Todas las derrotas duelen, pero esta es de las que más porque son muchos los puntos de análisis que pesan. Empezar con un 8-0 en contra, ante un rival que tiene un equipazo y que está en un gran momento de forma, ya supone ir muy a remolque. El Obradoiro volvió a salir malparado en la batalla física y el balance defensivo no ha sido bueno en ningún momento. Irse 17 abajo al descanso era una mala noticia, pero volver y encajar un parcial 5-0, cuando tienes que salir a morder, no ayuda. Aun así, el equipo siguió buscando su momento.
Pero es muy difícil. Strelnieks, a quien se le ven cosas de base director, sufre mucho, sobre todo en defensa. Kovliar, que está mejor atrás, no acaba de ser un distribuidor. En ataque tienen que sumarse más jugadores. Con Pustovyi y Mendoza solo no basta, aunque en Murcia también estuvo Howard, con buenos porcentajes. Sin embargo, el triple sigue siendo un punto débil. Estar por debajo del 30 % con el volumen de tiros que se consumen desde detrás de la línea de 6,75 metros lo complica.
Es evidente que las derrotas pesan y que hace falta una victoria como agua de mayo para coger confianza e impulso. No ha podido ser en esta fase del calendario, muy dura, y ahora quedan ocho finales. La primera, el derbi, que tendrá una importancia capital para los dos equipos en lo que resta de temporada. Queda tiempo y sigo confiando en el Obra, porque hay una cosa de la que no tengo duda alguna: el equipo trabaja a fondo en el día a día.