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El base georgiano se ganó a la afición con su buen talante en la charla organizada por Obrajazz, en la que también participaron Félix Alonso y Brodziansky
06 feb 2025 . Actualizado a las 21:24 h.Hace años, de manera espontánea, aficionados del Monbus Obradoiro pusieron en marcha una iniciativa bautizada como canhadoiro. Fue a principios del 2012, después de que el equipo perdiese cuatro partidos seguidos, los cuatro en Sar. Quedaron a tomar unas cañas para levantar el ánimo y decidieron que habría una convocatoria abierta antes de cada encuentro en casa. A la primera reunión le siguió una victoria ante el Baskonia. Y, en adelante, en ocasiones, también se sumaron jugadores y entrenadores a alguna de las citas.
Esa etapa ya es pasado pero la Peña Obrajazz cogió, de alguna manera, aquel testigo, retocando la fórmula. Cada cierto tiempo organiza reuniones con integrantes del equipo, abiertas a la asistencia de aficionados que tienen la oportunidad de charlar con los protagonistas y trasladarles sus preguntas. Esta vez los invitados fueron Félix Alonso, Vladimir Brodziansky y Rati Andronikashvili, en el restaurante Afiador.
Por una cuestión idiomática, Brodziansky fue el que menos participó y Félix Alonso el que más. Pero la sorpresa la dio el base georgiano, no solo por el conocimiento del español sino por su simpatía. Se ganó a la afición en todo momento, pero sobre todo cuando le plantearon una cuestión: «¿Cómo te defines como jugador? Porque decían que no eras triplista y los tres del otro día...». Andronikashvili cogió el guante: «Tengo mis días», comentó. Dejó pasar un par de segundos, y añadió: «Uno o dos al año».
Pero tras esa entradilla confirmó que el lanzamiento de larga distancia no es su fuerte, que disfruta más con otras facetas del juego como hacer una buena defensa sobre un rival anotador y dejarlo en pocos puntos.
Cuando le apostillaron que, en todo caso, un jugador de baloncesto que puede tirar triples sin apenas oposición debería tener un buen porcentaje de acierto, de nuevo se ganó el aplauso: «No siempre. Es como pensar que alguien que trabaja muy bien debe tener millones». Y se coronó cuando le recordaron una acción en su estreno en Sar, en la que se iba solo hacia el aro, dudó entre el mate y la bandeja y no anotó. No solo encajó con una sonrisa sino que recordó que ese día había fallado casi todo.
Brodziansky también derrochó simpatía. Le preguntaron por las razones de su vuelta, con un añadido: «Aparte de la pasta, ¿ha habido algo de romanticismo? Y me gustaría que respondieras que sí». Sacó la sonrisa que siempre le acompaña y recordó la comida del Sete Culleres.
A Félix Alonso le tocaron cuestiones como la vehemencia que se le ve a pie de pista y el contraste con el temple con el que se maneja en los tiempos muertos. Abogó por «controlar la tensión» como el mejor método para transmitir.
También le preguntaron acerca de los bajones en las segundas partes, a los que no encuentra una explicación, dejando claro que no es una cuestión física.
Ahí terció Brodziansky, para indicar que «es baloncesto», y que, a menudo, los rivales saben encontrar las claves en el descanso para hacer ajustes.
El técnico recordó que no es algo exclusivo del Obradoiro, y puso el ejemplo del Estudiantes este domingo: «Empezó con un 32-9 y después encajó un 42-73».