Steven Enoch: «Estoy lejos de los míos, pero esta ciudad y este equipo son mi familia»

ANDAR MIUDIÑO

XOAN A. SOLER

El pívot se habitúa a una vida casera y se declara fan de la empanada de pulpo

30 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Steven Enoch no pasa inadvertido. Es un bloque acerado de 208 centímetros, un tanque en la pintura del Monbus Obradoiro capaz de moverse como un tornado. Pero es también un chaval que acaba de cumplir los 23 años, que está a más de cinco mil kilómetros de su familia, que se ve obligado a repartir la mayor parte de su tiempo entre el Multiusos de Sar y la soledad de su casa. Porque el coronavirus y sus protocolos no dan tregua.

Le toca vivir una suerte de sacerdocio centrado en el baloncesto y lo asume de buen grado porque su ilusión y su misión es hacer carrera entre canastas, abrirse hueco hacia la NBA. Si pudiera elegir, pondría en primer lugar a los Knicks de New York. Pero él, que es de Connecticut, reconoce que también le tiran otros dos equipos del Oeste, los Celtics de Boston y los Brooklyn Nets.

El covid-19 ha levantado un muro infranqueable a la hora de hacer vida social. Hasta la fecha, no ha podido disfrutar de las cenas de equipo. Ni aprovechar pequeños paréntesis, como los tres días libres que tuvo el plantel hace una semana, para hacer turismo. Se adapta: «Estoy lejos de los míos, pero esta ciudad y este equipo son mi familia. Siento el Obradoiro como una oportunidad, y estoy muy agradecido. Viajar con el equipo es como hacerlo en familia. Cuando fiché no sabía qué esperar, por el coronavirus. No sabía cuáles iban a ser las circunstancias, pero me estoy acostumbrando».

En línea con Connecticut

La distancia no es fácil de llevar, «aunque ayuda mucho el contacto a través de videoconferencia». Y tampoco juega a favor la incertidumbre respecto a la evolución de la pandemia: «Las cosas parecían ir bien en Connecticut, pero vuelven al mal camino. La gente está haciendo que se den pasos atrás».

Steven Enoch confiesa que se acopla bien a una vida muy casera. Y a ello le ayuda su buena mano en la cocina, en la que se maneja bien: «Me gusta, aunque a veces también pido a domicilio. La comida gallega está riquísima, no es comparable a la de Estados Unidos. Sí que conozco el pulpo. He comido la empanada de pulpo de Sete Culleres y me encanta. La pido muchas veces».

Le hubiese gustado que su primera experiencia en una competición profesional no se viese tan condicionada, hasta el punto de disputar partidos sin público en las gradas, pero no se queja: «Haber venido aquí y jugar al baloncesto es muy positivo. El baloncesto es una de las cosas que más feliz me hacen, y puedo practicarlo. Me centro en tratar de ser mejor jugador y mejor persona cada día. Esto es lo más importante».

  «Aquí es todo mucho más mental que físico»

Para Steven Enoch el cambio también es grande en todo lo que rodea al baloncesto. Reconoce muchas diferencias entre la competición universitaria y la Liga Endesa, entre su anterior equipo y el actual. «Aquí es todo mucho más mental que físico», resume en una frase.

El pívot agradece «la paciencia» que están teniendo los entrenadores y los compañeros para que se adapte. Ya ha tomado nota de varios de los mandamientos del baloncesto cuántico de Moncho Fernández: «Si estás centrado en la pista, tomas las decisiones adecuadas y estás atento en defensa, siempre hay opciones de ganar. Si eres listo y conoces los planes de juego que tiene el equipo para frenar al rival y para generar ventajas, estarás más cerca de la victoria».

En el día a día le toca fajarse con Laurynas Birutis, que se ha destapado como uno de los jugadores revelación en el primer tercio del campeonato. Ello propicia, también, que los minutos sean más caros para Steven Enoch, que ve en esa tesitura un estímulo: «Nos animamos mutuamente y nos retamos para ser mejores cada día. Entrenar todos los días con alguien como él es una oportunidad única».

En el acto de presentación, en pretemporada, se le preguntó respecto a la vehemencia de Moncho Fernández, a si gritaba mucho en los entrenamientos. Han pasado casi tres meses desde entonces, y se ratifica en la respuesta que dio en aquel momento: «Es el mismo todos los días. Da igual el momento. Lo respeto mucho».

A la hora de autoanalizarse, la palabra que siempre tiene muy presente es mejorar: «La parte mental del juego es muy importante. Tengo las herramientas físicas y debo saber cómo utilizarlas. Los entrenamientos también son diferentes. Allí trabajas con más intensidad en las sesiones, pero hay mucho más descanso. Aquí tienes que estar al cien por cien todos los días».

Enoch observa que el nivel también es muy distinto. Antes de recalar en el Monbus Obradoiro «había oído hablar del Real Madrid y del Barcelona, pero no sabía mucho más de los equipos de la ACB».

Ahora puede decir que «aquí cualquiera le puede ganar a cualquiera. Y cualquier equipo sería puntero en la NCAA».

Ya conoce la liga universitaria americana y la ACB. Su sueño es la NBA. Y es de los convencidos de que los Lakers han acertado con el fichaje de Marc Gasol: «Es una gran noticia. Creo que también están intentando recuperar a Paul Gasol. Sería genial que coincidiesen».

En cualquier caso, su cabeza está en el Monbus Obradoiro y en la vuelta a la competición, después del parón de una semana por la ventana FIBA. Cree que el partido ante el Burgos fue producto de «un mal día» y que el equipo tiene capacidad y potencial «para hacerlo mejor».

Steven Enoch también demostró tener cintura cuando se le recordó que, por mucha capacidad de salto que tenga, no se puede tocar el tablero. No fue necesaria la respuesta, bastó el gesto de reproche.