Dos parejas de Viveiro asisten desde el 2009 a todos los Mundiales y Europeos

I.MEITIÍN BUJÁN

A MARIÑA

CEDIDA

Enrique Villares, Pilar Martínez, José Manuel G. Alves y Alicia Cerdeiras, enganchados al turismo deportivo

30 ene 2018 . Actualizado a las 19:19 h.

La frustración de no ver a la selección española en su primer destino como turistas deportivos y aficionados acérrimos al balonmano no hizo mella en sus ánimos. Aquella experiencia en el campeonato de Europa de Croacia hace casi 10 años, donde España fue eliminada a las primeras de cambio, fue el punto de partida del creciente peregrinaje internacional de Enrique Villares y Pilar Martínez y del también viveirense José Manuel G. Alves y su esposa madrileña Alicia Cerdeiras, quienes desde entonces no se han perdido ningún campeonato de Europa ni del mundo. «Aquel torneo en Croacia enganchounos. Desde aquela collemos sempre as entradas con bastante antelación para as semifinais e a final», cuenta Villares, presidente del Balonmán Galipizza Viveiro y apasionado donde los haya de un deporte en el que los Hispanos pocas veces defraudan.

Los dos matrimonios regresaron el lunes a casa aún empapados de las emociones vividas en su vuelta a tierras croatas donde España se coronó el domingo por primera vez campeona continental. «Foi incrible. Fixeron dous auténticos partidazos ante Francia nas semifinais e ante Suecia na final», rememora Villares, incapaz de elegir una de las experiencias internacionales vividas durante tantos años de fidelidad al balonmano. «Estivemos en Austria, Suecia, Serbia, Qatar, Polonia, vivimos o título mundial en Barcelona... Pero é imposible quedarse cun torneo en concreto porque en todos vives momentos inesquecibles, gañe ou non España», asegura.

A la hora de repasar destinos, años y detalles, a Villares le refresca la memoria su amigo y compañero de batallas José Manuel G. Alves, uno de los mejores jugadores en la historia del balonmano viveirense. «Ten mellor memoria ca min», admite antes de seguir relatando las situaciones más agradables que pudieron disfrutar durante estos 9 años. «A xente vai ao pavillón a divertirse e animar, o forofismo non existe. Como exemplo sempre poño que no Mundial de Suecia a música deixou de soar cando a selección española ía recoller as medallas e o público francés empezouna a ovacionar cantando o ‘Que viva España’. A diferenza doutros deportes, aquí a deportividade nunca se perde. A unha gran final podes ir tranquilamente cos teus fillos», sentencia Enrique Villares.