El otro océano

Javier Barón

AL SOL

15 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Henry Beston en La casa más lejana habla de los tres sonidos elementales de la naturaleza: el sonido de la lluvia, el sonido del viento en un bosque primigenio y el sonido del océano en una playa. En las costas celtas de Nueva Inglaterra o en Galicia, esto es así. Durante décadas él vivió cerca de las costas de Breogán; él, que era de un pueblo de secano. Al principio le deslumbraba la inmensidad del océano, su fuerza y variable hermosura y su sonido elemental. Con el paso del tiempo empezó a recordar otro mar. El océano de espigas de cereales que fue su mar original, allí en el pueblecito de sus padres y abuelos.

De chico dejaba la bicicleta en la linde del camino que bordeaba los trigales. Se tumbaba boca arriba y oía con serena atención las olas del trigo, el roce de las cabezas del rubio grano que emitían un sonido único e indescifrable. También este es un sonido elemental y primigenio. No había espuma sino fina polvareda, pero el rumor de las secas olas era irrepetible y cada vez lo echaba más en falta.

En los últimas décadas todo había cambiado. Los silos de cereal, en la entrada de cada pueblo, eran ruinas fantasmagóricas de un pasado humilde pero genuino y digno. Ya no había campos de cebada ni de trigo, que fueron sustituidos por labrantíos de regadío pronto abandonados. Otro pueblo de la España vacía. Solo quedaba algún hortelano altivo que mantenía su huerta por orgullo y subsistencia. Descartado de la sociedad competitiva se prejubiló sin honores y con pérdidas económicas, pero ganando dignidad y libertad.

Retornó a su pueblo original, de secano pero sin cereales, tomando la última huerta con gentileza y decoro. La casa del abuelo aun podía habitarse y la pequeña bodega vacía todavía olía a vino. El olor a vino y el olor a trigo son también señales primarias de referencia; olores elementales. Pero el océano de trigo ya no estaba, y aun así sentía más cerca las olas secas de su infancia y se creyó más decente y feliz con la sobria elegancia del hortelano escuchando cada atardecer el sonido del otro océano.

Javier Barón. Médico. 62 años. A Coruña.