Obituario: Falleció Roberto Frá González, Tito de Erundina y de la Costoira, patrón por mares de Europa, América y Asia
A MARIÑA
Motorista y patrón, hombre de mar
18 ene 2024 . Actualizado a las 09:51 h.Falleció Roberto Frá González, hombre de mar de siempre. Patrón. Pablo Mosquera, amigo, vecino, exparlamentario y médico, rinde homenaje y recuerdo a Roberto Frá, Tito de Erundina y de la Costoira.
«Querida Elvira. Has sido el gran amor de un romántico. Un hijo de la mar y del viento, como decía nuestra gran maestro do Porto de Arriba Alberto Pillado. Esa isla mágica dónde nació y pasó su infancia Tito. Allí entre sus callejones se forjaron sus sueños. Era un soñador empedernido. Digno hombre de mar criado entre los salseiros de la Atalaya. Cuidado por Peto Roto, Erundina de Perna de Pao, y sus hermanas. Alumno de Don Francisco Rivera Casás. Líder de una generación. Fuerte y trabajador», escribe.
«Como tantos otros anduvo a la mar. Estudió para ser motorista y patrón. Pero nuestra costa le quedaba pequeña. Sus sueños le llevaron por Europa, América y Asia. Fue emprendedor. Y sobre todo creativo. Era capaz de percibir lo que otros solo veían. Viajero incansable. Gallego universal que hizo las Américas y triunfó. Y es que cuando estaba de guardia en el puente de aquel Polensa IVº ya imaginaba un mundo sin fronteras para su iniciativa», señala en recuerdo de Roberto Frá.
«Artista. El teatro era su gran pasión. Como escritor y como intérprete. Lo llevaba en la sangre. Extrovertido y afable como pocos. Siempre dispuesto a "botar o cabo"; para sacar a quien estuviera en dificultades. Buen conversador que le hizo ser entrañable padre, abuelo y amigo. Tanto en Celeiro, Foz como en Burela siempre me preguntan por Tito. Y es que dejó huellas que se pueden seguir. Era el prototipo de AVENTADO. Porte de primer actor que pudo haberlo sido cuando se lo ofreció su parienta la gran actriz Analía Gadé, pero ahí estabas tú, con tu hombro para su regreso y apoyo incondicional en los temporales».
«Descansa para siempre jamás en nuestra costa, la que acoge a sus hijos que siempre estarán de vuelta, desde el infinito hasta o Porto. Querido Tito. ¡Buena marea!», concluye.