


























































El público aplaudió las novedades de la cita para mantener la esencia medieval
27 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Ni siquiera una inoportuna -aunque bienvenida- lluvia que cayó al final del desfile, logró empañar la 29.ª Festa da Istoria. «Ó revés, aínda o agradecemos», señalaba una ajetreada Yolanda Gómez, vicepresidenta y portavoz de la organización que ayer corría de un lado a otro para cumplir con sus otras tareas. Y es que, aunque la mayoría de los miles de visitantes que inundan cada año Ribadavia no lo perciban, la recreación medieval en la capital de O Ribeiro es una maquinaria bien engrasada para la que trabajan más de 2.000 vecinos voluntarios durante todo el año y que mantiene en la tarea a medio millar durante el día grande para que todo salga redondo y los asistentes puedan disfrutar desde todas las citas programadas, desde los torneos a caballo a las exhibiciones de cetrería y esgrima, los bailes o la boda judía.
Precisamente para agradecer su esfuerzo, la organización nombra cada año a los Notables da Istoria. Ayer ese reconocimiento -y la medalla que a partir de ahora les permite ocupar un lugar preferente en el gran desfile- fue para cuatro de ellos: Bernardo Dávila, sobre cuyos hombros recae el banco Alhóndiga en el que se cambian euros por maravedíes; Bieito Conde, veterano de la guardia real; Antonio Gulín, caballero de los Taboleiros da Istoria; y Yosune Martínez, pintora mayor del reino. Los aplausos del público agradecieron sus años de dedicación altruista, tanto a ellos como al grupo de baile, Donas sen cabaleiros, elegidas para dar el pregón. Esta agrupación lleva en la fiesta desde su origen y su trabajo ha permitido rescatar piezas sin apenas documentación. Hubo ayer otro agradecimiento que no se materializó en aplauso colectivo, sino de forma individual. Lo daba el público más veterano valorando las dos actividades introducidas por la organización en el programa. Una fue la recreación de la vida cotidiana en un poblado medieval en el interior del castillo, con la ayuda de 30 actores, que permitió rescatar la sensación de inmersión real en el pasado que se percibía mejor en las primeras ediciones, cuando la fiesta era menos multitudinaria. La segunda, un concurso para premiar las mejores vestimentas, tuvo una excelente respuesta. El objetivo es animar a vestir acorde al tiempo histórico que se recrea para evitar que sigan proliferando disfraces de legionarios romanos o nobleza más propia de la corte francesa del siglo XVIII.