Un futuro para los depósitos

La Voz

AROUSA

La cosa política

03 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

?l común de los políticos consultados coinciden en que la sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, que anula las autorizaciones concedidas por la Consellería de Industria para la puesta en marcha de los depósitos de Ferrazo, se ha convertido en una auténtica bomba de relojería que amenaza con estallarle en las manos al BNG. Los nacionalistas, firmes detractores del parque de hidrocarburos de Finsa-Foresa, gestionan desde el año pasado el departamento autonómico, y sus posiciones políticas deben conjugarse, por lo tanto, con la acción institucional. El particular dilema al que se asoman Fernando Blanco y los suyos se juega entre recurrir ante el Supremo la resolución del TSXG o dejar correr el asunto ante la contundencia de un fallo que aborda aspectos ciertamente progresistas, como los perjuicios paisajísticos de las instalaciones. Lo cierto es que, en buena medida, es el Bloque el que ha situado las cosas en este lugar. Fue la formación nacionalista la que, hace escasos meses, puso de nuevo sobre la mesa su compromiso -compartido por el PSOE, por cierto- con la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa acerca del desmantelamiento de los depósitos. El diputado Bieito Lobeira se empleó a fondo en este sentido. El BNG parecía situar entonces el problema en el ámbito del Ministerio de Fomento, titular, al fin y al cabo, del puerto de Vilagarcía, en tanto que institución de interés general. La estrategia, sin embargo, ha devuelto la pelota al terreno gallego, al ser Industria la que tiene las competencias sobre la autorización del funcionamiento de este tipo de complejos. Las filas nacionalistas se enfrentan a una situación inédita, en la que bases y cuadros demandan que se actúe conforme a la coherencia con los principios defendidos durante largo tiempo en la oposición, mientras los cargos de la Administración parecen pensárselo. Es lógico el nerviosismo, puesto que Finsa-Foresa puede exigir indemnizaciones cuantiosas ante unos permisos nulos, cuyo otorgamiento fue responsabilidad de la consellería, entonces gestionada, es verdad, por el Partido Popular, pero hoy dirigida por el Bloque. Industria inspecciona cada mes el parque de hidrocarburos, y la multinacional bien puede preguntarse por qué nunca se le han puesto encima de la mesa objeciones de seguridad y ahora sí. La lectura pausada No obstante, existe otra lectura menos dramática sobre las consecuencias de una resolución judicial, que, desde este punto de vista, señalaría ahora un camino que, indefectiblemente, deberían seguir los depósitos con el simple paso del tiempo y la evolución del mercado energético. El proyecto de Ferrazo se gesta, administrativamente, en 1998. Nace al calor de la Ley 34/98 del Sector de Hidrocarburos, que consagra la libertad de empresa en la fase minorista del mercado petrolero y la libertad de precios. Dos años después, el real decreto L 6/2000 introduce una serie de medidas estructurales para acelerar el proceso de liberalización. También marca la congelación del número de estaciones de servicio de Repsol y Cepsa, las dos grandes compañías surgidas del antiguo monopolio público de Campsa. Es evidente que, en este contexto, disponer de una serie de estructuras en las que almacenar combustible puede ser sinónimo de un buen negocio, con el desembarco en el mercado español de nuevos operadores. Un vistazo al balance del tráfico registrado por Ferrazo en los últimos cuatro años deja bien claro que, de los productos que mueve el parque de hidrocarburos, las principales materias que precisa Finsa-Foresa son, por este orden, fuel (675.332 toneladas) y metanol (359.730). La presencia del gasóleo y la gasolina se limita, en cambio, a 158.208 y 55.027 toneladas. La multinacional necesita el fuel porque con él alimenta de energía a sus fábricas, y al metanol porque resulta imprescindible en el proceso de elaboración de sus tableros. Pero no, realmente, el gasóleo y la gasolina, o no al menos en la misma medida. No hay que olvidar que los depósitos tienen, desde el 25 de octubre del 2000, la categoría de depósito fiscal, lo que permite a la compañía comercializar su contenido. Ambos refinados podrían desaparecer de Ferrazo sin demasiados problemas. Sobre todo en un escenario como el actual, en el que la capacidad de producción de crudo y el nivel de operación de las refinerías están al máximo y, unidos a la inseguridad de determinados suministros, disparan los precios y desaconsejan la especulación. El fuel, por su parte, es un combustible grosero, altamente contaminante, cuya utilización se encuentra en franco retroceso. En veinte años, el porcentaje de fuelóleo que se obtiene en la refinería de A Coruña ha caído de un 45% a un 9%. Galicia rebasa ampliamente los límites marcados por el protocolo de Kioto para las emisiones pestíferas a la atmósfera. La lógica y la ley indican que será sustituido por fuentes de energía más limpias. Por ejemplo, el gas natural. En otras palabras, el fuel tiene los días contados, con o sin la sentencia del TSXG. En cuanto al metanol, el formol o la urea, materias primas que sí precisa Finsa, el presidente de la PDRA, Xaquín Rubido, ha manifestado ya que no están en cuestión. Así que no sería descabellado pensar que el TSXG no ha hecho más que precipitar lo inevitable: que los depósitos se queden, simplemente, obsoletos. Si esto es así, existe un notable margen de negociación con la empresa. ¿Qué tal la habilitación de gas a cambio de la renuncia al tráfico de hidrocarburos?