Viernes, 22 de Noviembre 2024, 09:44h
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La primera vez que lo vi fue en una carretera en las afueras de París, camino de una casa donde íbamos a localizar para un rodaje de un anuncio de ropa interior femenina. Él ya era un director de fotografía prestigioso y yo, una directora con muy poca experiencia. Era mi primer rodaje en Francia, me sentía completamente fuera de lugar y todo me parecía extraño, ajeno, difícil y absurdo, empezando por el anuncio que íbamos a rodar y la publicidad en general. Él venía en Mobylette, con un gorro de lana. Bajó de ella, se sacó el gorro, me estrechó la mano y yo, como movida por un resorte, le vomité mis miedos, mis inseguridades de directora primeriza, mis dudas. Él se rascó la cabeza y me dijo, solemne, que todo iba a salir bien, que no había ningún motivo para que me preocupara. Le creí y me tranquilicé como por ensalmo. Todo fue bien.
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