Hacer del Real Seminario una Universidad de Verano

A MARIÑA

martin fernández

Las universidades no son ningún chiringuito

03 abr 2025 . Actualizado a las 14:33 h.

En mi generación se dieron graves desigualdades y de todas ellas la que peor siempre tuve presente fue que mientras unos pocos pudimos ser universitarios, la mayoría optaron por navegar, acudir al Seminario o ser titulados desde la Maestría Industrial sita entre Viveiro y Lugo.

En La Casa Grande de Xanceda su dueño, gran periodista y Caballero de la Orden del Imperio Británico, actuaba como excelente anfitrión. Felipe Fernández Armesto -Augusto Assía- solía invitarme con motivo de mi presencia en Galicia, a unas reuniones en torno a la mesa y que emulaban o mejoraban aquellas otras del Club Siglo XXI. Recuerdo con especial orgullo la que trató sobre la conveniencia para el desdoblamiento de la Universidad Compostelana en otros Campus gallegos como el de Lugo.

Hubo dos posturas entre la elegida concurrencia. El peligro para cambiar acceso universitario por pérdida en la calidad de la oferta. La ventaja de dotar a las ciudades gallegas del ambiente integral que se suponía podía crear la Universidad amén de instrumentar una mayor accesibilidad a los estudios universitarios en la población gallega. Así y en presencia del ponente, Cacharro Pardo, se optó por un Campus en la Ciudad de las Murallas que hasta entonces era población entre clérigos, funcionarios y soldados. Veterinaria. Empresariales y Humanidades eran y son las mejores ofertas. En esta última tuve el honor de glosar en una conferencia al gran artista Juan Queralt Blanch y su obra El quijote y los Derechos Humanos.

Cuando se dispuso que Santa Catalina de Mondoñedo ya no sería Seminario Mayor, compartí la idea de convertir tal hermoso centro en las aulas para una Universidad de Verano a estilo Menéndez Pelayo en Cantabria. Habría sido una cita cultural con el patrimonio histórico y la naturaleza cantábrica.

Pero si accesibles son los estudios universitarios, también se hace necesario analizar la eficiencia de ciertas ofertas que apenas cuentan con demanda, y en el otro extremo de la cuestión, la necesidad de convertir la Universidad en una fórmula que recicle en posgrado adaptándose a las necesidades laborales del mercado. Y es aquí donde se hace necesario aplicar medidas para garantizar el acceso a esos másteres cuyos costos económicos, calidad objetiva y horarios se hacen incompatibles con la realidad de salarios y dedicación al puesto de trabajo. Llama la atención lo mucho que se demanda desde la parte social a la empresarial salario y horario, olvidando el derecho al reciclaje universitario como prestación socio económica para el trabajador cualificado.

No podemos admitir sin contestar alto y claro que la Universidad no es un conjunto de chiringuitos. Y si lo fuera, la responsabilidad es de las Comunidades del Estado de las Autonomías que lo permitan. Pero también de la sociedad civil, los colegios profesionales y los grupos de expertos que deben de auditar continuamente el estado de calidad en la Universidad del Territorio donde operan. Dos ejemplos mediáticos. El máster de Urdangarín en ESADE sin tener título universitario que es y era condición necesaria para la inscripción. La cátedra de la esposa del presidente cuando la ciudadana no es licenciada ni hizo el doctorado. El primer caso es un borrón para una Universidad Privada, el segundo para la Universidad Pública de lo que tendrá que dar cuenta ante le justicia su rector.

La Universidad desde el siglo XIII en Salamanca -algo antes en Palencia- es prestigio, orgullo, servicio y vanguardia del saber. A todos nos debería inquietar su calidad. A todos nos debería preocupar y ocupar sus reglas. A todos nos debería enorgullecer sus titulaciones. Los chiringuitos son otra fórmula para defraudar y estimular a la picaresca y a la impostura.