Ganamos el martes, pero despertamos el miércoles y las dudas seguían ahí. A priori, parecía Oviedo un buen rival para seguir creciendo, aunque solo fuese porque Nweke apenas llegaba al sobaco de Balvin. Pero no hay manera. Tardó tres minutos Félix Alonso en pedir tiempo muerto sin demasiada mejoría. Menos mal que Oviedo no iba sobrado de puntos y la entrada de Álvaro Muñoz y, sobre todo, Stephens (cierto que a él lo empujaba Martí y no Nweke) dio oxígeno al Obradoiro.
Fue Javi Rodríguez quien se vio obligado a pedir tiempo cuando iban dos minutos del segundo cuarto. Ni el tiempo ni la vuelta a cancha de Nweke surtieron efecto y poco tardó en pedir otro. Davison y Millán anotaban el doble que Langarita, único argumento ofensivo de los asturianos, y un intento de zona solo sirvió para conceder dos canastas fáciles al Obra.
El 42-34 del descanso y el nivel del rival anticipaban una segunda parte tranquila, pero en tres minutos de horrores ofensivos, incapaces de atacar los cambios defensivos en el pick and roll, Oviedo estaba uno arriba. La única buena noticia, doble, era la tercera falta de Langarita y Nweke. Fue un nuevo arreón del capi (jugando de 4) y 5 puntos seguidos de Quintela los que obligaron a Javi Rodríguez a devolver al base y al pívot a pista. Sobrevivió Oviedo a pesar de la buena defensa de Grela sobre Langarita. Si me preguntáis, diría que al Obradoiro le restaban puntos, porque los visitantes, sin meter, se habían puesto a tres. Eso sí, mirad si parecería imposible que culminasen la remontada, en el grupo de whatsapp se lo tomaban a coña: «Titula el artículo Langarita se llama mi amor». «Langarita es donde hacíamos la guardia en la mili» (si iremos mayores)...»
A Javi Rodríguez no le gustan los chistes con apellidos y lo mandó al banquillo para que viese como sus compañeros chocaban con el aro una y otra vez. Mientras, Stephens, de dos en dos y cerca del aro, aseguraba un final tranquilo. Mañana, cuando despertemos, las dudas seguirán ahí; pero se construye mejor después de otra victoria.