Sar degustó un dulce fin de curso

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

La afición valora la reválida de la permanencia en la despedida del mito Oliver

15 may 2022 . Actualizado a las 01:31 h.

El Miudiño siempre suena bien en Sar, en toda circunstancia. Es como el abrazo que traslada la afición al colectivo antes de cada batalla en el parqué. De un tiempo a esta tarde también cala en la grada el Sweet Caroline de Neil Diamond, en este caso después de los partidos cada vez que el equipo añade una muesca a su casillero de victorias. En la jornada final de la Liga Endesa Sar pudo disfrutar sin esperar al resultado del partido, antes, durante y después. Porque valora la reválida de la permanencia, sabe lo que cuesta y no se le escapa que encadenar once seguidas está al alcance de muy pocos presupuestos modestos. El día era más especial todavía porque decía adiós un mito, que así es como definía la pasada campaña Jaume Ponsarnau a Albert Oliver cuando le preguntaba a Moncho Fernández por el veterano base.

Resulta curioso, pero Oliver no es el primer veterano ilustre que juega su último partido como profesional en Sar. Lo preceden Oriol Junyent, Bernard Hopkins y Mike Higgins.

El Obradoiro pudo coronar una temporada agónica con un dulce colofón, con el Miudiño, con el Sweet Caroline pese a que el triunfo se escapó en el último suspiro, y con muchas ganas de disfrutar de un gran día.

El primer aplauso cariñoso fue para Thomas Scrubb, que recibió el premio a jugador del Obradoiro más valorado de la temporada.

El segundo, con subida de decibelios y Sar puesto en pie, para Albert Oliver, en la ronda de presentaciones. Nada comparable con el minuto seis, el de su dorsal, cuando se paró el partido. No era un tiempo muerto. Era tiempo de despedida, con Sar otra vez puesto en pie. Recibió de manos del presidente, Raúl López, una camiseta con el 675, sus partidos en la ACB, y también un obsequio del Valencia entregado por Víctor Claver. Y se sumaron al parqué su esposa y sus hijos.

Oliver, un prestidigitador con el balón, no tanto con la palabra, dio las gracias por todo lo recibido y resumió su carrera en una frase: «No sabéis lo bien que lo he pasado».

Todavía le quedaba un último baño de homenajes, porque fue el último en el turno de salidas a la cancha para celebrar el fin de fiesta. Cada uno de sus compañeros estaba ataviado con una camiseta en la que podía leerse «Eterno Albert».

Buena parte de los cinco millares de aficionados que presenciaron la última jornada de la LIga Endesa en Sar se quedaron a despedir al equipo. Uno a uno fueron saltando los protagonistas es a la cancha. Y, dentro de un nivel de decibelios elevado, subieron un poco con algunos nombres propios. A Thomas Scrubb le cantaron el MVP y su hermano Philip, que llegó con la temporada en marcha, también se ganó en poco tiempo el corazón del obradoirismo. Los seguidores saben que tuvo una contribución decisiva para lograr la permanencia. Y, si llega a completar la remontada ante el Valencia, hubiese sido la apoteosis. Robertson fue otro de los más aclamados, y también Okouo pudo comprobar que, pese a completar una campaña irregular, la cuota de reconocimiento es alta. Hubo aplausos para todos y para el final quedó, como es norma y tradición, el Miudiño, como siempre, bien afinado.