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Mi padre, asesino en serie: cómo superar el ‘shock’ de ser la hija de un psicópata sádico

Dennis Rader torturó y mató a decenas de mujeres

Mi padre, asesino en serie: cómo superar el ‘shock’ de ser la hija de un psicópata sádico

Para ella era un padre cariñoso y dedicado. Para decenas de mujeres, su torturador y homicida. Dennis Rader es uno de los asesinos en serie más macabros de Estados Unidos. Ahora su hija, tras pasar por años de depresión y angustia, ayuda a resolver los crímenes de su padre todavía pendientes. Y afronta la pregunta que más odia: ¿cómo no te diste cuenta?

Viernes, 02 de Febrero 2024

Tiempo de lectura: 7 min

Llamaron a la puerta. Kerri Rawson, en pijama, abrió y un agente del FBI le mostró su placa. Lo hizo pasar a la cocina, donde tenía una tarta en el horno. Era el 25 de febrero de 2005. «¿Su padre es Dennis Rader?», la interpeló el agente. «Sí, ¿le ha pasado algo a papá?», preguntó angustiada. La respuesta la dejó sin aire: «Ha sido detenido como sospechoso de diez asesinatos».

Rawson, que entonces tenía 26 años, solo acertó a balbucear: «No puede ser». Había visto por última vez a su padre en Navidad. Recordó cómo le envolvió el olor de su colonia cuando se abrazaron para despedirse. Dennis Rader era un miembro respetado en su comunidad; presidente de la Iglesia luterana de Wichita (Kansas), líder de los Boy Scouts...

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El anzuelo. Kerri Rawson recuerda cuánto disfrutaba durante las excursiones con su padre, Dennis Rader, que llevaba una doble vida de ciudadano ejemplar y asesino despiadado. La Policía de Misuri ha reabierto el caso de una joven que apareció muerta muy cerca de uno de los lugares donde solían pescar.

«Su padre es el asesino BTK», le informó el agente, siglas que corresponden a las palabras bind, torture, kill ('atar, torturar, matar'). Es el alias con el que ha pasado a la historia de Estados Unidos uno de los asesinos en serie que más tiempo permaneció en activo: 31 años. El sobrenombre, por cierto, se lo puso él mismo. Durante semanas, Rawson permaneció en estado de shock. Le diagnosticaron trastorno por estrés postraumático, ansiedad y depresión. Hoy, con 45 años, sigue recibiendo terapia. En su Instagram muestra las páginas de una Biblia subrayada y anotada, las camisetas serigrafiadas con mensajes de autoayuda... Pero en los últimos meses, una parte crucial del tratamiento consiste en desenmascarar los crímenes de su progenitor que la Policía aún no ha resuelto. «Siempre he querido ayudar», dice.

Gracias a la colaboración de Rawson se han reabierto dos casos. El de Cynthia Kinney, de 16 años, estudiante de instituto de un pueblo de Oklahoma; y el de Shawna Garber, de 22, en Misuri. Retenidas contra su voluntad, abusadas sexualmente y estranguladas sin compasión. La firma de BTK. Y no se descarta que haya más...

Un narcisista de manual

El modus operandi de este asesino siempre fue similar: mujeres del vecindario o de pueblos cercanos, chicas del campus, madres jóvenes... Vigilaba a sus víctimas, a las que llamaba 'proyectos', tomaba notas en su diario... y atacaba fríamente, como si estuviera ejerciendo una actividad profesional. Entraba en su domicilio cuando ellas no estaban; cortaba el cable del teléfono y esperaba a que volviesen. Le gustaba regodearse. Se permitía incluso el lujo de facilitar pistas a la Policía. Enviaba misivas a la prensa para revelar detalles de su propia vida: que su padre había sido marine o que vivía junto a las vías del tren. Según su informe psiquiátrico: es un narcisista que reclama atención y que se cree invencible.

Su soberbia fue su perdición. Envió una carta a la Policía en un disquete. Los agentes comprobaron los metadatos del documento de Word y descubrieron que el autor de la carta se llamaba Dennis y que el disquete pertenecía a la iglesia luterana local. Obtuvieron muestras de ADN que coincidían con las encontradas en las víctimas o cerca de ellas. Rader fue sentenciado a diez cadenas perpetuas. Una por cada asesinato. En la actualidad cumple condena en un penal de Kansas.

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El doctor Jekyll... «Era un padrazo –recuerda Kerri Rawson–. Decorábamos el árbol de Navidad en familia y lustraba sus zapatos antes de ir todos juntos a la iglesia; todos, de punta en blanco. Estaba tan orgulloso cuando me llevó al altar… Luego vi por televisión que vestía la misma ropa durante el juicio».

La pregunta que más le hacen a Rawson es también la que más odia: ¿cómo no se dio cuenta de que vivía con un monstruo? «Si mi madre o yo lo hubiéramos sabido, habríamos ido corriendo a avisar a la Policía. Mi madre no le habría hecho la cena durante 34 años a un tipo que ha asesinado a diez personas. Pero casi siempre se comportó como un buen padre y marido. Los psicópatas suelen disimular muy bien», explica.

