Tonecho Lorenzo: «En veteranos Obradoiro tenemos cabida muchos»

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

El Obradoiro retirará antes del partido ante el Murcia la camiseta con el número 14 de uno de sus jugadores más ilustres

16 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Obradoiro acaba de cumplir 51 años de vida y en los últimos cincuenta Tonecho Lorenzo ha estado siempre al lado del club. Llegó en 1971, cuando el equipo jugaba en el pabellón del Gimnasio, en el campus, con piso de cemento y canastas de madera, y escogió el número 14, el mismo que lucían a sus espaldas Cruyff en el Ajax y Brabender en el Real Madrid, dos de sus ídolos. Después heredaron ese dorsal Jano Harguindey y Paco Dosaula, y más recientemente Levon Kendall, Maxi Kleber y Maxime de Zeeuw.

Desde hoy ya nadie más lo podrá elegir, porque se suma al 4 de Bernard Hopkins y al 15 de Oriol Junyent en el techo del Multiusos de Sar. La retirada de su camiseta es el primero de los actos programados por la entidad para celebrar su quincuagésimo aniversario, que tuvieron que ser aplazados por mor de la pandemia.

Es el reconocimiento a aquellos siete años como jugador y a los que vinieron después en diferentes frentes. Porque fue encargado de la cantera, de relaciones con los medios de comunicación, incluso entrenador en uno de los dos partidos que ganó el equipo en su paso por la División de Honor, formando tándem con Antonio Millán en ausencia de Pepe Casal. Antes y ahora, siempre dispuesto a colaborar en tantas cuantas iniciativas le proponen, relacionadas con su Obradoiro.

La antítesis del tribunero

Es la antítesis del tribunero que busca el aplauso fácil, una especie que no tiene sencillo acomodo en Sar. A menos de 24 horas de que icen su camiseta a la alturas del pabellón, se confesaba «desbordado», incluso «avergonzado» por todo el movimiento que se está generando. Y su gran preocupación era constatar si se habían acordado de poner junto al 14 y su nombre otras dos palabras: «veteranos Obradoiro. Ahí somos muchos los que tenemos cabida»

Sabe que le espera una tarde cargada de emociones, quizás también sorpresas, pero cree que no hasta el punto de llorar: «No soy de lágrimas». Otra cosa son los «ojos vidriosos», y ahí sí que no se atreve a hacer pronósticos.

Muy pocos pueden explicar y transmitir qué es el Obradoiro como lo hace Tonecho Lorenzo, por la cantidad de vivencias acumuladas y por su manera se sentir el club y de sumar. Se quedó a una canasta de lograr el ascenso a la máxima categoría en la temporada 75/76, en Tenerife, después de un azaroso vuelo chárter que llegó con el tiempo justo para que los jugadores se cambiasen en el autobús, de camino a la cancha. Conoció de primera mano a ilustres como Nate Davis y Bill Collins, y al puertorriqueño Jimmy Thordsen, «que participó en dos olimpiadas y era un jugadorazo». Estaba en Murcia cuando «llegó el soplo de lo de Esteban Pérez», una historia que tardó casi veinte años en abrir las puertas de la ACB.

Es también uno de los impulsores de las reuniones de veteranos que se celebran cada tercer viernes de junio desde 1980, con la excepción del pasado año, por el covid-19. La de este curso se ha trasladado a noviembre.

Tonecho es de los que celebra «cada permanencia como un título», porque ese es el sino de los modestos y nunca pierde la perspectiva. Con ocasión de la Supercopa, que el Obra jugó como anfitrión, lo resumió en pocas palabras: «Hoy toca cigala y centollo, pero somos de tortilla y pulpo». Y sabe disfrutar del menú.