Tanques rusos como trofeos de guerra para levantar la moral
La invasión rusa deja rastros de los planes frustrados de Putin de conquistar Kiev y las principales ciudades del país. Mientras la vida cotidiana regresa a la capital, los restos de la contienda van quedando al margen. Pero el gobierno ha decidido colocar algunos de ellos en pleno centro, como símbolo de la victoria. Los tanques rusos se exhiben, se fotografían... y se cohabita con ellos.
Más de 150 días después del comienzo de la invasión a Ucrania, muchos de sus habitantes, especialmente en Kiev y sus alrededores, logran retomar sus vidas cotidianas, en las que la guerra de Ucrania sigue estando presente. No sólo en los telediarios y en el discurso diario del Presidente, Volodímir Zelenski, sino en el espacio urbano, salpicado de armamento y tanques rusos destruidos por las fuerzas ucranianas durante la fallida ofensiva de Putin sobre la capital. Y es que de momento el presidente ruso ha fracasado en su intento por controlar Kiev, y sus bajas son más de las esperadas. Ucrania contabiliza 43.750 soldados rusos muertos y Estados Unidos, 75.000, entre muertos y heridos, la mitad de los 150.000 que Putin llegó a desplegar al inicio del conflicto, el 24 de febrero. En la imagen superior se puede ver el museo al aire libre en el que las Fuerzas Armadas ucranianas muestran algunos de los más avanzados y sofisticados tanques rusos destruidos junto a otros vehículos militares —hay incluso resto de un avión bombardero derribado— y material bélico en general.
Brotes verdes
Un hombre inspecciona su huerto de Velyka Dymerka, a 40 kilómetros al noreste de Kiev, en el que se pudren dos tanques rusos destruidos por la resistencia ucraniana y junto a los cuales pronto estarán listas para ser cosechadas las coles que se abren paso entre la chatarra. Pese a que no deja de ser también un trofeo de guerra, muchos la retirarían de sus parcelas, pero movilizarla es algo muy costoso y que no pueden hacer sin autorización oficial. Toca esperar y convivir con ello.
Crímenes de guerra
Las carreteras de los alrededores y acceso a Kiev han quedado llenas de vehículos blindados dañados o destruidos, especialmente las cercanas a Bucha, epicentro de una de las más cruentas batallas libradas en el asedio a la capital y en el que Rusia dejó claros rastros de sus crímenes de guerra, abatiendo civiles. Hoy, cuatro meses después, cuando muchos han regresado a Bucha a enterrar a sus muertos, unas 50 personas de los 458 civiles muertos durante la ocupación rusa siguen sin ser aún identificadas. Algunos de los tanques rusos averiados tenían mucha munición dentro y ofrecían la posibilidad de ser reparados para ser luego reeutilizados contra los propios rusos en enfrentamientos posteriores, algo que llegó a hacerse en bastantes casos.
Orgullo patrio
La población ucraniana se acerca al material bélico destruido con auténtico orgullo por sus Fuerzas Armadas y, como en la imagen, posa junto a los signos de la 'derrota' de Putin. En los tanques para desguace pueden ver —dicen— los resultados de su victoria. Desde las propias instituciones se lanza el mensaje: «Por más moderna que sea la maquinaria bélica rusa, la determinación de los ucranianos podrá vencerla». Al margen de las iniciativas oficiales que ha habido, no faltan los coleccionistas de todo el país que, a hurtadillas, escapando al control de la Policía, buscan piezas de metralla, pedazos de bombas e incluso uniformes de los rusos muertos como reliquia personal o futuro material comercializable.
¿Generación perdida?
A muchos ha llamado la atención la gran cantidad de tanques rusos destruidos por las fuerzas ucranianas. Hay una explicación técnica. Rusia decidió emplear, entre otros modelos, los muy vulnerables carros T-72, una trampa mortal para sus ocupantes, ya que llevan múltiples proyectiles en su torreta, donde viajan la mayoría de los tripulantes: bajo la 'cabeza' del vehículo se almacenan hasta 40 obuses que, eso sí, se cargan de forma automática, lo que le da al tanque un gran dinamismo de ataque, además de ahorrar espacio y hacer un vehículo más compacto, lo que lo convierte a la vez en un blanco más difícil de golpear. El riesgo, no obstante, es alto y no ha compensado al Kremlin. Cualquier impacto exitoso —y los hubo muchos por el conocimiento occidental de este 'error de diseño' ruso— hace explotar toda la reserva de munición y decapita al propio tanque. Desde el inicio de la guerra, miles de jóvenes ucranianos —de la generación que ya creció en una Ucrania independiente— se alistaron voluntariamente en el ejército para defender su país. Centenares han muerto en combate; el resto sabe que esta guerra les ha costado ya parte de su futuro y que pertenecerán de un modo u otro a una nueva 'generación perdida'.
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