Hace diez años y dos días el Obradoiro disputó el primer partido de su historia en la ACB. Fue una jornada de fiesta, de celebración, de comunión, de agradecimiento a quienes abanderaron una larguísima singladura que tenía mucho de utopía y todavía más de dificultad, de bienvenida a muchos amantes del baloncesto que se enamoraron del club.
En escenarios así siempre es bueno encontrar símbolos que aglutinen, y el Miudiño enseguida se convirtió en expresión de ese sentimiento. Aquel curso acabó en descenso, pero sirvió para echar raíces. Al siguiente llegó el ascenso y esta es la novena temporada consecutiva en la ACB.
Cuando Kostas Vasileiadis fichó por primera vez por el Obradoiro hubo que explicarle a donde venía. Como a él, al resto de compañeros que firmaron aquel verano. Y a los que vinieron después. Pero hoy buena parte de esos jugadores que pasaron por Sar son los mejores embajadores del club. Ver a Pustovyi la pasada campaña después de la última jornada entrando en el vestuario para celebrar la permanencia con sus excompañeros dice mucho acerca de cómo ha crecido el Obradoir. Igual que ver al padre de Muscala hace unos días en el primer canhadoiro de la temporada, o a los progenitores de Santi Yusta cuando recuerdan el paso de su hijo por Compostela. O a Salah Mejri hace unos años, en una entrevista, cuando le comentaban que el Real Madrid lo había descubierto y corregía para recordar que quién le había abierto las puertas de la ACB había sido el Obra. O a Kleber acercándose unos días a Compostela para asistir a un partido en Sar y recordar su paso por Santiago.
En el parqué, el colectivo es reconocido y reconocible por su baloncesto, por su perseverancia, por un juego que se basa más en el pase y la movilidad que en el pick and roll. Andrés Nocioni se refiere al equipo en su biografía como «el voluntarioso Obradoiro». En este tiempo el club también se ha significado por cuadrar sus presupuestos, que no es fácil, y por atender siempre sus compromisos económicos.
La microgestión admite enmiendas. Pero conviene recordar, como hace a menudo Obrapedia a través de las redes sociales, que tal día como hoy, hace once, doce o trece años, sin ir más lejos, el Obradoiro competía en Arzúa, en Chantada, en Foz... Por cierto que, quien quiere familiarizarse con el antes de la entidad no tiene más que darse una vuelta por su blog, «El Obradoiro tiene historia». Y comprobará lo mucho que ha cambiado y lo mucho que le ha costado llegar a la década de oro.