El Obradoiro en su diván

M.G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

El colectivo se rearma sobre valores como el balance de la primera vuelta y el recibimiento en Lavacolla tras quedarse a las puertas de la Copa del Rey

18 ene 2013 . Actualizado a las 19:30 h.

El Obradoiro empieza las semana en su diván. Pero no solo esta, después de quedarse a las puertas de la Copa del Rey. Es una pauta de trabajo. Tras cada partido y el habitual día de descanso que le sigue, en el vestuario hay intercambio de impresiones con objeto de reafirmar aspectos del juego que el equipo interpretó correctamente y tratar de corregir aquellos en los que el colectivo desafinó. El análisis en frío, dejando transcurrir al menos 24 horas desde el pitido final, siempre revela detalles que pasan inadvertidos en el fragor de la batalla o alguna impresión equivocada sin esa pausa para la reflexión.

Pero esta semana no es una entre tantas. Se quiera o no, quedarse a tres puntos de la clasificación para la Copa es un golpe que duele y, ante eso, el planteamiento del colectivo pasa por tratar de aprovechar lo positivo para seguir en la ola buena e intentar evitar que haya un bajón. Parafraseando a Van Gaal a la inversa, el objetivo es ser «siempre positivo».

En esa línea, el primer argumento que puso el grupo sobre la mesa no ofrece dudas. Pese a la derrota en Badalona, la reacción de los aficionados apunta al reconocimiento y a la satisfacción por el trabajo del equipo. Pero, por encima de todo, hubo un episodio que ha llegado al corazón del vestuario: el recibimiento en Lavacolla. Tratar de corresponder a muestras de afecto de ese calibre es una de las mayores motivaciones para la segunda vuelta.

Jugadores y técnicos también pusieron el foco en un plano que escapa de la vertiente emotiva, para entrar en la del balance. Porque nueve victorias al paso por el ecuador del campeonato son un buen botín, independientemente de que esta temporada no le hayan bastado al equipo para entrar en la Copa del Rey.

Esos nueve triunfos invitan a pensar que el Obradoiro está en el buen camino, que debe seguir por la misma senda. Lo que corresponde es continuar pensando partido a partido, que no hay rival fácil pero tampoco adversario imposible.

El grupo completó el análisis con un apéndice de la reflexión anterior y la proyección hacia la jornada siguiente.

Aunque el balance es sobresaliente, todavía no hay nada que festejar porque no se ha conseguido nada. No hay margen para la displicencias, para levantar el pie del acelerador.

Manresa, partido trampa

Y, por último, a la vuelta de la esquina asoma un rival trampa en una cancha que siempre es complicada, por más que el Manresa solo haya ganado dos partidos hasta la fecha: ante el Estudiantes y el Fuenlabrada.

Pero el conjunto de Ponsarnau viene de caer en la prórroga contra el poderoso y lanzado Baskonia. Antes, ante el Valencia, perdió de uno, por un triple sobre la bocina. Y si se echa la vista a la totalidad de la primera vuelta, hay otras dos derrotas por margen muy ajustado: 81-83 frente al Valladolid y 88-89 contra el Lagun Aro. Son cuatro cruces y ninguna cara en finales apretados.