Mojadura de plata para Romay y Beirán en la Festa da Auga

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA

AL SOL

Vilagarcía eleva a pregoneros a los dos medallistas de básquet en Los Ángeles

17 ago 2024 . Actualizado a las 11:02 h.

En Vilagarcía se suceden tantas cosas entre las seis de la tarde del 15 de agosto y el anochecer del día 16 que resulta verdaderamente complicado condensarlas en unas líneas. Nada grave, por lo que respecta al parte de incidencias. Ni siquiera las alcoholemias que cualquiera daría por supuestas en un fiestón como este, puesto que el personal está más que avisado. El capítulo negro cayó del lado de una manada de acosadores que a punto estuvieron de hacer presa en una chica a quien los tragos se le habían ido de las manos. Afortunadamente, la respuesta tan contundente como cívica de otra mujer y de su grupo de amigos frenó por dos veces algo que tenía pinta de haber acabado muy mal. Aunque solo fuese porque las alimañas tenían sus móviles preparados para grabar. En definitiva, la Festa da Auga, multitudinaria de la noche a la mañana, transcurrió por cauces que, salvo por lo que respecta a esa tropa de babosos humanoides, cada vez transcurre por cauces más sostenibles.

La tarde del jueves, con sus treinta grados y su carácter festivo, respondió a las expectativas. La estación de ferrocarril es un portalón que cruza chavalada procedente de toda Galicia. La mayoría, cargados con bolsas de plástico repletas de combustible para una noche sin final. Casi todos acaban en la playa de A Concha-Compostela, el complejo de baretos de la explanada TIR y el par de locales bien estudiados en los que la juventud arousana acostumbra a abrevar cuando se deja caer por Vilagarcía. Pero quien haya tenido el buen sentido de acudir a la plaza de Galicia poco antes de medianoche podrá presumir de haber asistido a un concierto memorable. Sobre las tablas, The Eskarallas, una banda punki, pero muy punki, que hizo doblar la rodilla al corazón más recalcitrante de la ciudadanía biempensante con un puñado de temas afilados y la puesta en escena arrolladora que despliegan Julen y los suyos.

A partir de ahí, el miedo es libre. Festicultores. Podía comerse algo en unas calles de todas formas repletas. Tampoco era demasiado difícil pedir un trago en según qué barras —43 exteriores había autorizado el Concello, que continuaron hasta las cinco de la tarde del día siguiente—, ni siquiera abrirse paso entre la sedienta marabunta. Como siempre sucede, la estación de tren rugía a eso de las siete de la mañana, con el trasiego de quienes iban y quienes venían. Lo importante es que, a las doce menos cuarto, Os Ingleses, el equipo de rugbi de la ciudad, escoltó a san Roque hasta su capilla.

Llegó entonces el pregón, uno de altura, ya que quienes estaban convocados eran nada menos que Fernando Romay y José Manuel Beirán, integrantes del legendario equipo de baloncesto que conquistó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984. Como la cesta del pregonero no daba para tanta humanidad, solo Romay pudo encaramarse a ella. Lo demás es húmedo y se queda en Vilagarcía.