Dignidad en la pupila

AROUSA

AREOSO | O |

03 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

ES aún muy joven, pero observa la vida con una madurez que ya quisiera yo para mí. Trabaja duro, sin amilanarse ante nada. No admite complejos en su forma de afrontar el mundo. Es una profesional como la copa de un pino, pero, sobre todo, es una compañera tan alta como la luna. Acaba de inaugurar una exposición fotográfica sobre el mundo del mar. Y se lo juro: aunque en la muestra salen pocas caras, logra ponerle rostro a la ría y a sus trabajadores. Es un rostro que se cuela en los huesos, como la humedad del suelo de la lonja. Esa cara marina escala por las paredes del Bar Manos. Les recomiendo que vayan a verla. Vale la pena. Por la dignidad que desprenden los ojos del hombre que está de espaldas al objetivo. Por la determinación de una mano de mujer encontrada en la lonja. Por los sueños de una ventana abierta sobre O Carreiro. Esas tres son mis imágenes favoritas, por eso les hablo de ellas. A lo mejor son mis favoritas porque en todas ellas encuentro tantas cosas del mar, mi querido mar, como de la mujer que se ha puesto a hacerle fotos, mi querida colega. ¿No saben de quién les hablo? Pues de Martina Miser. Un auténtico geniecillo del fotoperiodismo que saca el genio cuando es necesario. Y que es capaz de retratar el mar tal y como es, magnífico en ocasiones y miserable por momentos. Podría decirles que esa capacidad nace de la devoción de la fotógrafa por la ría. Podría decirlo y no mentiría. Sin embargo, tampoco estaría diciendo del todo la verdad. Porque el gran secreto de la Miser, doña Martina, es que es capaz de encontrar con su objetivo la dignidad que se esconde en todas las cosas. Y de convertir sus fotos en auténticas declaraciones de amor y respeto. Así, con naturalidad y con una sonrisa irrompible. Como una gran dama.