Tras una vida como médico hospitalario desde el Hospital Clínico Universitario de San Carlos en Madrid, pasando por la jefatura de servicio por oposición en el Hospital General Santiago Apóstol de Osakidetza-Vitoria, hasta la dirección en los hospitales comarcales de Burela y Jarrio, afirmo que fui inmensamente feliz como médico en las parroquias de mi querido Cervo-Sargadelos.
En los años 60 el profesor Figueras Aimerich, de la prestigiosa Cínica Puerta de Hierro en Madrid, dónde elegían a los MIR con los mejores expedientes, los último seis meses de su formación en Medicina Interna, los mandaba de médicos rurales a las Urdes. Allí dónde el Doctor Marañón había llevado de visita al Rey Alfonso XIII. Era la fórmula para que los mejores galenos del sistema asistencial español conocieran paisajes, paisanajes y formas de vida con enfermedades que iban desde las carenciales hasta las infecto contagiosas como zoonosis y brotes gastro intestinales por aguas no depuradas. ¡No se les olvidaría en la vida!.
En la década de los años 60 los Departamentos de Medicina Interna y Cirugía General del Hospital Vall de Hebrón -dónde posteriormente hice la especialidad- hacía rotar a sus Secciones entre urgencias del Centro, Consultas externas, Planta de Hospitalización, Quirófano; y lo más interesante por los dispensarios -antecedentes de los Centros de Salud- sitos en los barrios-distritos de Barcelona.
El Hospital de alta cualificación asistencial tenía por lema que cada cama servía para la docencia, investigación y asistencia. Y lo trasladaban, jerárquicamente, al entorno socio sanitario del Hospital.
En los años finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, médicos como Atilano Castrillón López, natural de Trabada, formado en Compostela, con plaza ganada por oposición para ejercer en el Concello de Cervo, era el máximo responsable no solo de asistir de forma integral a los habitantes de las parroquias de Cervo. Era el responsable jerárquico y organizativo para la Junta municipal de Sanidad en el Territorio de Cervo que incluía el puerto de San Ciprián. Fueron los tiempos de los brotes epidémicos. Cólera, Tifus Exantemático, Tuberculosis, Viruela, Escarlatina, Gripe Española, Difteria y abundantes zoonosis. Amén de atender los partos. Amén de realizar lo que hoy llamaríamos cirugía menor.
Hasta la Jerarquización en los Hospitales de la Seguridad Social -INP- fueron los Clínicos y Provinciales los centros de asistencia dónde se formaron los mejores especialistas -inspección, palpación y auscultación- con grandes clínicos como Pedro Pons, Jiménez Díaz, Marañón, Novoa Santos, que tenían alumnos y médicos «oyentes». Más adelante los Hospitales Clínicos Universitarios crean la figura del Interno por oposición, y por fin el sistema MIR que se encarga de desarrollar las especialidades cada vez más tipificadas en razón a la llegada de nuevas «herramientas diagnósticas y terapéuticas».
Hoy se dan tres circunstancias en las Comunidades Autónomas competentes por Estatuto de auto gobierno en materia de sanidad. Los Hospitales son grandes empresas jerarquizadas, con enormes recursos, plantillas socio sanitarias, riqueza económico y laboral para el sector terciario de la economía territorial. Los Centros de Salud están colapsados y el facultativo tarda más en atender su ordenador y expender recetas o burocracia que en explorar al paciente. La Medicina Rural está cada día más desconectada de los Hospitales y escasamente integrada en la idiosincrasia social del medio
La carrera profesional del médico es larga, de formación continuada, con graves responsabilidades y desigualdades para acceder a los medios cada día más sofisticados de la asistencia integral, motivo por lo que «prefiere» derivar los pacientes al hospital y aspirar desesperadamente a una plaza de médico hospitalario.
Lo repito y puedo demostrarlo. La empresa más importante en A Mariña es el Hospital de la Costa, debería por tanto ser la máxima preocupación en los concellos, en la sociedad civil, en el seguimiento de sus recursos humanos y condiciones laborales, así como listas de espera.