
Compostela en fútbol, Lobelle en fútbol sala y Obradoiro en baloncesto son los tres clubes de Santiago con historia en el deporte de élite profesional. Tres proyectos diferentes. Tres milagros distintos y una misma asignatura pendiente, la de conseguir una estabilidad. Ahí tiene el Obradoiro su gran desafío, por encima de los resultados deportivos.
El Compos llegó a Primera cuando se dispararon los ingresos por televisión. Casi cubría su presupuesto por esa vía. Pero cuando el equipo descendió a Segunda empezaron a crecer los números rojos, hasta que se llevaron el club por delante. Con el Lobelle sucedió algo parecido, una vez que al presidente se le fueron las cuentas de las manos y empezó a dispararse la deuda.
El Obradoiro estuvo en un tris de seguir el mismo camino. Lo evitaron Docobo y Mato, cuando se echaron la entidad a las espaldas para continuar una batalla judicial que acabó en la ACB y dio paso a los tres mejores lustros en la historia de la entidad. Los últimos catorce años, con Raúl López en la presidencia y sin que el club fuese noticia por impagos en ninguna ocasión. Puede presumir de ese mérito. Y si además las cuentas están saneadas, sin deudas, ese mismo mérito se multiplica. La parte de las finanzas es la más ingrata, la menos reconocida. Pero cuadrar los presupuestos da más vida que los resultados deportivos.
El club tiene que decidir qué rumbo puede y quiere tomar. Con o sin Raúl López al frente. Al presidente le corresponde resolver, más pronto que tarde, si sigue o abre paso a un relevo. Es el accionista mayoritario y, como tal, la responsabilidad está en su tejado.
Hay un dato que alimenta el optimismo. La salud social de Sar no solo no se resintió con el descenso sino que creció el número de abonados y la afluencia media esta temporada está por encima de los cuatro millares de espectadores. Ahora lo más urgente es la manera de darle estabilidad al proyecto del Obra, saber hasta dónde podrán llegar los recursos económicos y, una vez resuelta esa incógnita, empezar a dar forma al nuevo equipo. Si hay dinero para pelear por el ascenso, articularlo con ese objetivo. Si no, aceptando y afrontando la realidad que toque.
El Granada, que acaba de descender, el Valladolid o el Alicante desaparecieron y tuvieron que volver a empezar. Clubes como el Manresa siempre han sabido volver. A ver qué hace el Obra