump en su discurso ante Naciones Unidas. Mike Segar | REUTERS

La Casa Blanca ha difundido un parte de salud del presidente que arroja resultados «excepcionales»

11 oct 2025 . Actualizado a las 12:43 h.

La Casa Blanca informó este viernes de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se había sometido a una evaluación médica rutinaria en el Centro Médico Walter Reed, con resultados positivos. «El presidente Trump sigue demostrando una excelente salud general», destaca la evaluación efectuada por el médico presidencial, el capitán de Marina Sean Barbarella, que fue divulgada por la jefa de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, en su cuenta de la red social X.

El chequeo, que incluyó estudios de laboratorios que midieron el estado cardiovascular, pulmonar, neurológico, neurológico y físico, concluyó que la salud del mandatario es «excepcional». También se informa de que ha recibido un recuerdo de la vacuna del covid. 

Es más, la nota de prensa destaca que la edad cardíaca de Trump «resultó ser aproximadamente catorce años menor que su edad cronológica», es decir, la de un hombre de 65 años. Todo ello, le permite seguir en sus quehaceres diarios sin restricciones o límites. 

Diferentes edades

El apunte de edad biológica frente a edad biológica es una medida de salud que ha ido ganando relevancia en los últimos años. Las arrugas, las canas o las velas que se suman año a año a la tarta ya no son los únicos indicadores del paso del tiempo pues, en realidad, es más importante lo que sucede a nivel celular. 

Así, se anteponen dos conceptos. Por un lado, la edad biológica, que marca el envejecimiento de los tejidos y la velocidad a la que se produce este proceso; y por otro, la cronológica, que son los años que se reflejan en el DNI. 

A las anteriores, se suman la edad subjetiva, que es la que cada persona siente que tiene, y la percibida, que es la que otras personas podrían pensar que uno tiene. ««Hay mucha bibliografía que indica que sentirse con menos edad de la que se tiene aporta una ventaja desde el punto de vista de la salud. Por ejemplo, se ha visto que quien se siente más joven tiene más cantidad de materia gris en el cerebro y sufre menor deterioro relacionado con la edad», justificaba el biólogo molecular Antonio Ayala, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Sevilla y miembro de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (Semal), en este reportaje

¿Qué es la edad biológica?

La buena noticia en este baile de términos es que, con hábitos saludables, la edad biológica se puede retrasar y que el tiempo —como le sucede a Trump— no pase por el organismo de uno. 

La edad biológica refleja el envejecimiento real de los sistemas del cuerpo de una persona. Por definición, es una estimación del estado estructural y funcional del organismo, en la que media el deterioro sufrido a lo largo del tiempo. De esta forma, dos personas que nacieron el mismo día del mismo año pueden tener dos perfiles de edad biológica totalmente diferentes. «La edad biológica es algo que solo se puede aplicar de forma específica cuando estamos haciendo el proceso de envejecimiento. Es decir, a partir de la década de los 20. Desde ese momento hasta el final de nuestra vida, todo lo que hacemos es estar envejeciendo», explicaba la investigadora Mónica de la Fuente, catedrática de Fisiología, en este artículo. Con esto en mente, a medida que empezamos a soplar velas, la edad biológica empieza a ser más dispar entre unos y otros, pues los resultados que arroja pueden ir en beneficio —que uno sea más joven biológicamente— o en perjuicio, con más años de los que le corresponden. 

«Conforme cumplimos años, todas las funciones van decayendo, desde la visual o la auditiva hasta la renal, hepática o cardíaca. Decaen de una forma general para todo el mundo. Pero hay gente cuyas funciones decaen a mayor velocidad, lo que quiere decir que envejecen prematuramente, y hay otra gente en la que estas funciones permanecen más que en la media. En este caso, el envejecimiento es más óptimo», observaba Ayala.

Cómo se mide la edad de los órganos

La edad biológica se mide a partir de biomarcadores. El foco de atención se centra en los telómeros, unas estructuras que se encuentran al final de las cadenas de ADN que están en todas las células de nuestro cuerpo. Cuantos más cortos, peor. 

Además, se conocen otros procesos identificados como causantes del envejecimiento, de los cuales se pueden extraer medidores que indicarían el nivel en el que uno se encuentra. 

En el envejecimiento también se involucran otros procesos como el mecanismo de inflammaging, que se ha asociado al desarrollo de la demencia; la pérdida de proteostasis (que las proteínas sufren cambios que las hacen funcionar peor), de células madre o una menor eficiencia de las mitocondrias en las células, lo que lleva a la producción de más radicales libres. 

El poder de los buenos hábitos

Los hábitos de vida saludable, que luchan contra estos mecanismos de degeneración, pueden enlentecer el envejecimiento biológico. La nutrición y el movimiento resultan claves. «La alimentación es lo único, en principio, que tenemos demostrado que contribuye a frenar el envejecimiento. Siempre se ha entendido, por la longevidad de los países mediterráneos, que la dieta mediterránea realizaba una labor en favor de ello. Esa intuición se ha podido demostrar y ha cobrado más importancia gracias al conocimiento de los telómeros y la posibilidad de medirlos», aseguraba el doctor Lorenzo Pérez Castillo, especializado en envejecimiento, en este reportaje

En cuanto al efecto del ejercicio físico, se sabe que el sedentarismo se relaciona con un amplio abanico de enfermedades ligadas al envejecimiento, como es el caso de las neurodegenerativas. Además, la pérdida de masa muscular aumenta el riesgo de caídas y fracturas. Por ello, una combinación de ejercicio de fuerza y de tipo aeróbico restan años. 

Ahora bien, sobre la base se asientan otros factores. Es el caso de socializar, de evitar hábitos tóxicos como el tabaco o el consumo de alcohol, el estrés o la privación del sueño. «Si tus padres han sido longevos, esa herencia genética va a jugar a tu favor, pero tiene que ir acompañada de unos buenos hábitos», resumía Ayala.