Gonzalo Rodríguez, entrenador del Obradoiro: «Espero un equipo guerrillero y que tenga un punto imprevisible»
ANDAR MIUDIÑO
«Nos hemos acercado mucho a lo que buscábamos», dice sobre la plantilla
21 ago 2024 . Actualizado a las 20:19 h.Gonzalo Rodríguez Palmeiro (Compostela, 1975) coge las riendas del Monbus Obradoiro después de que el club cerrase la etapa más brillante de su historia, con trece temporadas seguidas en la ACB. Una etapa de la que fue partícipe como ayudante de Moncho Fernández. Ahora, como primer entrenador, asume el desafío de hacer el camino de vuelta. Denota confianza e ilusión.
—Falta Davison por sumarse a los entrenamientos. ¿Contento con la configuración del equipo?
—Muy contento. Héctor y yo nos trazamos una serie de características a la hora de confeccionar el equipo y, basándonos en eso, nos hemos ido adaptando a lo que nos ofrecía el mercado. Y nos hemos acercado mucho a lo que buscábamos.
—¿Si hubiera que buscar una etiqueta para el Obradoiro 24/25 podría ser la de guerrillero, con una plantilla capaz de jugar con el motor subido de vueltas?
—Espero que sea nuestra seña de identidad. Encaja mucho con la filosofía de este club. Viene definida por su historia, una historia de pelear. Y creo que es algo que a la gente le gusta. En Santiago gusta mucho el jugador que se esfuerza, que defiende, que corre, que da el máximo. Yo creo en la velocidad, creo en la versatilidad, creo en ser un poquito imprevisibles. Y creo que todo esto se va a ver reflejado en el juego del equipo. Podemos ser muy agresivos y muy rápidos.
—Viendo la configuración del perímetro, da la impresión de que hay una sobrepoblación de escoltas y déficit de treses. ¿Es algo buscado o consecuencia de lo que va dando el mercado?
—Es un poco mezcla de las dos cosas. Hace años que intento ver a los jugadores en base a características y no a puestos. ¿Qué buscamos en los jugadores? Evidentemente, gente que tenga calidad con el balón, que pueda generar ventajas, que pueda tirar, que pueda atacar el aro, que juegue pick and roll... Esa figura del uno-dos, o del dos-uno, o del tres que es más un dos ha quedado difuminada. Sí es cierto que hay un perfil de jugador que no es fácil de encontrar, el tres per se, un alero grande que tire bien y rebotee, que ha sido tan clásico en el baloncesto español. Si se me permite el exceso de simplificación un poco peligrosa, prefiero otro buen dos que un mediocre tres. Prefiero tener buenos jugadores en la pista, sin importarme demasiado los puestos, teniendo en cuenta que la posición de uno y de cinco son imprescindibles. El dos, tres y cuatro son un poco indefinidos. ¿Qué es lo que les define? La defensa. ¿Tenemos algún exterior que pueda defender a un tres como Thomas Scrubb? No hay Thomas Scrubb en la Primera FEB.
—Pero sí un Dani Díez, por ejemplo. Tampoco hay muchos más, ciertamente.
—Pero Dani Díez no es un tres. Es un cuatro que tira. O un tres que tira. No va al poste bajo. Pero sí va al rebote. Hay características de jugadores que te dan ellos y otras que se pueden trabajar como equipo. En nuestro caso, por ejemplo, el tema del rebote, que es algo en lo que podemos sufrir por la ausencia de un tres clásico, creo que lo podemos suplir con trabajo de equipo, teniendo unas normas de bloqueo de rebote, trabajándolas mucho. Y una labor del entrenador es también que los jugadores sean conscientes de cuáles son nuestras virtudes y cuáles nuestros puntos débiles. No sé si va a ser así, pero si percibimos como equipo que no vamos a ser muy buenos en el rebote defensivo, nos tenemos que convencer de la importancia de bloquear el rebote. Porque, a lo mejor, en el ámbito vertical los perdemos. Pero en el horizontal no tenemos por qué perderlos.
—¿Cabe la opción de Micovic, Galán y Stevic o Stephens juntos en pista?
—Es una opción. En estas primeras semanas de pretemporada estamos trabajando todo, en ataque y en defensa, con un único puesto fijo, que es el cinco. Las tres posiciones de perímetro las estamos aprendiendo todos en todos los puestos. Una de las cosas que no podemos controlar al cien por cien es una lesión. Me gustaría que en el momento que haya alguna en un puesto, no sufriéramos mucho por eso, que por la forma de jugar haya varios jugadores que puedan cubrirla. Y, en otro contexto, ¿por qué, por ejemplo, si un día está Leimanis súper acertado, lo habría que mantener en el rol de que le lleguen los tiros que le lleguen y no jugar más para él algunas situaciones?
—Esa intercambiabilidad también puede ser un problema añadido para el rival a la hora de defender.
—Tener un punto imprevisible es muy importante. Intentamos que así sea.
