Esta mañana me llegó un mail de mi sobrino: «Querido tío Norman: Cómo extraño a todos. ¿Qué es del “hídolo”, sigue de viaje por nuestra aldea? Estoy muy ocupado rodando para Netflix una nueva temporada de mi musical y apenas puedo seguir la liga. ¿Cómo va el Obra? Besos, Yoghurtu Nghé». «Querido sobrino: Te diré que el “hídolo” estuvo por el Kilimanjaro pero, como en atención a su nuevo estado, todas lo respetaban mucho, se fue a visitar el Ngorongoro para ver si tenía mejor suerte. Al Obra, a pesar de las lesiones, le va bien. Justamente, ahora estamos saliendo para Sar, que tenemos partido contra Baskonia. Un abrazo, tu tío Norman».
Visto el 43 % de acierto en triples con que llegaba Baskonia, que el partido comenzase espeso y los dos equipos intentando jugar con sus pívots (Blazevic y Enoch), no me disgustaba. Pero Obradoiro encadenó un par de balones perdidos con un par de malos tiros y Baskonia pudo correr y sentirse a gusto. Pidió tiempo Moncho, comenzó a rotar jugadores y, aunque el Obra seguía sin meter, al menos volvió a tener opciones de defender. En el segundo cuarto, se enchufó Westermann y enchufó a Guerrero. Thompson mantenía a Baskonia con pequeñas ventajas, pero el paso por el banquillo había sentado bien a Robertson y el Obra se fue al descanso con ventaja de dos puntos.
Yo pensaba que el Obra miraba los 14 puntos encajados en el segundo cuarto como el espejo a seguir y tenía razón, pero estaba equivocado. Phil Scrubb, anotando cuando más urgía y un Robertson que seguía a lo suyo (donde esté un buen Kassius que se quite cualquier Rolex) estiraron la ventaja local a 5 puntos tras un 26-23 de parcial en el tercer cuarto. Y, si Phil Scrub fue el asesino silencioso, Fernando Zurbriggen se convirtió en el asesino escandaloso: robó balones, sacó faltas de ataque, anotó de uno, de dos y de tres, levantó a Sar y obligó a Peñarroya a pedir tiempo a poco más de cinco minutos para el final y el Obra 15 arriba. Un par de errores locales y el acierto de Howard y Hommes propiciaron un parcial de 0-9 (lo que Moncho no enseña, Lourdes no presta: Singuí Ngtumi), pero entre Westermann, Robertson y los rebotes de Guerrero, el Obra supo cerrar la victoria.