Viernes, 02 de Febrero 2024
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Un grupo de camisas pardas armados de rifles y pistolas se presentó en el domicilio de Sigmund Freud en Viena. Martha, la mujer del padre del psicoanálisis, los descolocó al tratarlos como huéspedes: los invitó a sentarse y a dejar sus armas en el paragüero del pasillo. Ellos rechazaron la oferta, pero el comportamiento de la mujer de Freud apaciguó sus ánimos. Martha cogió un fajo de dinero, lo puso en la mesa y les dijo: «¿Quieren servirse, caballeros?». Y se sirvieron.
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Stephanie Wilson
Talento Joven Fundación BBVA