
Algo no funciona, algo estamos haciendo mal
23 may 2025 . Actualizado a las 09:28 h.El Concello de Cervo contaba en 1942 con dos pósitos de pescadores que no solo regulaban tal actividad, es que dadas las circunstancias de aislamiento fruto de la segunda guerra mundial, en un país que aún no se había recuperado de la contienda civil, mediaba para garantizar la alimentación ante la Comisaría de Abastos con las cartillas de racionamiento. Tales provisiones para los barcos y sus tripulaciones se hacían a través de los pósitos de San Ciprián y Burela.
Burela, parroquia del Concello de Cervo, presentaba una relación de trabajadores en la mar todos destinados a la pesca y que suponía que el presidente del pósito, Domingo González González, comunicara en agosto de tal año a las autoridades competentes un colectivo de 270 pescadores dedicados en su mayoría y en tal momento a la costera del bonito, pero también a la sardina, langosta, abadejo y otras especies de bajura.
Los barcos pertenecientes a tal pósito son: Basanta, María Elena, Delta;Glorioso San José, Piñeiro, Rápido 1º, Cuatro Hermanos, Rápido 2º, María Paquita, Antonio García, Pepín, Manolita, Paquito 1º, Andar nº4; Nueva Unión, Nuevo Angelito, Mensajera nº1, Inmaculada, Villa María, Galán, Paloma, Virgen de los Milagros, El Raposo, Dos Hermanos, María Ángeles, El Águila; Los tres amigos, Flora;Giralda, Florentina.
El Pósito del puerto de San Ciprián comunicaba en el mismo mes de agosto la existencia de 65 embarcaciones de pesca a vela y remo con un total de 130 tripulantes dados de alta. Añádanse vapores pesqueros con 33 tripulantes. Sumando a los efectos de lo dicho antes para hacer víveres, los veleros de cabotaje Bernardo 1º y Paca Gómez, así como tres barcos de pesca con nombres históricos como Mascote; Don Tomás y Ángeles.
Desde 1940 en que se publica en el BOE por orden del Ministerio de Educación Nacional se crea una Comisión Permanente de enlace entre la Dirección General de Primera Enseñanza, la Dirección General de Pesca y el Instituto Social de la Marina que darán lugar a las Escuelas de Orientación Marítima y Escuelas de Pesca. Así nacerá en San Ciprián y será su titular el Maestro Francisco Rivera Casás, lo que redundará en la formación de numerosos jóvenes para la actividad en la mar.
En la actualidad cualquier parecido con nuestro patrimonio histórico es mera coincidencia. Temblamos cada vez que ALCOA lanza una bravata. Y es que de ser un puerto histórico por sus antecedentes balleneros, de actividad para entrada y salida de mercancías relacionadas con Sargadelos, y así desde 1850 hubo una ADUANA, o asiento de flota bonitera que surcó Gran Sol tras las resoluciones en diciembre de 1961 en que se facilitan los medios para el cambiar los viejos barcos comprados de segunda mano a los vascos por los nuevos que con sus excelentes capturas de bonito crean empleo y riqueza, hemos pasado a tener una peligrosa dependencia de una obsoleta industria que se mueve entre promesas, peticiones de ayudas directas o indirectas, tolerancia a los vertidos y amenazas continuadas de cierre.
Mientras, aquel San Ciprián marinero sólo aspira al turismo con los consiguientes problemas que inciden en el precio de la vivienda o ser barista como máxima aspiración de la juventud. No hay más que darse una vuelta por el muelle y comprobar que hay mucha más presencia pesquera en el Portiño de Morás que en San Ciprián. ¡Algo no funciona. Algo estamos haciendo mal!