Obradoiristas de cuna, profetas de Sar

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

Xoán A. Soler

Moncho, Víctor y Gonzalo se engancharon de niños al equipo que entrenan desde el 2010

21 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Moncho Fernández, Víctor Pérez y Gonzalo Rodríguez, tres vecinos de Compostela y aficionados del Obradoiro desde la cuna, empezaron su singladura técnica en Sar en el verano del 2010. Años antes habían decidido que, si se les presentaba la ocasión, se subirían al tren del baloncesto profesional. Cada uno cogió el suyo. El del Alquimista de Pontepedriña lo llevó a Gijón, de la mano de Moncho López. Víctor Pérez ya casi se veía como comercial cuando le llegó la oportunidad de sumarse al Clavijo, en Logroño. Y Gonzalo Rodríguez, que era profesor en el Divino Maestro, cambió las aulas por una oferta del Archena.

Años antes, los tres se matricularon como seguidores del Obradoiro, cuando eran niños. Recuerdan acudir al viejo Sar de la mano de sus padres. Víctor puede incluso precisar su primer partido desde la grada: «Fue ante el Barcelona. Vino Sibilio a dar una charla al colegio La Salle y nos dieron entradas».

Si el desempeño profesional los hubiese llevado por una senda distinta a la de las canastas, este domingo probablemente estarían también en Sar. En vez de en el banquillo, en la grada. Porque para los tres vale el Son do Obra, desde mucho antes de que Chete Pazo los reclutase en aquel verano del 2010. Con ese valor añadido, van camino de ocho años en el mismo destino y el único desgaste que se percibe es el de la tonalidad capilar.

Camino de los cincuenta

Empezaron en Sar en el entorno de los cuarenta. Se van acercando a los cincuenta. Y los tres coinciden en una reflexión que resume Gonzalo Rodríguez: «El tiempo ha pasado muy rápido».

Condensar en pocas líneas las vivencias y experiencias de estos años es tarea imposible. O quizás no tanto, porque los técnicos apuntan en una dirección más filosófica que matemática. «Hopkins fue el primero que habló de la familia que dura un año -recuerda Moncho Fernández-. Hay un hastag del que estamos muy orgullosos, #undosnosos. Es mucha la gente que ha pasado por aquí y sigue manifestando su cariño. Se le ha dado importancia a lo que es el Obradoiro fuera de la pista, y eso se percibe, que el Obra es de muchos».

Gonzalo Rodríguez incide «en la huella que dejan las personas» y en la cantidad de mensajes que vuelcan en las redes sociales quienes en algún momento participaron en primera persona en el día a día de la entidad. Lo mismo subraya Víctor Pérez: «Son muchos los jugadores que pasaron antes por otros equipos y que han vivido su etapa en el Obradoiro como algo especial».

Sin embargo, puestos a escoger un instante, una estampa o un episodio concreto, acaban rescatando pasajes de muy distinto corte y localización. En el caso de Víctor, «los viajes en autobús desde Burgos, después de lograr el ascenso, o un par de veces desde Andorra, tras asegurar la permanencia. Se disfrutan de otra manera». Moncho echa la mirada a la NBA y confiesa «una ilusión especial al ver a Maxi y Salah en Dallas, o a Robbie Hummel comentando partidos para la ESPN». Gonzalo, en cambio, se queda en lo más cercano, en Sar y en los suyos: «Confluyen una etapa histórica en el Obradoiro y en mi vida familiar, con el nacimiento de mis hijas. Verlas en los partidos con sus camisetas...».

El Miudiño es eterno

El tiempo vuela, pero no para el Miudiño. «Salvo que me coincida dando instrucciones -explica Moncho-, me gusta escucharlo de pie. Es único. Y escuchar cómo lo cantan los extranjeros, también. Luego les explicas la letra y no se lo creen». «Yo lo tengo incluso en el salón de casa», indica Gonzalo, mientras que Víctor añade otra perspectiva, porque Sar afina pero cuando los aficionados lo entonan en los desplazamientos, «entran un orgullo y una satisfacción especiales».

Los años galopan, el Miudiño no entiende de calendarios, quizás se haya perdido parte de ese empuje que siempre es un plus en el arranque de las aventuras y el Obra va cincelando su perfil.

Para tomar conciencia del proceso, el Alquimista enumera pasos que se han ido dando y que hablan de la consolidación del proyecto, como «los campus, el ProAm, la Fundación Heracles y la cantera, El Camiño acaba en Obradoiro, Basket&Cheese, el clínic Desmontando al entrenador ayudante, el club de empresas; otras iniciativas que no son impulsadas por la entidad pero tienen un gran valor, como las cañas obradoiristas, etcétera». Es baloncesto y algo más.