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El Obra confía en la progresión geométrica de Hlinason, un islandés que hace cinco años ayudaba en la hacienda familiar
12 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.Pocos clubes dependen tanto de su olfato como el Obradoiro. Necesidad obliga. Obliga a anticiparse en la identificación del talento, a confiar en el potencial, a asumir riesgos. Así reclutó, entre otros, a jugadores como Muscala, Waczynski, Pustovyi, Bendzius, Thomas o Salah Mejri. Todos relanzaron sus carreras en Sar. Y con esa idea llega Hlinason, aunque en este caso fue el Valencia el que hizo la apuesta y es el club santiagués el que confía en obtener los primeros réditos. Peleó por su cesión, con el convencimiento de que, a pesar de su juventud, puede ser ya una pieza importante en el colectivo.
Tiene todo el tiempo por delante. A finales de octubre cumplirá los 21 años y apenas lleva un lustro practicando un deporte al que lo llevó su estatura. Juan Maroto, entrenador ayudante del Valencia y uno de los técnicos que mejor lo conoce, apunta a esa excepción: «Creo que es el único islandés alto que he visto. En general, son muy competitivos, en todo, pese a que no tienen mucha población. Ahí está el caso del fútbol. También son buenos en balonmano. Son increíbles. Cuando fui a ver a la selección sub 20, lo que me encontré fueron jugadores más bien bajos, excepto Tryggvi. Pero todos se matan. Esa es la clave del éxito. Combinan sangre latina y disciplina nórdica».
En el radar de la NBA
A ese perfil se ajusta Hlinason, al de un guerrillero en un chasis que los americanos denominan siete pies (jugadores de 2,13 metros o más), que lo sitúa ya en el radar de la NBA. Llega un granjero que creció rodeado de nieve, en una pequeña población del norte de Islandia, Pingeyjarsveit, que en apenas cinco años ha cambiado el campo por el parqué, ha pasado de vivir entre temperaturas bajo cero y en un entorno sin ninguna otra casa en un radio de unos diez kilómetros a convivir con el calor del Mediterráneo y las prisas de la gran ciudad. Ahora le toca la calidez de Compostela. Y todo ello sin perder su esencia. Sigue disfrutando más de la tranquilidad que del trajín.
Maroto recuerda una de las anécdotas que le contaron acerca de Tryggvi Hlinason en su visita a Islandia para conocer al pívot: «La primera vez que fue a un entrenamiento de baloncesto tuvo que desplazarse en una moto de nieve».
El técnico ayudante del conjunto taronja está convencido de que el pívot islandés llegará lejos: «No puedo decir nada malo de él. Es un chico humilde, con una gran capacidad de trabajo, receptivo, con un físico privilegiado. Se le ve mejorar mes a mes. Solo le falta coger experiencia. Ahora tiene que ganarse los minutos».
Con ese propósito recala en Sar, trampolín de pívots en las últimas temporadas. A pesar de su juventud, llega ya sin pelusilla, toda vez que el pasado curso ya tuvo algunos minutos tanto en la Liga Endesa como en la Euroliga. El desafío pasa por dar dos pasos al frente para ser protagonista.
Es el mismo reto que se le presenta al cuerpo técnico. «Esperamos que continúe con la progresión iniciada el año pasado y que desde su posición de cinco nos ayude en la defensa interior, con intimidación y rebotes, así como en el juego ofensivo cerca del aro», resume Moncho Fernández.