Por un 2025 sin volantazos en el Obradoiro

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

02 ene 2025 . Actualizado a las 21:54 h.

El Monbus Obradoiro despidió el 2024 con mal color. Y, como suele decirse, «déixao ir». El que debía ser el año de la disrupción acabó siendo una sucesión de despropósitos, con el añadido del descenso después de trece campañas consecutivas en la ACB. Cuando uno se mueve habitualmente en el vagón de cola de los presupuestos, es algo que tiene que ocurrir, más pronto o más tarde. Pero, cuando toca, duele. Y más si la diferencia la marca una sola canasta. El curso que arrancó abriendo las puertas de Europa acabó con el equipo en la Primera FEB. Y el balance de la actual temporada no hace sino acentuar ese mal cuerpo.

En el 2025 corresponde resetear, tomar nota y tratar de enderezar el rumbo. Al echar la vista atrás no todo es negativo. Ante el COB había 5.500 aficionados en Sar y en todos los partidos de liga se superó el umbral de los tres millares. Si las cuentas siguen cuadrando, la nota de los tres últimos lustros tiene que ser alta, a pesar del descenso. Porque nadie puede garantizar los resultados, ni en baloncesto ni en ningún deporte. ¿Cómo se puede explicar que los Golden State Warriors ganasen doce de los primeros quince partidos de esta campaña en la NBA y desde entonces el balance sea de cuatro victorias y trece derrotas? ¿Alguien hubiese apostado a que el Barcelona podría caer en seis de las primeras trece jornadas de la Liga Endesa y viese peligrar su clasificación para la Copa del Rey?

En el Monbus Obradoiro a Gonzalo Rodríguez le costó el cargo la quinta derrota del curso porque entre los dirigentes anidaba la idea de que a esas alturas cuatro eran ya inaceptables. Y ahora ya son siete en el casillero. Para Félix Alonso cabe pedir la confianza y la paciencia que no hubo con su antecesor, que cada partido no sea un examen final y cada derrota un torpedo en la línea de flotación de la hoja de ruta. Avanzar dando volantazos siempre es más difícil. Y a veces no es fácil tomar decisiones como la contratación de Balvin y Androniskashvili, dos jugadores que cambian la configuración del equipo y, en el caso del pívot, un freno para la progresión de Stephens, que llegó para ser jugador diferencial. En todo caso, el pívot checo sí está llamado a marcar diferencias, cuando coja la forma. Lo mismo cabe esperar de otra pieza básica en el perímetro, Brad Davison, que no atraviesa su mejor momento. Hay margen de mejora y si Félix Alonso da con la tecla, el Monbus Obradoiro estará en la pelea por el ascenso. Para eso, la confianza y la tranquilidad son las mejores compañeras de viaje. Y cabe esperar que el club haya tomado nota, por experiencia o abatimiento. Si cada dos reveses todo se pone en duda, será imposible.

Y, para terminar, un recordatorio y un reconocimiento, porque el 2024 acabó también con una triste noticia para el Obradoiro y el obradoirismo, el fallecimiento de Dolores Lías. Junto con su marido, Juan Carlos Barral, era asidua a los partidos de Sar. Y también se les podía ver en más de un desplazamiento, entre los aficionados, disfrutando del equipo y del baloncesto. A través de su empresa, Queixería Barral, patrocinaron durante varios años una iniciativa singular, Basket&Cheese, que permitió organizar mesas redondas con figuras de la NBA, de la ACB y del mundo de la comunicación, que ayudaron a conocer el trabajo que hay en facetas relacionadas con el básquet más allá de la competición y la vertiente deportiva. Son actividades que no computan en los balances, pero ayudan a crear imagen. Como los documentales de El Camino acaba en Obradoiro, que también quedan en el recuerdo y fueron escaparate para el club y la Ruta Xacobea a través de figuras de relieve como Terry Porter, Gallis, Calderón, Corbalán, Asa Petrovic, Craig Hodges o Amaya Valdemoro. Pensar que lo único que importa es que la pelota pase por el aro no es saludable.