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Cómo engañaron a la cantante

Britney Spears: «No sabéis ni la mitad de lo que ha pasado»

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Su caso lleva 13 años en los tribunales. Cuando la estrella parece a punto de liberarse de la tutela legal de su padre [en la foto junto a ella], la documentación que no está bajo secreto de sumario desvela muchas incógnitas sobre su incapacitación.  

Por Fernando Goitia

Jueves, 16 de Septiembre 2021

Tiempo de lectura: 12 min

En este cuento hay una princesa, villanos varios, una jaula dorada de la cual la afligida bella no puede escapar y, todo así parece indicarlo, un final feliz de los que incluyen perdiz en el menú. Britney Spears, su protagonista, no necesita presentación. Es, sin cortapisas, uno de los grandes iconos de nuestro tiempo. Desde hace trece años, sin embargo, no puede tomar decisiones por su cuenta en lo relativo a su salud, su carrera, sus hijos… Su vida entera. Dos personas, su padre una de ellas, lo hacen en su lugar.

Celebridades como Elon Musk, Cher, Madonna, Rose McGowan o Khloé Kardashian, entre muchas, tuitean #FreeBritney exigiendo su libertad. Suscriben la versión, sustentada por un documental de The New York Times (Framing Britney Spears) e investigaciones de la revista The New Yorker –firma Ronan Farrow, el mismo periodista, hijo de Mia Farrow y Woody Allen, que destapó el caso Weinstein–, de que el padre de Britney y varias personas de su entorno se habrían enriquecido a costa de su hija. Sostienen, además, que no existen motivos suficientes que justifiquen la incapacitación de la cantante. Al relato en cuestión, viralizado de forma frenética, le faltan, sin embargo, muchos matices. Detalles que sí ha incorporado en un reciente reportaje la revista alemana Der Spiegel.

En 2008, una veintena de policías llegan a casa de Spears con una orden judicial que autoriza una «custodia psiquiátrica». Atada a una camilla, la cantante es introducida en una ambulancia y escoltada por agentes en moto

Aparecen entre los 1560 documentos del caso BP108870, tramitado por un tribunal del condado de Los Ángeles desde el 1 de febrero de 2008 al 12 de agosto de 2021, fecha de la última vista. Muchos están bajo secreto de sumario, pero con los que están accesibles, y la lectura de Through the Storm. A Real Story of Fame and Family in a Tabloid World, las memorias de Lynne, madre de Britney, la publicación ha reconstruido, en parte, el proceso que llevó a Britney Spears a ser incapacitada y quedar trece años bajo la tutela legal de su padre.

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Lo que sucede en las Vegas... El padre de Britney alegó que cuando se hizo cargo de su tutela, su carrera estaba acabada. Pero solo por sus actuaciones durante cuatro años en un casino de Las Vegas, cobró un millón de dólares semanales.  De los que ella recibía solo dos mil.GETTY IMAGES

Lo primero que llama la atención es el propio procedimiento (probate conservatorship) utilizado para juzgar el caso. Según la ley de California, esta figura jurídica está pensada para una persona «incapaz de velar por sus necesidades personales, su integridad física, alimentación, vestido o alojamiento» y que «no se encuentra en condiciones de administrar sus recursos económicos o de protegerse frente a fraudes o influencias indebidas». Se aplica, mayormente, para proteger a personas mayores que sufren, por ejemplo, de demencia, aunque también a jóvenes afectados por lesiones cerebrales graves o pérdidas de memoria. Nada que ver con el caso en cuestión.

En los 13 años que Britney lleva bajo tutela, la artista ha lanzado cuatro discos, 21 fragancias, diseños varios e, incluso, un videojuego, además de realizar cuatro giras mundiales y una exitosa residencia de cuatro años en un casino de Las Vegas. Actividades que han generado millones de dólares, administrados por su padre, que alimentan sin remedio la teoría del complot. Una conspiración que, de ser cierta, implicaría que dos juezas especializadas en tutela legal se habrían dejado manejar por Jamie Spears y que un buen número de abogados de prestigio, expertos jurídicos y médicos habrían colaborado en el asunto. Las conclusiones de Der Spiegel, sin embargo, van por otros derroteros. Retrocedamos, para empezar, trece años. Hasta enero de 2008.

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La crisis nerviosa. En febrero de 2007, la cantante se rapó la cabeza en una peluquería de California, iniciando una deriva que acabó con ella hospitalizada. Para entonces se había divorciado dos veces y tenía dos hijos, de los que perdió la custodia.

