Disfrutemos y celebremos, ya habrá tiempo para sufrir de nuevo

Rivera Mozan EL ESCÁNER

ANDAR MIUDIÑO

Gerard Franco

11 may 2022 . Actualizado a las 22:20 h.

La espera fue agónica, esta temporada más que nunca, pero al final el baloncesto hizo justicia y, de nuevo, el Obradoiro consiguió el tan ansiado título de la permanencia. Y van…

En lo referente al partido, la defensa del Joventut en la primera parte tuvo una gran obsesión, la de obligar a Robertson a botar con su mano izquierda.

Frente a eso, el Obra supo atacar con gran inteligencia otros espacios del campo que no eran defendidos con tanta agresividad y nuestro equipo castigaba en la pintura al rival con nuestros jugadores interiores exhibiendo un gran acierto en esos tiros cortos.

Otro aspecto a tener en cuenta, en el primer cuarto, es que la Penya buscaba generar ventajas en nuestra canasta jugando un sinfín de balones interiores, renunciando un poco a su gesto preferido en esta parte del campo, el bloqueo directo.

Valió poco, ya que el Obradoiro anticipaba e iba solventando bastante bien la papeleta.

En el segundo cuarto, el equipo catalán, durante los primeros minutos, ya fue más fiel a su estilo y comenzó a atacar sobre todo con bloqueos directos la defensa del Obradoiro, que muy inteligentemente mostraba diferentes respuestas tácticas a esta acción, haciendo así mucho más complicada las lecturas del rival.

Ante Tomic, aun así, fue la mayor de las amenazas para un Obradoiro al que lo único que se le podría «reprochar» es un par de pérdidas de balón evitables y los fallos en los tiros libres.

En la segunda parte, lo más ajustado a la realidad que se puede decir es que fue un ejercicio de veinte minutos de saber estar, de fe, de oficio, de tranquilidad y, lógicamente, también de muy buenas decisiones en el juego y desde el banquillo.

Y cuando seguramente el 95 por ciento de los que estábamos viendo el partido hubiéramos apostado por darle muchos más minutos en pista a Birutis, y más si cabe tras la extraordinaria primera parte, desde el banquillo se decide apostar por Ellenson claramente.

Alquimista es él que transforma hierros en oro, y el de Pontepedriña es quien convierte en jugador determinante para el resultado final, tanto en ataque como en defensa, al que menos se esperaba.

La conclusión es muy fácil: de un equipo nadie sabe más que su entrenador, del Obradoiro nadie sabe más que don Moncho Fernández.

Lejos quedan los nervios, la angustia, el pesimismo. Un año más, el Obradoiro CAB es equipo ACB. Así que, obradoiristas, disfrutemos el momento y celebremos, ya tendremos tiempo de sufrir de nuevo.