
Desde la apertura de la Autovía del Cantábrico, la A-8, A Mariña está partida en dos. Lo fuimos viendo poco a poco con el paso de los años, pero ahora se puede comprobar con claridad porque es evidente.
Por un lado A Mariña Oriental (con Ribadeo y Foz como ejemplos) cogió velocidad y experimentó un empuje por la mayor actividad económica y comercial. También atrae a más personas a diario y los fines de semana a su gran área comercial.
Por otro, A Mariña Occidental (con Viveiro como centro) quedó aislada, ya lo estaba pero ahora parece mayor ese aislamiento con el auge y el despegue de la otra mitad de la costa gracias a la autovía. Ahí vemos perfectamente la importancia de unas infraestructuras en condiciones. Son esenciales.
A Viveiro y a la zona de Ortegal y Ferrolterra le cuesta más atraer empresas. En los reportajes que ha realizado La Voz en las últimas semanas -hablando con empresarios- se pudo comprobar; el pésimo estado de las carreteras solo les trae problemas y más costes.
Sin embargo en verano no hay esa diferencia, afortunadamente, viene tanto o más turismo a Viveiro que a Ribadeo o Foz o al menos igual; cualquiera de las localidades están batiendo registros de visitantes. Ahí las carreteras ya no importan tanto o sí pero se nota menos. Viveiro tiene sus grandes soportes en el turismo (con Semana Santa, Resurrection Fest y verano) y la pesca. Por suerte son cimientos sólidos.