Una veintena de policías llegan a casa de Britney Spears con una orden judicial 5150, la que autoriza una «custodia psiquiátrica». Atada a una camilla, la cantante es introducida en una ambulancia y, escoltada por agentes motorizados, llevada bajo vigilancia a la Clínica Universitaria de la UCLA. Al día siguiente, sus padres solicitan su tutela legal.

El episodio representa la quiebra final de una niña alzada al trono mundial del pop por el star system, la estrella más grande del planeta, para ser devorada por el mismo sistema que la creó cuando empezó a ir por libre. Sufrió primero un linchamiento mediático por romper con Justin Timberlake (ella una zorra, él un santo, fue el veredicto público); llegaron después su polémico beso con Madonna, su boda, en plan risas, con un amigo del instituto en Las Vegas, anulada 55 horas después; luego la de verdad, con Kevin Federline, uno de sus bailarines; el nacimiento de sus dos hijos; el acoso de los paparazzi; las fotos poniendo en riesgo a sus pequeños al huir de los fotógrafos y periodistas; las juergas con Paris Hilton y Lindsay Lohan; su célebre afeitado craneal; el divorcio y, finalmente, una lucha por la custodia de los niños que acabó perdiendo. La imagen resultante convirtió a Britney en una madre fuera de control.

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El malo de la película. Para los padres de Britney, el responsable de las crisis de su hija era su mánager, Sam Lufti, que controlaba todos los aspectos de la vida de la artista e incluso, según su madre, la drogaba.GETTY IMAGES

Según sus padres, sin embargo, la princesa del cuento sí que estaba bajo control. El de su mánager, Sam Lufti, la bruja malvada (brujo en este caso) de este cuento. La madre de Britney declaró ante el tribunal que Lufti controlaba todos los aspectos de la vida de su hija. Le quitó el teléfono, le limitaba la comunicación con ella, le echaba estimulantes y tranquilizantes en la comida... Lynne Spears contó que, en aquellos momentos, su marido y ella veían en el procedimiento de tutela temporal el único modo de arrancar a su hija de las garras de Lufti. De hecho, ya planeaban solicitarla cuando todo se precipitó aquella tarde de enero de 2008.

Según la web de famoseo TMZ, la policía llevaba días preparando la operación. Se diseñaron varias rutas posibles para evitar a los paparazzi e, incluso, utilizaban el término en clave the package (el paquete) para referirse a Britney. Una planificación que, explica a Der Spiegel la abogada Lisa MacCarley, especialista en casos de tutela con 25 años de experiencia, no encaja con la naturaleza de una orden 5150, pensada como medida de emergencia para personas que cometen actos descontrolados en una tienda o un lugar público.

A Britney se le negó el derecho a elegir, incluso, a su propio abogado. El tribunal le asignó uno de oficio: el hombre que la ha representado durante estos 13 años a razón de 10.000 euros semanales

MacCarley recuerda, además, que a Britney se le negó el derecho a elegir, incluso, a su propio abogado. La cantante contactó desde el hospital con Adam Streisand, primo de Barbra Streisand y vencedor en diversos litigios sobre ilustres herencias: Marilyn Monroe, Marlon Brando, Michael Jackson... La jueza, sin embargo, dictaminó: «Britney Spears no está en condiciones de elegir abogado propio». El tribunal le designó, de hecho, uno de oficio, Sam Ingham, el hombre que la ha representado durante estos 13 años a razón de 10.000 euros semanales.

En la documentación del caso revisada por MacCarley no figura mucha información sobre él, lo que apunta a que no hizo gran cosa por su cliente. Durante su última declaración ante el tribunal, Britney afirmó que su abogado, que acababa de apartarse del caso sin dar ninguna explicación, nunca le dijo que podía presentar una solicitud de finalización de la tutela. De haberlo hecho, habría renunciado a unos ingresos de medio millón de dólares anuales.

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El abogado de oficio. Uno de los personajes más inquietantes del caso es el abogado de oficio que le fue asignado a Britney Spears, Sam Ingham. A Ingham le 'tocó la lotería' con la contante: le ha cobrado 10 mil euros semanales. Y para conservarla como clienta, él ha podido minar su caso.

