Thomas Scrubb, el sumador del Obradoiro

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

Con solo 79 partidos está ya en el podio histórico de los jugadores más valorados y los mejores reboteadores, y es cuarto entre los anotadores

03 dic 2023 . Actualizado a las 21:51 h.

Pasan las jornadas y Thomas Scrubb sigue escalando puestos en las clasificaciones históricas del Obradoiro en diferentes apartados estadísticos, sin hacer ruido, de la misma manera que juega. Va sumando en todos los frentes como si fuese invisible. Incluso un expediente brillante como el que firmó en Tenerife se puede confundir con una tramitación rutinaria, hasta que uno repasa sus números. Casi siempre están por encima de las sensaciones, porque no es un jugador explosivo pero sí todo un especialista en mantenimiento, de esos que no preguntan qué hay que hacer para ganar porque lo saben o lo intuyen, y se aplican. Tanto puede tapar vías de agua como crear fisuras en el juego del rival volando por debajo del radio de acción del radar.

Estadísticas

Esta es su tercera temporada en Sar y el de Tenerife fue su partido número 79 con la camiseta del Monbus Obradoiro. En el Santiago Martín sumó 31 créditos de valoración que le permiten acceder ya al podio histórico de esa estadística. Totaliza 1.128. Por delante ya solo están Robertson (1.164 en 92 contiendas) y Alberto Corbacho (1.415 en 164). El promedio del alero canadiense es de 14,27 créditos. Solo lo supera Birutis, con 15,15 (985 créditos en 65 partidos).

Sin ser pívot, Thomas Scrubb ya emerge segundo entre los mejores reboteadores, con 421 capturas, ocho más que Levon Kendall y solo superado por las 444 de Artem Pustovyi. Es cuarto en puntos anotados (944, a solo cuatro de Pustovyi). Los dos mejores registros son para dos muñecas de seda como las de Corbacho (1.785) y Robertson (1.431). Y es quinto en recuperaciones de balón.

Ante el Tenerife firmó su tope de anotación en la Liga Endesa, con 26 puntos. Y aunque se quedó a dos créditos de igualar su mejor valoración, fue quizás su partido más completo. Y, sin duda, completó su mejor y más determinante último cuarto con once puntos, entre ellos el triple que ponía el 84-88, demoledor, y los dos tiros libres que cerraron el marcador, amén de otras canastas en momentos de máxima igualdad.

La discreción de su baloncesto es la misma que aplica en su día a día en el vestuario. En su primer año, en los regalos del amigo invisible que se hacen en la plantilla por estas fechas, le tocó un megáfono. Y cuando le pidieron que lo estrenase, solo dijo una palabra: «Gracias», entre la algarabía del grupo y la sonrisa propia. Podría parecer una genialidad, pero como él mismo confesó, fue lo único que se le ocurrió en aquel momento.