La digestión de descensos pone al Obra ante un espejo de contrastes en la LEB

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

Sandra Alonso

Clubes como el Manresa o el Breogán han sabido salir adelante, históricos como Granada o Valladolid se vieron abocados a la refundación

14 may 2024 . Actualizado a las 21:31 h.

El descenso del Obradoiro a la LEB sitúa al club en un doble desafío, a tenor de las experiencias de otras entidades que han pasado por el mismo trance. Hay ejemplos en los dos extremos. En uno están los que supieron encajar el golpe deportivo y económico y consiguieron retornar a la ACB. En el otro se sitúan históricos que se vieron abocados a la desaparición, por el descontrol en las cuentas, y a arrancar un nuevo proyecto desde cero.

En este último grupo está, sin ir más lejos, el Granada, que lleva dos campañas seguidas salvándose en la ACB en la última jornada. Jugó en Sar en el primer curso del Obra en la élite, en la campaña 2009/10. Pero bajó al año siguiente y se extinguió, con solo dieciocho años de historia, doce de ellos en la máxima categoría.

Cogió ese testigo el Fundación Granada. En la campaña 12/13, en la que el Obradoiro acabó octavo y jugó las eliminatorias por el título, el club andaluz iniciaba su singladura en Primera Nacional.

Otro histórico que se vio abocado a la refundación es el Valladolid, un equipo que vio jugar en sus filas a leyendas como Arvydas Sabonis y Óscar Schmidt. Allí también hizo carrera un histórico del baloncesto santiagués, Quino Salvo.

El conjunto pucelano llegó a sumar treinta campañas en la ACB. Todo lo de atrás de nada le valió para hacer frente a las deudas que se fueron acumulando. En el verano del 2015 empezó su andadura una nueva entidad, en la LEB Plata. Y ahora lleva seis campañas seguidas en Oro.

Otro club renacido a través de la refundación es el Alicante. Después de haberse clasificado para disputar la Copa del Rey y las eliminatorias por el título, cayó en picado.

El Gipuzkoa Basket, contemporáneo del Obradoiro en esta etapa en la ACB, está poniendo orden en sus cuentas y va a ser uno de los grandes rivales la temporada próxima.

En el lado positivo de la balanza hay clubes que siguen escribiendo su historia sin que el brillo de la ACB ni el frío de los descensos a LEB hayan frenado su caminar. El ejemplo más firme es el Manresa, el único modesto en la historia de la ACB que ha sido capaz de levantar un título de Liga (1996) y de Copa del Rey (1998). En el 2000 descendió, y volvió dos años después. En solo cinco años pasaron de ganar títulos a verse en la LEB, y supieron absorber ese vértigo.

Esta temporada está completando un expediente sobresaliente. Pero tomando el tramo de las trece campañas del Obradoiro en la élite, el conjunto catalán acabó en puestos de descenso en tres ocasiones, si bien solo dos se consumaron porque en aquel momento todavía había que abonar el canon de acceso a la ACB y los colectivos que tendrían que ocupar esa plaza no pudieron certificar el ascenso.

El Breogán es otro de los clubes que se han sabido sostener a lo largo del tiempo. Vivió sus mejores años a principios de los noventa y de 1999 al 2006, cuando descendió a la LEB. Tardó doce años en regresar.

Regresos al primer intento

Por otra parte, a lo largo de estos últimos tres lustros el Manresa (17/18), el Betis (18/79), el Bilbao (18/19) o el Andorra (22/23) demostraron que también se puede regresar a la ACB al primer intento. Algo que ya consiguió el Obradoiro en el curso 10/11, el que dio paso a la etapa más gloriosa del club.

Los modestos de la ACB siempre están en riesgo de bajar

Competir en la ACB en el pelotón de los equipos que se quedan por debajo del entorno de los cuatro millones de euros supone verse abocado a pelear por la permanencia, sin menoscabo de que en un buen año sea posible codearse en el selecto grupo de los equipos que luchan por la Copa del Rey y/o el play off.

Así lo refleja la clasificación de esta temporada, con la excepción del Manresa. El mismo club que a lo largo de los últimos trece años acabó en tres ocasiones en puestos de descenso.

La competición es tan igualada y reñida que, como le ha sucedido en esta dura campaña al Obradoiro, una canasta menos del Granada o del Breogán en cualquiera de los seis duelos librados entre ellos a lo largo del curso hubiese sacado al colectivo de Moncho Fernández del descenso en el triple empate. Y con dos victorias más hubiese tenido opciones de disputar la BCL. En cualquier caso, el dinero no garantiza la tranquilidad. Y no hay más que ver los descensos del Andorra y del San Pablo Burgos hace dos años, dos equipos que por presupuesto estarían en la clase media.

Por contra, subir de los cinco millones de presupuesto supone un impulso más que notable. Basta ver el caso del Joventut antes y después de que la familia Grifols tomase el control del club.