Y quizá ahí resida la clave de este caso. Así lo cree, al menos, MacCarley. «El fallo del sistema no está en una mala intención, sino en la simple comodidad. Para los casos de tutela, los jueces tienen una lista en la que figuran unos cuantos abogados de oficio con los que les gusta trabajar, en los que confían». Los jueces ven entre 50 y 60 casos al día y, muchas veces, no tienen tiempo de desentrañar los entresijos de cada uno, por lo que siguen las indicaciones de los abogados.

MacCarley cuestiona la solicitud de tutela presentada por Jamie y Lynne Spears al día siguiente de la detención de su hija, alegando presunta demencia. Para obtenerla, debían entregar el preceptivo informe psiquiátrico que el psiquiatra de Britney se negó a elaborar. Sus abogados, alegó este más tarde, le aconsejaron mantenerse alejado de los Spears. Un perito psiquiátrico contactado por Jamie elaboró finalmente el informe.

La experta dice que para la autorización de una tutela legal el tribunal debe disponer de una capacity declaration firmada por un psiquiatra. Se trata de un documento que recoge las capacidades mentales y cognitivas del paciente, pero dicha declaración no aparece en el expediente. Tampoco el informe pericial, base de la tutela concedida inicialmente por un año y convertida después en permanente, que entregó a Jamie todo el poder sobre su hija.

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El nuevo abogado. El nuevo abogado de Britney, Matthew Rosengart, ha dado un giro radical al caso y ha conseguido su 'liberación'. Rosengart fue fiscal federal y abogado de clientes como Steven Spielberg o Sean Penn.GETTY IMAGES

El secretismo del informe psiquiátrico se justificaría en el caso de certificar una enfermedad psiquiátrica grave como esquizofrenia o trastorno bipolar. De ser así, sin embargo, debería haberse dado un procedimiento de tutela específico para el caso y, a diferencia de lo que ocurre con un probate conservatorship, la que rige en el caso Britney, debería haberse autorizado un LPS conservatorship, renovable cada año.

La cantante, además, nunca ha dado señales de sufrir una enfermedad grave ya que volvió al tajo poco después de haber sido incapacitada. Apareció primero en un documental, Ford the Record, donde bromeaba sobre la obsesión por el control que tiene su padre, y ese mismo año lanzó un disco, Circus, toda una referencia a sus circunstancias vitales, seguido de una gira mundial. Vinieron después más álbumes y giras, su participación como jurado en Factor X –a cambio de 15 millones de dólares–, donde, pese a no poder decidir nada sobre su propia carrera, aconsejaba y evaluaba a los concursantes; y sus conciertos semanales en Las Vegas, prolongados durante cuatro años.

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Hijos adolescentes. Britney Spears tiene dos hijos de su relación con Kevin Federline: Sean, de 15 años y Jayden, de 14. Viven con su padre, pero la relación con su madre, según muestran en redes sociales, es buena.GETTY IMAGES

Del millón de dólares semanales que el casino le pagaba (137,7 millones en total), ella apenas recibía, según los expedientes judiciales, 2000 dólares. «Para gastos personales». En 2019, Jamie comunicó al tribunal que la fortuna de Britney era de 59 millones de dólares. Pero, según la revista Forbes, deberían ser muchos más. Alega el padre que cuando se hizo cargo de la tutela, los ingresos de su hija eran muy bajos y tenía muchas deudas, defendiendo así lo positivo de su gestión. Gestión por la que, desde 2009, Jaime se adjudicó un sueldo mensual de 16.000 dólares, como administrador, más otros 2000 por gastos de oficina. Se reservó, además, un 1,5 por ciento de los ingresos de las giras y el espectáculo de Las Vegas.

Matthew Rosengart es el nuevo abogado de Britney. Antiguo fiscal federal y abogado de clientes como Steven Spielberg o Sean Penn, Rosengart calcula que Jaime Spears se embolsó 2,1 millones por Las Vegas y en torno a medio millón solo por la gira de Femme Fatale. Jamie «es un tutor» y se supone que esta tarea debería suponerle «una carga y no una fuente de dinero», dijo Rosengart ante el tribunal en julio. El trabajo de verdad, de hecho, lo han realizado varios equipos de abogados cuyos elevados honorarios también pagaba Britney. En la documentación judicial figura una factura de casi 1,4 millones de euros para el bufete Holland & Knight, por labores realizadas entre octubre de 2020 y junio de 2021. Por su parte, Jodi Montgomery, la tutora profesional en quien Jamie delegó los asuntos personales de Britney en 2019 (desde entonces él solo gestiona su fortuna), facturó 221.090 dólares en cuatro meses. Montgomery, además, contrató a sus propios abogados cuya minuta pagó igualmente Britney.