Y Rader es un psicópata de manual. ¿Qué hay dentro de su mente? La psiquiatra Katherine Ramsland, que se carteó con él, afirma que Rader había desarrollado fantasías relacionadas con la dominación y el BDSM desde la adolescencia. Entonces, las materializaba siguiendo a chicas por la calle o matando al perro de una vecina. En 1966 se alistó en la Fuerza Aérea. Fue destinado a Japón. Frecuentaba los burdeles, donde intentaba atar a las prostitutas. Como no solían dejarse, al final optaba por encerrarse en un motel y ponerse una bolsa de plástico en la cabeza mientras se masturbaba.

«Si mi madre o yo lo hubiéramos sabido, habríamos ido corriendo a denunciarlo. Mi madre no le habría hecho la cena durante 34 años»

En 1970 volvió a Estados Unidos y pasó a la reserva. Un año después se casó con Paula Dietz, una chica de 23 años a la que conocía de la iglesia. Tuvieron dos hijos. La fachada perfecta para su doble vida. Rader encontró trabajo como instalador de alarmas. Le servía para aprender cómo entrar y salir de los hogares de sus víctimas.

«Me he sentido fatal por los treinta años de mierda que mi padre le dio a este pueblo y las cosas terribles que les hizo a sus víctimas. Las mujeres andaban con miedo», relata su hija, que trabajó como maestra y en los últimos años se mantiene con los ingresos de un libro sobre su experiencia y dando conferencias. Hay quien la acusa de lucrarse con los crímenes de su padre. «Yo no elegí esta vida. Mi padre comenzó a matar antes incluso de que yo naciese», se defiende. Y recuerda que tuvo terrores nocturnos cuando era niña, sobre todo a raíz del asesinato de Marine Hedge, una vecina de 53 años que a veces la obsequiaba con galletas recién hechas. Su padre confesaría que, después de matarla, la vistió con lencería de cuero y le hizo fotos con una Polaroid.

... Y Mr. HydeRader era un asesino metódico. A sus crímenes los llamaba 'proyectos', y las víctimas casi siempre eran mujeres blancas de cualquier edad. Solo una vez sus planes fallaron, cuando entró en casa de una familia hispana pensando que estarían madre e hija, pero se encontró también al padre y a otro hijo varón. Los mató a todos./ Getty
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Rawson siempre se ha debatido entre el horror y el anhelo de perdonar. «No importa lo que hayas hecho, eres mi padre y te quiero», le escribió una vez. Fetichista, Rader también guardaba objetos personales de sus víctimas, como ropa interior y joyas. «En el patio, papá construyó una casa en un árbol e instaló un columpio. Encontraron cuerdas y otros objetos para inmovilizar enterrados en ese patio donde jugábamos mi hermano y yo».

Las pistas más sutiles

Rawson se casó con su novio del instituto en 2003. Hay una foto en la que se la ve yendo hacia el altar del brazo de su padre, al que se le saltan las lágrimas de emoción. Pero entonces comenzó a atar cabos. «¿Todas esas noches que llegaba tarde a casa porque decía que tenía trabajo eran sus noches de cacería?», se pregunta. La terapia la ha ayudado también a identificar los abusos. «Serás fea y ningún hombre te querrá», le decía su padre si se tocaba un grano. Durante una excursión, su madre se torció un tobillo y él comenzó a gritarle, fuera de sí: «¡Nos has arruinado el día!». Y, un fin de semana que su hermano había vuelto de la universidad, Rader discutió con él mientras cenaban y, en un momento dado, se abalanzó sobre él y lo asfixió hasta que su rostro se puso blanco.

Ha visitado a su padre en la cárcel porque la Policía le pidió ayuda para resolver un caso. «En el fondo le encanta verme. Aprecia que me haya tomado mi tiempo para estudiar sus crímenes»

Rawson también se da cuenta de cómo su padre la ha manipulado desde que fue detenido. «No soy más que un hombre bueno que ha hecho cosas malas», se justificó tras reprocharle que no lo visitara en la cárcel. Como el doctor Jekyll y Mr. Hyde, Rader tenía perfectamente separadas las dos facetas de su vida.

Más adelante, Rawson pidió una orden de alejamiento para evitar que su padre siguiera escribiéndole y poder centrarse en la crianza de sus dos hijas. Tuvo que anularla para colaborar con la Policía, cuando desde la oficina del sheriff recibió la petición de que se entrevistase con él porque iban a reabrir el caso de la adolescente de Oklahoma y necesitaban nuevas pistas. Ha ido a verlo en dos ocasiones. En el primer encuentro, casi no lo reconoce. «Es un anciano frágil de 78 años que va en silla de ruedas. No sentí nada cuando lo vi. Da la impresión de que se está pudriendo por dentro».

Rader entraba en el domicilio de las mujeres cuando no estaban y esperaba a que volviesen. Le gustaba atarlas, regodearse. Se permitía incluso el lujo de facilitar pistas a la Policía

Rawson le pregunta por sus 'proyectos' de antaño (evita usar la palabra 'asesinatos'). «A veces discutimos, pero en el fondo le encanta verme. Aprecia que me haya tomado mi tiempo para estudiar sus crímenes. Si ve que no domino un tema, deja de hablarme. Así que procuro hacer mis deberes». De una manera retorcida, BTK vuelve a tener el control. Por lo menos ha recuperado la atención de su hija, de las autoridades y de los medios... Para un egomaníaco como él, es un triunfo postrero. «Yo solo quiero encontrar las piezas que faltan en el rompecabezas. Y dar respuesta a las familias que llevan décadas de duelo», zanja su hija.

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