Coti: «La música española de los 2000 fue más brillante que la de la movida»

Javier Becerra
JAVIER BECERRA REDACCIÓN / LA VOZ

AL SOL

Coti durante una actuación en las fiestas de Ferrol del año pasado.
Coti durante una actuación en las fiestas de Ferrol del año pasado. CESAR TOIMIL

El autor de «Nada fue un error» vuelve a Galicia, reivindicando el pop-rock del cambio de siglo en las fiestas de María Pita de A Coruña

17 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Es mencionar el nombre de Coti en cualquier conversación e, inevitablemente, surge alguien con una sonrisa cantando el estribillo de Nada fue un error. Se trata de aquella pieza con la que se hizo omnipresente en el arranque de siglo. «Que siga pasando eso aún es algo muy lindo», dice el argentino que esta noche revisará sus grandes éxitos en las Fiestas de María Pita de A Coruña (plaza de María Pita, 22.00 horas), llevando a la audiencia a una época concreta. La que él y muchos recuerdan como especialmente feliz.

—¿Es un motivo de orgullo que a la gente se le dispare automáticamente una melodía en la cabeza al decir su nombre?

—Absolutamente. No es solo la canción o una frase concreta. Para cada persona se vincula con un momento de su vida, con las experiencias vividas. Lograr que todo el mundo te asocie con algo así es muy difícil. La gente más joven quizá conoce la canción, pero no mi cara. Estas oportunidades sirven para que digan: «¡Ah, este es el que canta esa canción que siempre cantamos o que escuchamos en un karaoke o que versionó Quevedo!».

—En la versión de «Nada fue un error» con Paulina Rubio y Julieta Venegas formó un triángulo perfecto. ¿Preveía el éxito?

—No, en absoluto. Sí tuve una sensación especial, que no siempre se confirma. En aquel momento pensé: «¡Guau, esto es fuerte!». Fueron tres minutos y medio grabados en riguroso directo, imagen e instrumentos incluidos. Hoy, con más tecnología, es más fácil manipular material, pero entonces no había filtros, ni inteligencia artificial, ni autotune, ni nada. Lo que se tocó quedó tal cual y ha perdurado. Veinte años después sigue igual de vivo. Algo mágico pasó ahí que no puedo explicar del todo. Solo me ocurrió algo parecido con Color esperanza, aunque esa se asocia más a la versión de Diego Torres.

—Esta semana escuché ese tema en un chiringuito, junto a otros de esa época, la previa a la crisis del 2008. La gente sonreía evocando aquel momento. ¿Cree que la música de entonces plasmaba aquel optimismo social?

—Sí, pienso que todo estaba ligado a esa primavera tan luminosa, con la llegada del euro, internet, trabajo abundante, optimismo generalizado… Fue un florecer muy lindo, también para la música en español. En esos años surgieron muchos clásicos que aún perduran. Te puedo citar un montón de temas. Me animaría a decir que en el pop-rock fue la década más brillante en España, más que la movida. La música española de los 2000 conquistó América y dominó todas las listas con calidad comprobada. Ahora eso ocurre menos: no veo mucha música con pasta para perdurar.

—¿Se siente un cantante de otra época en ese panorama actual?

—No, porque nunca dejé de tocar ni de hacer giras. Hoy conviven todas las músicas: los jóvenes escuchan lo actual, pero también lo que se hacía en los 2000 o los propios Beatles. No me siento limitado a ese momento, aunque allí tuve mi mayor éxito. Hago unos 60 conciertos al año y sigo proponiendo mi música. No es necesario hacer música urbana o «de aplicación», como yo la llamo, para ser de esta época. Siempre habrá público para propuestas con contenido musical, lírico o poético. El rock and roll tiene 70 años y sigue vivo. Lo mismo ocurre con otros clásicos, y deberíamos sentir orgullo por el clasicismo en la música hispana que en parte viene de aquel momento que citabas antes.

—Se ha asociado recientemente con Miranda en una canción que suena muy bien, aunque a priori estén en otra onda. ¿Cómo congeniaron en esa colaboración?

—Empezamos en la misma época. Miranda tiene un éxito sostenido, sobre todo en México y Argentina. Quizás aquí no tanto, pero es un grupo con clásicos propios. Esta canción, Te quise tanto, es una especie de clásico que popularizó Paulina Rubio, pero que yo escribí hace tiempo.

—En la banda que lleva en directo toca su hijo. ¿Qué significa?

—Es hermoso. Siempre me gustó trabajar con mi gente. Antes fue mi hermano y ahora mi hijo. Es un orgullo. Conoce mi música desde que nació, le resulta natural y no tiene que estudiarla. Más allá de lo emocional, creo en la construcción familiar. Que tu hijo quiera trabajar contigo con total libertad es un gran logro.

—Estamos en un verano sin canción clara del verano. «Nada fue un error», sin serlo, lo cierto es que arrasó en del 2005.

—En Argentina no es algo tan común lo de la canción del verano, pero entiendo que se asocia a momentos de alegría y celebración. En mi caso, Nada fue un error podría ser canción del verano, sí. Pero también de boda, de chiringuito o de karaoke: es una canción popular que ha pasado a ser un clásico.

—¿Podríamos llamarla canción todoterreno?

—Sí, los clásicos ya son parte de la vida, del inconsciente colectivo, y pasan de generación en generación. En algún momento se transformará en una canción anónima, cuando me sobreviva.

—¿Le frustraría que llegase el día en que no se sepa que es suya?

—Al contrario, sería un orgullo. Le pasó a Leonard Cohen con Hallelujah o a Dylan con muchas canciones. Hace poco, Quevedo cantó Nada fue un error en un concierto en Argentina y contó que era parte de su infancia. Eso también es un orgullo: traer un pedacito de esa primavera española y de mi cultura argentina.

—¿Qué son para usted este tipo de conciertos en fiestas?

—Pues son conciertos especiales que disfruto mucho, porque es la oportunidad de mostrarnos de frente a gente muy variada: a la familia entera, a un público que quizá conoce algunas canciones y no es seguidor habitual. También habrá seguidores que vienen de otros lugares, aprovechando que son conciertos gratuitos, con buena producción y muy buenos artistas. Son momentos donde la gente está muy predispuesta a pasarlo bien, a disfrutar, a estar abierta.