De «Moby Dick» a la ballena azul de Ons

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / AGENCIA

AROUSA

CEDIDA

La emoción por el avistamiento de grandes cetáceos sustituye a los arpones de tiempos pasados

24 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Una ballena azul se dejó ver a diez millas de Ons y saltó de inmediato del Atlántico a los titulares de media España. Otra lo había hecho unos días antes frente a la ría de Muros y su identificación provocó un agitado debate en redes sociales. Es la primera vez que se ven ballenas azules frente a Galicia, o al menos que se tiene identificada esta especie con un método científico. Quizás las hubo antes y la caza de grandes cetáceos las espantó. O tal vez sí nos encontramos ante un fenómeno nuevo. El tiempo y más investigaciones lo dirán.

Lo que sí es cierto es que la emoción por el avistamiento de una ballena hoy es muy distinta a la que vivieron nuestros ancestros. Durante miles de años, el soplido sobre las aguas de estos animales al respirar provocaba emoción, pero el subidón de adrenalina era por cazarlos, no por sacarlos en una fotografía.

En A Lanzada, en Sanxenxo, el equipo de arqueólogos que excavó el yacimiento prerromano y galaicorromano se encontró con una abundancia inusual de osamentas de ballena y cachalote. El director de la excavación, el arqueólogo de la Diputación, Rafael Rodríguez, considera que esto es el resultado de una caza programada. Varamientos siempre los ha habido, pero no darían para tantos huesos y vértebras.

En un salto de varios siglos más adelante, en el siglo XVII, encontramos un relato que bien podríamos calificar de la Moby Dick gallega. En 1691, el párroco de San Xulián de Marín escribió que el 7 de diciembre, dos vecinos de Marín, Manuel Blanco y Antonio Travazo -hoy este apellido se escribe con «b»-, fallecieron en un naufragio causado por un cetáceo. El sacerdote lo dejó así registrado: «Vino una ballena y saltó encima del barco y los llevó al fondo, y allí quedaron muertos»

Unos cuantos años después, ya entrado el siglo XVIII ,frei Martín Sarmiento (1695-1772) dejó constancia en sus escritos sobre la presencia de grandes cetáceos, no ya en la boca de la ría, ¡sino al lado de Tambo! Lo recoge Ángel Bernárdez en su estudio sobre Pesca en Galicia, incluido en la Geografía General del reino de Galicia, dirigida por Carreras Candi en 1936. Sarmiento escribió: «En la de Pontevedra hasta la isla de Tambo era constante su aparición todos los años en época fija; pero por no haber arponeros ni disposición para esta pesca, nadie las ofendía».

El desarrollo de nuevas técnicas de caza en alta mar, la gran industria ballenera internacional, el incremento de la flota pesquera local y quién sabe qué otros factores, acabaron expulsando a las ballenas de la ría. Se convirtieron en un lejano eco, que de vez en cuando era portada de periódico en elusivas fotos afuera de Ons.

Así fue hasta que en el 2003, una yubarta se presentó en el interior de la ría de Pontevedra y paseó, como si fuese el patio de su casa, entre el puerto de Marín, y las playas de Portocelo y Mogor. Sus acrobacias saltando frente a Portocelo o Tambo fueron el comentario de los vecinos en los días que los gallegos convivimos con una ballena en una ría. No era azul, pero la hicimos nuestra y hasta fue bautizada con el cariñoso mote de Anduriña. Ella se fue un día como vino, sin hacer ruido y ya no volvió.

Menos afortunada fue otra ballena atropellada en el 2008 por un portacontenedores en alta mar y que arrastró en el bulbo de la proa. Fueron los remolcadores de Marín, al entrar en puerto, los que dieron el aviso.

Ahora, la novedad está en la ballena azul de Ons. No se sabe si volverá o si habrá más, pero quizás haya que acostumbrarse a decir, cual viejos lobos de mar: ¡por allí sopla!