Tres jugadores del Viveiro evocan su fascinación por el entrenador del Fabril, contra el que este domingo juegan una final por la permanencia en Tercera

IVÁN D. ROLLE

«¿A quién carallo podía no gustarle Valerón?», reflexiona Arturo Calvo. Él, admite, empatiza con el Barça y el Celta, pero aquel Dépor que tuteó a los gigantes europeos tenía a un flaco hipnótico para los niños que descubrían el fútbol en aquellos primeros años del Siglo XXI. «Crecimos viendo su esplendor, aquellas noches de Champions...», añade. En parques y prados al norte de Galicia, fueron muchos los pequeños que trataron de replicar los pases que nadie imaginó antes que el canario.

Arturo, Álex Meitín y Francisco Rolle fueron tres de ellos. Y su pasión por la pelota los ha conducido apenas tres lustros después a encontrarse con un ídolo infantil en toda una final. La nueva hornada que desde hace unas cuantas temporadas lidera el ataque del Viveiro se jugará la sexta plaza que garantiza la permanencia en Tercera División en un duelo de iguales, a todo o nada, contra el Fabril de Juan Carlos Valerón, este domingo en Cantarrana.

«¿Si intimida verlo en el otro banquillo? No. Es más una motivación el saber que alguien que fue tan grande está jugando la misma liga que tú», razona el 9 del equipo mariñano. «En la primera vuelta, cuando fuimos a Abegondo, al principio sí que me chocó un poco. Mientras calentaba lo miraba, tenía curiosidad por ver cómo se desenvuelve de entrenador. Pero una vez que entras al partido te olvidas de ello, solo quieres ganar», explica Álex Meitín, con ánimo de replicar el 3-0 de la primera vuelta.

«¿Si intimida verlo en el otro banquillo? No. Es más una motivación el saber que alguien que fue tan grande está jugando la misma liga que tú»
«Valerón es uno de esos jugadores que marcaron a nuestra generación. Un ejemplo, como Iniesta. Tenía una calidad única con el balón y no dejó ni un solo mal gesto, ni una patada»

«Valerón es uno de esos jugadores que marcaron a nuestra generación. Un ejemplo, como Iniesta. Tenía una calidad única con el balón y no dejó ni un solo mal gesto, ni una patada», indica el jugador de Xove sobre su admiración por el mediapunta de Arguineguín. «Tenía un trato de balón exquisito y era muy inteligente jugando. Veía espacios que nadie más veía», continúa Rolle.

En el centro de la imagen, Rolle, durante un amistoso del Deportivo en Viveiro durante el año 2012
En el centro de la imagen, Rolle, durante un amistoso del Deportivo en Viveiro durante el año 2012 XAIME RAMALLAL

El más joven del trío de talentos locales del Viveiro, nacido apenas seis meses antes del desembarco de Valerón en A Coruña, es el único que admite una infancia deportivista [Meitín, madridista, rompió la tradición de su padre y hermano]. También alto, flaco y con gusto por el juego entre líneas, aunque zurdo, reivindica la escuela futbolística callejera, de la que también bebió el técnico del filial del Deportivo en sus tiempos mozos en Canarias: «Ahora sí que veo mucho fútbol, pero de niño muy poco. Me pasaba horas y horas jugando en el parque. De hecho, casi todos los recuerdos que tengo de Valerón es cuando venían a jugar en pretemporada a Cantarrana. Todos queríamos ser como él».

Durante aquellas pretemporadas bajo el mando de Irureta en Vilalba, los amistosos en Viveiro o Xove eran obligados. «Nos agolpábamos para pedirles autógrafos. El de Valerón era el más cotizado», rememora Álex Meitín, con 26 años convertido en capitán del Viveiro.

Durante 90 minutos, el genio nacido hace 45 años en Arguineguín, así como su segundo Manuel Pablo o el director de la cantera herculina Fran, será un enemigo. Cuando termine el partido, Juan Carlos Valerón Santana volverá a ser el ídolo que enamoró del balón a tantos jóvenes, que soñaron imitarlo en parques, durante trece temporadas en Riazor. En ese tiempo dibujó caminos mágicos hacia dos Supercopas, una Copa del Rey o unas semifinales de la Champions, y también dio la cara cuando empezaron a venir más duras. Tras retirarse en el 2016 en Las Palmas, en Abegondo inicia su carrera en los banquillos, y para mantener en Tercera al Fabril necesita ganar en Cantarrana.

Valerón rodeado de niños en una visita a Cantarrana, en 2003
Valerón rodeado de niños en una visita a Cantarrana, en 2003 No disponible

«Pasamos años duros y no pudimos cerrar el ascenso en el campo, queremos un día grande con Cantarrana»

La revolución que inició Jesús Gómez, Chusky, como entrenador en el Viveiro evitó en el 2018 un descenso cantado a Primera Galicia, y dos años después celebró un ascenso perseguido durante catorce campañas. «Somos un club que va a cumplir cien años, habría sido muy triste bajar a Primera Galicia», reflexiona Álex Meitín, el único que vivió desde dentro un cambio tan radical y meteórico, junto al experimentado Xaime González Vilariño, el míster y a los citados canteranos Arturo y Rolle, que participó en aquella salvación casi milagrosa aún siendo juvenil.

Echando la vista atrás, los mariñanos se consideran muy afortunados por llegar a la última jornada de esta fase inicial con opciones muy reales de ser sextos y sellar su permanencia. «Solo hay que ver qué equipos están por encima. Son proyectos potentísimos», analiza Arturo. «Es que ganar partidos en esta categoría es muy difícil. Hay mucha igualdad», matiza Rolle.

No dependen de sí mismos

Todos ellos se muestran optimistas, a pesar de que no dependen de sí mismos. A la jornada decisiva han llegado el Silva con 30 puntos, el Arzúa y el Fabril con 29 y el Viveiro con 28, y solo quedan dos plazas para la zona de play off. Tanto los mariñanos como el filial blanquiazul están obligados a cumplir en la final de este domingo en Cantarrana y a esperar el tropiezo de alguno de sus rivales. El Silva recibe al Vilalbés y el Arzúa visita al Polvorín, con los dos equipos lucenses intentando atar un sitio en la liguilla de ascenso. «Ambos tienen partidos muy complicados. Solo nos centramos en ganar el nuestro, pero creo que si lo hacemos es muy probable que consigamos ser sextos porque también hay mucho en juego para el Vilalbés y el Polvorín», coinciden.

Por eso, piden el apoyo de una afición que podrá estar en Cantarrana, aunque con restricciones por la pandemia, para doblegar a los de Valerón. Fue precisamente el covid el que impidió a los viveirenses completar una campaña con números de récord y festejar el ascenso en el campo. «Nos dieron el ascenso igual, pero nos habría gustado poder celebrarlo con el público tras tantos años duros. Por eso queremos un día grande con Cantarrana», reflexiona Arturo, con 23 años uno de los símbolos de una plantilla con mucho futuro por delante. Con las bajas de Xaime y Vicente, ante el campeonísimo Bergantiños rascaron un 0-0 vital en As Eiroas con una alineación que apenas promediaba 24 años.