«Sergi es de los jugadores que hacen un sinfín de cosas pequeñas para que el equipo gane partidos»
Muchas de las miradas estarán puestas en tres nombres propios: el de Sergi Quintela y los de los debutantes Stephens y Micovic.
—¿Qué mensaje le trasladó a Sergi Quintela sobre su rol antes de firmar?
—Es un jugador perimetral que hace un sinfín de cosas pequeñas para que el equipo gane partidos. Ese es Sergi. Hay dos maneras de evaluar siempre a los jugadores. Por sus virtudes y por lo que no tienen. Alguna gente te dirá que Sergi es un escolta que no tira. Es una manera de verlo. Yo no lo veo así de ninguna manera. Es el típico jugador que lo puedes tener en diferentes roles, de los que suman pequeñas cosas que realmente te ayudan a ganar partidos. Es el jugador que defiende, que te roba un balón clave, que está en una posición en la que ayuda en un momento determinado, que organiza al compañero, que desatasca una posesión porque toma una buena decisión, que cuando aprietan al base la conduce y organiza... Puede hacer un montón de cosas. Sabe que lo conozco muy bien y lo que he hablado con él es, más que de su rol, de todas las cosas que trae en la mochila que creo que nos pueden hacer mejor equipo.
—¿El rendimiento de Micovic y Stephens, los dos debutantes en el baloncesto español, puede ser el que marque las expectativas?
—Quizás sea simplificar mucho. La posición cinco es clave porque te da un poco de solidez defensiva y te permite ser más o menos versátil en el juego ofensivo. Stephens es capaz de jugar dentro, pero también tiene amenaza de tiro, de media y larga distancia. Micovic es un jugador diferente. Prefiero que el público lo descubra cuando lo vea. Puede hacer muchas cosas distintas. Tiene mucha experiencia, aunque no en España. Nos puede ayudar en algún momento en que el equipo se vea algo inseguro.
—La pregunta iba un poco porque quizás son los dos más desconocidos, y por ahí los que permitan soñar o apretar el gesto.
—José Luis (Mateo) siempre decía que en los equipos hay jugadores que te dan el suelo y jugadores que te dan el techo. Con el paso de pretemporada iremos descubriendo quienes nos pueden dar el techo. Pero so no va a ir solo en los rendimientos individuales, creo que va a ir también en las combinaciones de jugadores.
«Sustituir a uno de los mejores entrenadores de este país es una gran responsabilidad»
Se abre una nueva etapa tras catorce años con una misma tripleta en el cuadro técnico.
—¿Se le hizo raro empezar sin tener al lado a Moncho Fernández y Víctor Pérez?
—Sí, se hace raro. Mezclas lo profesional y lo personal. Son muchos años trabajando con gente con la que tienes un muy buen feeling a nivel profesional, valores compartidos sobre como construir un equipo, y aparte sumas lo personal, tantas conversaciones que hemos tenido. Al principio se hace extraño ver que faltan Moncho, Víctor, Fran...
—¿Recoger ese testigo, tras la etapa más brillante en la historia del club, cómo se gestiona?
—Es difícil. En cualquier caso y en cualquier circunstancia, para mí entrenar al Obra es un privilegio enorme. Hay gente que viene a felicitarme y me dice que no sabe si darme la enhorabuena o en qué marrón me he metido. En ningún momento lo he percibido como un marrón.
—No me malinterprete. Busco un ejemplo. Simeone llegó a un Atlético en zozobra. Cuando se vaya, el que venga recogerá una trayectoria larga y exitosa.
—Sustituir al frente del Obradoiro a uno de los mejores entrenadores de este país es una gran responsabilidad. Pero en lo que pienso es en que llevo muchos años preparándome y que en el club tienen mucha confianza en mí. Yo también la tengo. Y creo que se trata de quitarle hierro al asunto. Esto se trata de intentar fichar bien, de que el equipo rinda y los resultados al final dicen. Al final se trata de entrenar a un equipo y ganar partidos.
—Así es. Pero cambia el contexto, de pensar en ganar doce o trece partidos a ver como el Leyma tuvo que ganar 27 para subir.
—Lo que sí noto es que por parte de todo el mundo, tanto en las personas que dirigen el club como entre los aficionados, existe un punto de ambición altísimo. Y a mí eso me gusta mucho. Lejos de generarme ansiedad, me da ilusión y energía. A los jugadores les recuerdo que trabajamos todos los días para ser extraordinarios. Eso es lo que está en nuestras manos, nuestro objetivo, para competir y tratar de conseguir el deseo que todos tenemos, que es el ascenso.
—Más que con una pregunta, finalizo con una reflexión. Toda la suerte del mundo y, cuando haya fuego, que no venga de la moqueta, que es el más difícil de combatir.
—Creo que la temporada va a dar para mucho, con buenos y malos momentos. Y la clave va a ser cómo gestionemos las dos cosas.