
El 26 de julio de 2014 la ministra entonces Ana Pastor inauguraba el primer tramo de la Autovía del Cantábrico por Galicia, desde Ribadeo hacia Mondoñedo y Vilalba. Poco después tuvo lugar un accidente múltiple en el viaducto de O Fiouco con una veintena de turismos y camiones implicados debido a las densas nieblas que se acumulaban y se siguen acumulando en lo más alto del valle del Masma. Cunqueiro en su literatura se refería ya a estas nieblas. Hubo entonces medio centenar de heridos y una víctima mortal, una mujer de Ourense que prestaba servicio en el 061 en Foz; perdió la vida seguramente por intentar auxiliar a los heridos en ese siniestro, en una escena dantesca entre niebla y gritos de desesperación. Todavía recordamos el hospital de campaña que se instaló en un campo de Mondoñedo.
Desde el primer día en que se inauguró este tramo de la A-8 la niebla densa es una constante. No hay manera de eliminarla ni de evitar accidentes. Casi siempre en julio cuando las temperaturas son suaves y asciende la niebla. A veces con lluvia persistente como este viernes. Hubo un tiempo en que la autovía se cortaba al tráfico de manera continua durante el verano desviando la circulación por la vieja N-634 en Mondoñedo. Se sigue haciendo, menos días porque se instalaron balizas luminosas que avisan a los conductores, pero el peligro es grande de todos modos. Se acaba de ver.
Por más que se buscaron sistemas -algunos novedosos- para evitar la niebla, nada funcionó. Se convocó hasta un concurso de ideas en su momento. Falta intentarlo con luz láser antiniebla, pero el Gobierno explicó en el Congreso alguna vez que carecía de presupuesto. Extraña que los ingenieros no advirtiesen el problema de las nieblas y el peligro que podrían suponer para la circulación en este tramo a la hora de definir el trazado. No leyeron a Cunqueiro ni escucharon a los más viejos.
Van más de 60 heridos ya y una víctima mortal en accidentes de tráfico provocados por la niebla en la A-8 entre Mondoñedo y Abadín.