
En el análisis de los dos primeros partidos el qué estaba claro, lo que no escuché a nadie fue explicar el porqué. ¿Por qué juegan con más intensidad? ¿Por qué están tirando mejor de 3 que en la liga regular? ¿Por qué nosotros menos y peor? ¿Por qué no encontramos soluciones para que Barcello reciba con opciones de tirar? Y, hoy sí, Barcello entró enchufado al partido. Aprovechó los bloqueos de sus compañeros y generó juego desde el uno contra uno. El inicio explosivo del americano lanzó al Obradoiro en el marcador. En defensa, a diferencia de los dos partidos en Santiago, el Obra ajustó mucho mejor sobre los tiradores locales y, en cinco minutos, el marcador reflejaba un 6-15. Las rotaciones sentaron mejor a Palencia. Sin mejorar en ataque a media pista, las defensas alternativas cortaron el ritmo santiagués, provocaron varias pérdidas de balón (algunas demasiado gratuitas que mandaron al banquillo a Nacho Varela para no volver a jugar) y pudieron anotar varias canastas fáciles. «Si yo no juego bien, tú tampoco». Suficiente para igualar el partido.
El segundo cuarto fue de intercambio de canastas, con Millán y Dimitrov asumiendo responsabilidades en ataque, para dejar el marcador en un 46-47 y 20 minutos por delante con muchísimo en juego. Y la presión se notó. La segunda parte empezó con un cúmulo de malas lecturas y peores decisiones hasta que Wintering, a partir del bloqueo directo, dio a Palencia seis puntos de ventaja. Félix quiso endurecer la defensa y optó por Stevic al 5 y Quintela de base. Millán, que estaba siendo uno de los mejores, se llevó un golpe y prefirió volver a los 3 pequeños con Davison (y dejando a Álvaro Muñoz sin minutos). Palencia también perdió a Krutwig y, entre imposibles de Barcello y el acierto de Micovic, también por delante de Brodziansky en el 4, el Obra forzó la prórroga. No es que Palencia jugase cinco minutos maravillosos, pero Wintering, Borg y Kunkel tenían más piernas que un Barcello demasiado castigado físicamente. Tras un 5-0 de salida, volvieron a pista Faggiano y Brodziansky, pero más de cuerpo presente que de cabeza, y la victoria quedó en casa. 48 horas por delante para recuperarse físicamente y, sobre todo, mentalmente.