Mmm… ganar; qué palabra tan añorada, buscada, elogiada; a la par que frustrante. Digamos que este verbo destaca por los sentimientos y emociones que infunde; y que por ello, es lo suficientemente digno como para funcionar de pequeño prólogo para esta anécdota…
La historia se origina en un concurso; y no uno pequeño precisamente. La premisa de este me resultó apasionante nada más escucharla, y es por ello que me anoté en él sin pensarlo. Decía algo así: «Les presentamos ‘El Arte de Ganar'. El concepto es simple; 15 minutos, ese es el tiempo que tendrá cada participante para asombrar al público con su creación; y he aquí la complejidad de esta competencia; no hay márgenes. Serán los propios concursantes los que decidan qué presentarán y cómo. El proyecto, arte o producto que destaque entre los demás, será el ganador de un viaje a Las Vegas con todo incluido. Anótense y dejen volar su imaginación…».
Apasionante, ¿no crees? Pues como ya te dije, estas palabras fueron las que me impulsaron a formar parte de la competición y alistarme. Posteriormente, era la hora de decidir qué presentaría. Fue en ese momento en el que me senté en mi silla y caí derrumbado por la impresión. Había estado tan cegado por lo atractivo que resultaba el formato, que no me daba cuenta de que no sabía qué hacer.
No tengo un don especial, no se me da bien ni cantar, ni hacer magia, tan siquiera sé algo de robótica. Mis oídos recibían a diario miles de proyectos que estaban diseñando otros concursantes; poemas bellísimos, canciones increíbles, platos de cocina deliciosos, o hasta inventos jamás antes soñados. Y allí estaba yo, desolado, tirado en mi habitación.
Poco a poco, como si de una película se tratase, la oscuridad de mi cuarto comenzó a superarme, tapando cualquier rayo de sol que entrase por mi ventana. Pasaron las horas, los días, las semanas y para cuando quise darme cuenta, me encontraba a horas del inicio del concurso.
Pero ahora no podía abandonar, ya me había presentado al concurso y no quería quedar en ridículo. Fue entonces cuando se me ocurrió contarles a ustedes, querido jurado y público, esta pequeña anécdota que empezaría con el objetivo que busca alcanzar.
Mmm… ganar.
Xavier Solla. 16 años. Estudiante. A Coruña.