El Alquimista de Pontepedriña tiene un químico a sus órdenes en el Obradoiro

ANDAR MIUDIÑO

XOAN A. SOLER

Santi Paz se desdobla entre los entrenamientos en Sar, con el primer equipo y el filial, y las aulas de la USC

04 oct 2022 . Actualizado a las 19:26 h.

El Monbus Obradoiro tiene en el banquillo un alquimista y en la cantera un químico en ciernes que juega con el filial en la EBA y se desdobla para entrenar con el primer equipo. Santi Paz (Compostela, 2003) se confiesa apasionado de los dos frentes, el de los tubos de ensayo y el de las canastas, y se las arregla a la hora de sacarle tiempo al tiempo para compaginarlos.

No es fácil, incluso puede parecer algo estresante, a tenor de cómo explica la agende de un día tipo: «Si el primer equipo entrena por las mañanas, no puedo ir a clase. He solicitado una dispensa de asistencia y he ido hablando con los profesores. Por ese lado no hay problema, y tengo unos compañeros muy majos que me facilitan los apuntes. Por las tardes voy a las prácticas y luego entreno con el EBA, a las 20.20. Si me queda algo de tiempo, aprovecho con los libros».

Empezó con la Ingeniería Química y se encontró con que no era lo que esperaba, que había poco de la materia que más le gusta. Este curso se ha cambiado a Química y se muestra convencido de que ahí es dónde tiene su sitio.

Hace lo que siempre desde que era un pipiolo en el Pío XII, estudiar y jugar al baloncesto, si bien con el paso de los años es cada vez mayor la exigencia en ambos negociados. Creció en el Rosalía, siendo cadete se fue al Torrelodones y la pasada campaña llegó al filial del Obradoiro.

Antes, en la temporada 15/16, fue uno de los elegidos para jugar la Minicopa con el Obradoiro. Guarda un gran recuerdo de aquella experiencia, además de una imagen que se le quedó muy grabada, la de Garuba colgándose del aro con una mano y dejando las huellas de la otra. «No éramos los mejores, pero los más ilusionados, seguro», apostilla.

Antes de eso ya empezó a ser asiduo espectador de los partidos del Obradoiro en Sar. Y guarda en su equipaje una camiseta de la temporada 14/15, firmada por todo el equipo, que se conserva como el primer día.

Uno más en el primer equipo

Poco podía pensar entonces que con el tiempo acabaría formando parte del día a día de esa plantilla. Se confiesa encantando y gratamente sorprendido por el trato cercano que le están dispensando todos los jugadores, quizás porque llegó con el espíritu de un becario que no tenía muy claro hasta qué punto iba ser uno más en ese grupo. Desde el minuto uno se le disiparon las dudas: «Son todos una pasada, muy buenos compañeros. Y como jugadores lo mismo, de un nivel altísimo».

Como ejemplo de esa buena química pone la situación que atraviesa, ya que se recupera de una fisura en un hueso. No puede hacer el trabajo de pista y no va a poder empezar la competición con el filial este fin de semana. Entre tanto, todos se han interesado por conocer cómo se encuentra y le han trasladado sus mejores deseos.

Por lo que le ha tocado vivir en primera persona en pretemporada, hasta la lesión, tiene claro que esta temporada se va a ver un «Obradoiro que intentará jugar a más posesiones, que quiere llegar rápido a campo contrario».

Es lo que espera presenciar este sábado en Sar ante el Girona. Por cierto que, para calibrar su juventud, basta con apuntar que le cuesta ubicar a Aíto García Reneses, que era el entrenador del Gran Canaria en aquella Copa del Rey de A Coruña.

El domingo también tiene previsto asistir al debut del filial en Milladoiro. «Vamos a ser un equipo muy intenso», anticipa.

Y más a medio plazo, en cuanto se recupere de su lesión, si hay margen para hacer ejercicios de mejora individual a primera hora de la mañana, se apunta. Sería cuestión de madrugar algo más.