La pesca sin muerte y la maleza acaban con el «troiteo tradicional» en A Mariña

A MARIÑA

Tiendas y pescadores de río explican que cada vez hay menos aficionados
28 mar 2023 . Actualizado a las 14:11 h.Mediados los años ochenta y hasta bien entrados los noventa, una de las aficiones de los niños que vivían en poblaciones mariñanas del interior como A Pontenova o Lourenzá era capturar las miñocas (lombrices) que usaban como cebo para pescar truchas en el río. Esta tradición, que fue pasando de padres a hijos desde tiempos inmemoriales, está a punto de desaparecer en la comarca debido al abandono que presentan los ríos y a la creación de zonas de pesca sin muerte, en las que es obligatorio devolver con vida al cauce los peces que se capturan, y que impulsa la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda de la Xunta. «A pesca de río pegou un baixón criminal desde hai cinco ou seis anos. Coa pandemia do coronavirus, cando houbo tantas restricións, recuperou un pouco porque é unha actividade solitaria que se pode facer ó aire libre. Pero agora volveu baixar. Hai un descalabro total do troiteo tradicional», explican en una tienda mariñana especializada en la venta de artículos de pesca.
El abandono de los ríos, a menudo llenos de maleza, también es causa del bajón que ha experimentando la tradición. «En moitos sitios non podes nin botar a caña», indica un pescador. Cañas, anzuelos en forma de moscas y cucharillas, cestos, botas, chalecos... El descenso de cañistas que antaño abundaban en ríos como el Eo o el Masma, pero también en el Ouro y en menor medida en el Landro, ha implicado una importante caída de ventas en los negocios del sector. En alguno de ellos afirman que las pérdidas se sitúan entre 6.000 o 7.000 euros en el inicio de la nueva temporada de pesca fluvial, que arrancó el pasado 19 de marzo.
Ángel Rodríguez, dueño del bar Baos, de Lourenzá, donde venden cotos de pesca: «Do que máis se queixan os pescadores é de que se anda moi mal polo río e de que non se repoboa»
El Café-Bar Baos, situado en la parroquia de Santo Tomé, en Lourenzá, es uno de los establecimientos autorizados esta temporada por la Xunta de Galicia para la venta de autorizaciones para pescar en los cotos de pesca del río Baos, uno de los afluentes del Masma. Son zonas en las que, tanto el volumen de capturas como el número de pescadores están regulados con el objetivo de llevar a cabo un «aproveitamento ordenado e sostible dos recursos piscícolas». El Baos puede vender un máximo de cinco cotos diarios, aunque esta semana hubo días en que parte de ellos quedaron sin vender. «O primeiro día da tempada houbo moita xente, pero logo foi baixando», relata el propietario del establecimiento, Ángel Rodríguez, que recuerda tiempos en los que la actividad de los pescadores era muy intensa. «Do que máis se queixan os pescadores é de que se anda moi mal polo río e de que non se repoboa», cuenta.
Suelta de alevines
En ese sentido, hace años eran habituales las campañas impulsadas por la Consellería de Medio Ambiente para soltar alevines de truchas en los ríos. Una práctica que ahora parece extinguida. Tanto en el Baos como en tiendas especializadas señalan que la pesca con muerte está autorizada principalmente en afluentes de los ríos principales, que en muchos casos llevan años sin limpiar. «Nos ríos grandes, como o Eo ou o Masma apenas hai tramos de pesca libre. Ou teñen tramos de pesca sen morte ou tramos acotados, para os que hai que pagar e que admiten un número pequeno de cañistas cada día», sostienen en un negocio.
El precio de los cotos es de 4 euros. Los jueves, decretado como día de pesca sin muerte en todas las aguas fluviales de Galicia, el precio baja a 2. «Pero ese día practicamente non se venden ningún. Ó troiteiro de sempre gústalle pescar o peixe e levalo para a casa, como se fixo sempre», abundan en un negocio.