El capitán del Cabo Razo, Andrés Peña, se alojó en el Hostal Carballinés tras el trágico suceso. Hasta allí se trasladó el enviado especial de La Voz, pero no pudo sacar mucha información en aquel momento de un hombre que estaba desolado. «No puedo coordinar ahora las ideas, de verdad. Estoy todavía bajo los efectos del naufragio y ya puede imaginarse mi estado», contestó. Sí relató su versión de lo sucedido en el informe que envió al comandante militar. En él apuntó que había vientos flojos del norte y «horizontes brumosos y algo tomados con calima». «Aproximadamente, a las 23.30 el buque sufrió una fuerte colisión viendo inmediatamente una baliza y apreciándose después que se trata de la baliza de la Barsa, ignorando los motivos por los cuales el buque fuese abatiendo hasta encontrarse en ese punto», escribió. Solo encontraba una explicación a lo sucedido: «Cabe suponer que una tormenta magnética, no extraña en estos lugares, haya perturbado sensiblemente el compás, no dando tiempo al exponente a cerciorarse de ello debido a la poca distancia y tiempo transcurrido desde el momento de dar el rumbo y el de la colisión». El testimonio de Peña Nieto destaca también la rapidez del suceso: «El buque se fue a pique en cinco minutos y durante ese espacio de tiempo se intentó organizar en la medida de lo posible el salvamento, sin que hubiese lugar a arriar botes y únicamente a ordenar colocarse los chalecos salvavidas, mientras funcionaba el pito de alarma y se abrían las seguridades de calderas para evitar el peligro una explosión». Aseguró que estuvo a bordo hasta el último momento, «siendo arrojados al mar en el momento de desaparecer el buque».