La llegada de Rosengart ha supuesto un cambio de 180 grados al caso. Una petición de 127 páginas solicitando el fin de la tutela fue su primer paso. Afirmaba en su escrito que el padre de Britney se había enriquecido a costa de su hija, valiéndose para ello de la intimidación. Lynne Spears apoyó la petición; también la cotutora Jodi Montgomery. La propia Britney confirmó ante el tribunal que, efectivamente, todo había sucedido así. «No quiero ser la esclava de nadie. Quiero que me devuelvan mi vida. Han sido 13 años, y ya es suficiente», declaró. Los abogados de Jamie intentaron, en vano, que la sesión fuera a puerta cerrada, pero Britney, que llevaba cuatro folios escritos, pudo contarle al mundo –no ha concedido entrevistas en 13 años– que tenía miedo de que no se la escuchara, como en una declaración anterior, y añadió que no permitiría que las personas responsables de lo sucedido quedaran impunes «y pudieran seguir moviéndose libremente». Con estas palabras se refería sobre todo a su padre, a quien quiere ver en la cárcel.

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La madre de la artista. Aunque el protagonista del caso siempre ha sido el padre de Britney, que tiene su custodia, la madre, Lynne, respaldó siempre la decisión. Ahora ha cambiado de opinión y ha pedido que acabe esa dependencia de su progenitor.GETTY IMAGES

En su relato denunció que la habían obligado a hacer una gira nada más terminar sus cuatro años en Las Vegas y que, inmediatamente después de la gira, otra vez de vuelta a Las Vegas. Había sido una especie de bestia de carga al servicio de su familia. «No estuve bien, estuve increíble», dijo sobre su labor en los escenarios. También la obligaban a ir a terapia varias veces al mes, a someterse a semanas de evaluaciones psiquiátricas, a llevar un anticonceptivo intrauterino y a tomar litio, empleado en trastornos bipolares, que le hacía sentirse como si estuviera borracha.

Quería, dijo entonces, recuperar el control de su dinero y salir a dar una vuelta en coche con su novio. Aseguró que la última vez que declaró ante el tribunal, dos años atrás, había mentido al decir que le iba bien. Pensaba que, si lo repetía lo suficiente, acabaría siendo verdad. Estaba furiosa y deprimida, no podía dormir y lloraba todos los días. «Señoría –suplicó a la jueza–, necesito su ayuda».

Celebración.
Celebración.Spears celebró la decisión de poner fin a su custodia con un vídeo en sus redes sociales que la muestra semidesnuda. También ha anunciado su compromiso son su novio, Sam Asghari, entrenador personal de origen iraní.

Dos meses después, a principios de septiembre, el propio Jamie hizo saber al tribunal que podría renunciar al papel de tutor de su hija. «Cuando se aprobó la tutela legal hace 13 años, Britney Spears se encontraba en una crisis y necesitaba ayuda urgente –argumentaron sus abogados–. No solo se encontraba mal psíquica y emocionalmente, también estaba siendo manipulada por estafadores y atravesaba una crisis financiera. El señor Spears salió en su ayuda para protegerla».

Jamie Spears, de momento, parece haber aflojado las riendas de su hija. Dos días después de este anuncio, su hija subió a sus redes sociales una foto conduciendo su flamante Mercedes-AMG SL 63 blanco por Hollywood Hills y Mulholland Drive acompañada del modelo y actor Sam Asghari, su novio desde hace cinco años. A través de una de las ventanillas, la cantante grabó un arcoíris que se extendía sobre el valle de San Fernando. Días después, mostró un anillo de compromiso, coronado por un grueso diamante, a modo de anuncio de una futura boda.

En un tono bien diferente, la cantante lleva semanas reflejando su nueva libertad en fotos y vídeos en los que aparece desnuda de cintura para arriba, cubriéndose los pechos con las manos o de espaldas a la cámara con apenas un hilo dental. «Apuesto a que os estáis preguntando por qué expongo mi cuerpo de esta manera –escribió en Instagram–. Es como si hubiera cargado con el mundo sobre mis hombros, así me he sentido. Quería verme más ligera, desnuda, como nací». Y en otro mensaje advierte: «No sabéis ni la mitad de lo que ha pasado». Habrá, pues, que seguir informando.